Ni Macri es de derecha ni Scioli es progresista...


    Balotaje: la opción es crecer o repetir la historia y seguir cayendo...


La herencia maldita

El populismo se quedó con poco pueblo

El metrobús venció  la lucha de clases

Populismo: tendencia política 
que dice defender los derechos del pueblo


Hola gente, amigos y no tan amigos. Hace unas semanas caminaba con Patricia Paltrow por Nueva York, del brazo, feliz, y ahora estoy de nuevo en Buenos Aires, bastante menos feliz pese a que el romance continúa, aunque sea a la distancia. Estaba en los EEUU de visita, y ese día fui a buscarla a la salida del trabajo en el banquito donde se dedica a comprar y vender bonitos y stocks, para tomarnos el bus 51 hasta el Central Park y disfrutar allí de uno de los últimos días lindos de un otoño que empezaba a irse. Ya saben que en NY es casi imposible andar en auto, y menos en esos taxis con tipos desorbitados que conducen mientras hablan por teléfono en un incomprensible idioma y se pelean con todos. Ni hablar de estacionar, aunque uno sea un discapacitado del amor. Allí la moda es caminar estilo Sex and the City. Además, como Paltrow es una vieja rica (y amarreta, por lo tanto) le gusta andar en bus para poder mirarnos a los ojos, ir de la mano y disfrutar de cada lugar de la gran manzana, tocándonos aquí y allá. Yo tenía las mejores intenciones: buscar uno de los puentes famosos de las películas, en donde se han abrazado y se seguirán abrazando tantas parejas hollywoodenses, para declararle mi amor sólido, algo que ya no se usa en el siglo XXI de los tiempos líquidos. ¿Qué mejor lugar que el Central Park para jugar ese juego, en uno de los puentes? Pero cuando caminábamos por la City ella me tomó del brazo y me llevó a la calle de la Pared haciéndose la distraída y empezó a jugar con su IPhone 7 ó 9 ó 15, junous, de los que aquí no se consiguen. Y se dedicó a sacarme fotos como si no fuéramos turistas japoneses, chinos o coreanos, sino sólo dos extraños amantes que acaban de reencontrarse y no pueden creer lo que ven y sienten, y desean capturar el momento para guardarlo en la carpeta de sus memorias o su alma, nunca en un pendrive para archivarlo luego en una carpeta de la PC o la Tablet.  
Y allí lo hizo, me sacó la foto que me faltaba...


Hombre Electrónico en la Calle de la Pared, según Paltrow


Una hora después estábamos en Central Park, arriba de un puente de los de las películas de amor, y ella se llevó los anteojos oscuros hasta sus rulos morochos, o rubios (ya saben que uno nunca conocerá el verdadero color del cabello de una mujer), todo para que le vea sus ojos de colores y dejara de mirarle su camisa blanca tan desabotonada como siempre. Me miró con una intensidad de película francesa y volvió hablar con su español siempre entremezclado con alguna palabra trabada bien americana, nada de decir badinformation ni esas cosas tilingas o grasas de quien quiere demostrar que sabe algo que no sabe ni aprenderá nunca porque se siente por encima de todos y todas... Luego nos sentamos en el césped del parque central, como de picnic, con una coca cola descafeinada compartida y todo, y ella casi se sacó su sandalia derecha de Gucci para dejar que su pie jugara distraídamente conmigo, con una gracia de película sueca, boca abajo, claro. Tenía una pollerita negra sencillita como es ella, que escondía a esa banquera que puede ser tan dura como cualquier banquero suizo que te mata suavemente con una sonrisa. Me miró y habló... 

- Gordito, tengo que decirte algo... Si gana Macri decidí que me voy a Buenos Aires a vivir con vos, yo del lado derecho de la cama, Obvio, y no sólo eso, sino que en la última reunión del board decidimos reabrir una sucursal de nuestro banquito en Buenos Aires, ya que prevemos que allí habrá lluvia de dólares, de corto y de largo plazo, de golondrinas y de águilas, de empresas del SPY, del DIA y del QQQ que no se la quieren perder y quieren hacer la gran Ted Turner para irse a pescar truchas a la Patagonia... 
"Claro flaquito -agregó, mientras su pie jugaba con la sandalia chatita de Gucci, la pollera se le subía un poco y la camisa blanca volvía a abrirse sin querer queriendo-, eso si Mauricio enfrenta la herencia maldita que construyeron los K en la década ganada, logra domar el caballo salvaje que le deja la Princesa Frozen (aquella que no podía dominar sus poderes ni abrir su corazón) y consigue que la Argentina se baje del barrilete cósmico donde vive y vuelva al planeta tierra, para hacer las cosas que hacen los países normales y respetar desde la Plaza de Mayo hasta la Constitución...
La miré. Como siempre me había ