Carta desde el ciberespacio número 229, del 15 de octubre de 2009
Carta desde el ciberespacio número 227, del 24 de septiembre de 2009
Fuente: Estudio Broda, ciclo económico de septiembre 2009, con datos originales de FIEL
Cuando se pone la lupa sobre estas cifras y se las desagrega, se encuentra más o menos el mismo recorrido, con matices. En el cuadro del Estudio Broda de agosto pasado (abajo) puede verse una caída casi en picada: la más clara corresponde a la inversiones en equipamiento importado (la línea azul), que tocaron un techo en el último tramo de 2007, para caer nada menos que 37,9% entre el III trimestre de 2008 versus el II trimestre de 2009, aunque como se ve en el gráfico, la caída comenzó bastante antes. Con todo, hay que realizar una observación sobre los bienes de capital importados: el gobierno viene limitando hace meses las importaciones de todos los productos, no sólo por problemas de falta de demanda interna (aunque la demanda agregada cayó por la crisis interna y la internacional) como por la necesidad de sostener un elevado superávit comercial (que ya acumula 12.000 millones de dólares en los primeros 8 meses del año) para financiar la fuga de capitales de los últimos dos años y enfrentar la restricción externa que sino podría haber afectado seriamente al país en caso de que esta fuga de capitales se combinara con la baja en los precios de los commodities, la sequía y los menores saldos exportables.
Fuente: Estudio Broda, ciclo económico de septiembre 2009, con datos originales de FIEL
Epílogo: · La Argentina muestra hace años una larga lista de hechos que, sumados, provocan la ausencia creciente de un clima de negocios que estimule a las empresas para invertir, generar nuevos puestos de trabajo, re-equiparse y crecer, salvo en algunos sectores particulares como la industria automotriz, la construcción privada y, hasta hace un año y medio, el viento de cola internacional y su impacto positivo sobre el campo. La primera conclusión es que esos motores del crecimiento económico que caracterizaron al período 2003-2007 están hoy bajo tensión y no repetirán su perfomance previa. · Sobre esto, el gobierno viene tomando medidas crecientes de estatización de los negocios, lo que se ha dado en llamar “capitalismo de amigos”, en un entorno creciente de inseguridad en las reglas del juego, que no seducen inversores nuevos y, por el contrario, los alejan, salvo los nichos asociados a esta “estatización de los negocios”, que no es otra cosa que querer substituir al sector privado en su función productiva por un Estado Empresario, que cada vez que se probó en la Argentina fracasó de manera estruendosa, con más desinversión, peor calidad de las inversiones estatales y una caída en la productividad que se disimuló en el corto plazo por la creación o el sostenimiento público de puestos de trabajo poco productivos (el caso de Aerolíneas, por ejemplo), asistencialismo social combinado con clientelismo y otros mecanismos para ponerle un piso a la crisis. · Las mentiras del Indec, el proyecto de ley de medios audiovisuales, los subsidios al llamado “futbol gratis” (pese a que en economía la palabra gratis no existe y la factura siempre llega, tarde o temprano, por las buenas o por las malas), en un entorno de estrechez fiscal creciente y con signos innegables de pobreza e indigencia en ascenso, más el aumento insostenible de la presión fiscal, la estatización de las “Afejotapes” y el clima de incertidumbre y no respeto a las instituciones, se combinan para expulsar inversiones, en el momento en que el país más las necesita por sus problemas de empleo, pobreza, crecimiento económico, productividad y tecnificación. Con estos datos, sin los motores que explicaron la recuperación económica 2003-2007, los socios del “club del capitalismo de amigos” posiblemente tampoco apuesten a invertir en la Argentina, porque no saben qué pasará a partir del año 2010. Quienes creen en el capitalismo y en el esfuerzo están desalentados. Los hombres del campo, ni hablar. Los medios de comunicación no invertirán sino tienen un panorama de mediano plazo y certidumbre. Las empresas extranjeras en general no invertirán en un país que permite que los trabajadores tomen las autopistas para quejarse por haberse producido despidos o al centro con estudiantes de filosofía que sueñan, otra vez, con cambiar al mundo como en los años ‘70. Las telefónicas no lo harán porque perciben el clima en su contra en la clase político (no sólo los kirchneristas), según lo que les manifiestan a sus amigos locales desde sus blackberrys de última generación. Las empresas productoras de electrónicos no lo harán tampoco, porque posiblemente habrá ahora un impuesto para proteger a las “industrias” infantiles de Tierra del Fuego Y aunque los llamados pragmáticos sigan adelante cerrando los ojos (como peces de ciudad, la canción de Aná Belén que les recomendé), y aunque la economía pueda desacoplarse de la política, y aunque hay síntomas de lenta y amarreta recuperación (como lo señala el consultor Miguel Angel Broda), la pregunta del millón es hasta cuando puede sostenerse una economía sin inversiones productivas y en un escenario político-psicoanalítico de más psicótico (y negador de la realidad) que neurótico. No hay una respuesta clara a esta pregunta, claro, aunque el escenario internacional está mejorando y la Argentina se enfrenta nuevamente a una buena oportunidad, con condiciones de aprovecharla si el contexto político se olvidara de caprichos e ideologías pasadas de moda. La película ya la vimos; “Otra vez sopa”, se llama. Y para peor, la estatización del futbol mostrará a todo el mundo, en vivo y en directo, a una Argentina y a un Maradona que no entusiasman para el próximo mundial. “Gordito –me dijo recién Paltrow al cierre de los mercados-. Aquí tenemos una fuerte toma de ganancias, allí una fuerte toma de pérdidas. ¿No los ves cada día más parecidos a Diego y a Néstor?”. Y apretó End, claro, riéndose para no llorar. Mejor escuchen a Ana Belén:
http://www.youtube.com/watch?v=Imh0vEnOMXUCarta desde el ciberespacio número 226, del 17 de septiembre de 2009
Fuente: Ciclo económico mensual, Estudio Broda, septiembre 2009
Por eso, todo aquello esta pasando, tranquilos. El Tsunami está pasando en el mundo y quedan las obvias secuelas de un desempleo mayor (porque siempre es lo último que ajusta), junto a preguntas como la velocidad de salida de la recesión (que será amarreta, según Miguel Broda, y un poco más veloz, según Paltrow, que siempre apuesta a que los comportamientos de manada mandan). También está pasando, poco a poco, la inquietud sobre cómo se reducirán los déficits acumulados en los países que hicieron sus salvatajes financieros y fiscales masivos y la aburrida pregunta sobre si V o W que se hacen los que en su vida escucharon hablar de un tal Joseph Schumpeter y su “destrucción creadora”. Y está pasando el temor a una L alargada y peligrosa a la japonesa. Y todo ello ocurre mientras los mercados vuelven a mostrarse compradores (más allá de las tomas de ganancias y los movimientos laterales), los indicadores de confianza mejoran, los fundamentos económicos demuestran que la economía mundial estaba más sana de lo que parecía, los stocks se ajustan como deben en toda salida de la recesión (a la baja), los pagos netos de la “factura fiscal” no son tan elevados porque toda aquella deuda se emitió a tasas de interés casi cero. Etcétera. El único temor, ahora que hasta el riesgo a la deflación empieza a quedar atrás, es el dólar como moneda fuerte. Pero Paltrow, que estudió en Chicago y se la pasó haciendo research de monedas en Londres por unos años en un banquito llamado JPMorgan, sigue repitiendo, sensualmente, alegremente, con mis camisas desabrochadas aquí y allá, aquella frase que leyó hace unos meses en el diario El País: “te apuesto unos besos, flaquito, el capitalismo tiene los siglos contados”, me dice, y sostiene que así como el dólar se recuperó en los meses previos en que todos amaban los Treasuries, ahora estamos en un período de descansito y flaccidez, hasta que alguien grite fuego porque la economía se recupera, se estimula, se acelera, y Ben Bernanke y su Fed empiecen a subir las tasas. “Gordito flaquito, allí quiero ver a los que se desprenden de dólares y compran eurosescleróticos, canguros australianos, coronas suecas liberadas, el famoso oro que ya cruzó hacia arriba los 1000 dólares la onza (que metal tan grasa para tener, dice ella con cara de asco)” y la famosa manada de la vuelta y vuelva al color verde, así como la libra esterlina suele tener sus sube y bajas feroces pese a que los ingleses ya no son el imperio que manda en el mundo. “Flaquito, ¿vos vez a los chinitos jugando contra el dólar y los Estados Unidos, más allá de sus jugueteos y que la tendencia de largo plazo es al multilateralismo prudente en un mundito demasiado chiquito, global, interdependiente, en donde no hay margen para cortarse solos?”. Todas estas cosas hablamos en estos días, paseando entre sol y sombra y jugando a que la segunda mitad de la vida puede ser mejor que la primera, aunque mi frase predilecta sea que “la experiencia es aquello que nos llega cuando ya no la necesitamos”, pero ella me apreta la mano, hasta que duele, me sonríe y me dice “no jodas, gorditoflaquito, ahora viene lo mejor”. Y se pone a hacer planes para el próximo viaje a Ihlabela para escaparse, ella del invierno neuyorkino que la deprime y yo de la Argentina, que nos agota con las travesuras de Pinky Cricri y Néstor Cerebro para seguir teniendo el poder a cualquier precio. Mientras tanto, al menos, hay una buena noticia: así como el mundo dejó de caer y terminó la recesión, hay una nueva oportunidad económica para la Argentina con el viento de cola que está volviendo y un cierto despegue de la economía de la política. ¿Lo aprovecharemos? Junous. Capítulo II, ¿controlar el funcionamiento competitivo de los medios o sus contenidos? “En medio de la controversia por el proyecto de ley de medios que se discute en el Congreso y un día después del masivo operativo de la AFIP en Clarín, duramente cuestionado, la presidenta Cristina Kirchner reivindicó hoy la libertad de prensa y anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley para suprimir del Código Penal los delitos de calumnias e injurias para el caso de la libertad de expresión”. Esto pertenece a una nota de La Nación publicada la semana pasada, comentando una nueva frase de Cristina Kirchner declamando su amor por la libertad de expresión. La frase de la Presidenta fue sugestiva en aquel día: “prefiero mil millones de mentiras antes que ser la responsable de cerrar la boca de alguien. Esta es la forma en que entiendo la libertad democrática"… Eso dijo Cricri, inocentemente, en aquellas declaraciones públicas, al otro día de la invasión de funcionarios de la AFIP al grupo Clarín, mientras un rato después el Indec daba a conocer el índice de inflación de Agosto de 2009, según el cual los precios en la Argentina aumentaron 0,8% en el mes pasado, contra estimaciones privadas que la ubican entre 1,2% y 1,5%. Confieso que no entendí qué quiso decir, si estaba acusando de mentirosos a los argentinos que no creen la versión oficial que suele sugerir que la Argentina es casi Disenylandia (70% de la población, more o less, que votó contra los Kirchner), o si acusaba sólo a los periodistas, una costumbre kirchnerista que se ha acentuado dramáticamente luego de las elecciones de 28 de junio, ahora que sus geniales especialistas en autopsias electorales les explicaron que perdieron por culpa de una falla en la comunicación. De repente, me pregunté si aquella frase no estaba escondiendo uno de esos actos fallidos que describen los psicoanalistas, cuando una persona dice algo sin darse cuenta que está diciendo, sin querer, todo lo contrario. En concreto, ¿creen los Kirchner en la libertad de expresión, en el debate, en la gente que piensa diferente a ellos, en el pluralismo, en el respeto por los demás? Luego de lo ocurrido en estos días con el proyecto de ley de medios audiovisuales, tengo que decir que todo indica que más allá de las proclamadas y continuas declaraciones a favor de la libertad de prensa y expresión, la ley en cuestión apunta justamente en el sentido contrario. La manera de aprobar la media sanción en el Congreso, a las apurados, a la madrugada, ahora o nunca, antes que el mandato de sus legisladores caduque en diciembre próximo, eludiendo un debate serio y sosteniendo un proyecto que claramente apunta a controlar los contenidos (y la pauta publicitaria del Estado), más que a promover una mayor competencia y transparencia entre los medios parece ir en sentido contrario. Si esto es así, el proyecto, aunque triunfe, aunque se convierta en ley, será otra victoria a lo Pirro. Pero como decía mi abuelita, lo que vale es la intención, aunque debo decir que mi abuelita se engañaba mucho, también. Lo que no han visto muchos de quienes en estas semanas han debatido este proyecto es que los medios gráficos (que tanto obsesionan al oficialismo) están lentamente en retirada. Que los programas de noticias e información que conocemos (en radio y televisión) están modificando su formato día a día, ampliando sus horizontes, sus posibilidades. Que la Galaxia Gutemberg está dando paso, sin prisa pero sin pausa, a la Galaxia Gates. Que la conformación de los medios de comunicación en este mundo híper-tecnológico y maravilloso está mutando día a día. Que el lenguaje mismo que utiliza la gente está más vivo que nunca. Que los medios de comunicación son más “medios” que antes, sólo medios, con mensajes que van y que vienen de manera imparable y crecientemente incontrolable, menos mal. Que la única forma de controlar esto es encerrando al país desde el punto de vista comunicacional, prohibiendo o saboteando o manipulando el uso del ciberespacio, con todos sus nuevos recursos de comunicación instantánea. Que la revolución digital es tan potente que nadie puede proyectar, ni imaginar, cómo serán los medios en el próximo futuro. Que la idea de controlar los medios de comunicación, aquí o en Venezuela o en Irán, es una misión imposible, salvo que se vuelva al pasado y se decida prohibir directamente la “Galaxia Gates”. Pero mejor no dar malas ideas. Aunque esto no es posible a algún genio se le ocurrirá intentarlo, ponerle un candado a un país y redistribuir la banda ancha a favor de los pobres... Epílogo: sin libertad de expresión no hay capitalismo, no hay inversiones, no hay crecimiento Cuando era chico iba con mis padres al cine, a veces los sábados a la noche. Recuerdo que en aquellos años, antes de la película, existía la obligación de que cada cine tuviera un acto vivo, en que algún conjunto folclórico cantaba y tocaba la guitarra. Yo no comprendía todo aquello, me explicaron que así querían promover la cultura nacional (y popular). Luego aprendí que a pensar, a sentir, a disfrutar la cultura, no se aprende “por decreto”, por obligación. Nunca olvidaré cuando me fijaba alrededor, cuando los folcloristas “subsidiados” cantaban la Zamba de la Esperanza, sin pasión, sin ganas, sólo por obligación, mientras quienes habían ido a ver una película al cine escuchaban también sin pasión, sin ganas, deseando que se terminara el “acto vivo” obligatorio para que empezara la película. El intento oficial de tratar de controlar los contenidos de los medios de comunicación a través de lo que por ahora es un proyecto de ley tan viejo que apunta a imponer el pensamiento único y asfixiar la libertad de expresión no es sólo un ataque a la prensa, a los periodistas, a los medios supuestamente monopólicos; tampoco es sólo un intento de ganarle la pulseada a un multimedio como Clarín para asegurarse que en el año 2011 (antes de las elecciones) el gobierno de turno, éste o los que vengan, pueda “comunicar” mejor sus logros para ganar las elecciones. El intento de controlar la libertad de expresión, de pensamiento, ataca directamente al pluralismo, a la diversidad de ideas, y esto es una condición necesaria no sólo para el progreso, el crecimiento y el verdadero desarrollo integral y saludable de una sociedad. También es la condición necesaria para el funcionamiento de una economía en crecimiento, que necesita atraer inversiones, por ahora el único modo de modernizar a un país y mejorar la productividad. Amigos y no tan amigos. Sin democracia en serio, en un ámbito sin pluralismo, sin que puedan contrastarse las ideas a través del debate, no florece el crecimiento, y tampoco vendrán nuevas inversiones, en un país que se está retrocediendo en el tiempo desde el punto de vista educativo, científico y tecnológico. Y sin inversión no habrá más productividad, ni más y mejores productos para consumir, ni crecimiento económico y social, ni capitalismo, ni socialismo, ni nada. La economía es redonda. Para consumir hay que producir. Pero sin estas condiciones, n hay círculo virtuoso, sólo habrá un círculo vicioso de pobreza económica, social, personal. Es como querer viajar tomando el vuelo de ayer, lo que le ocurrió a Paltrow el otro día cuando se volvió a su Niúiork Niúiork tomando un vuelo que debería haber salido el día anterior. Vaya con la metáfora.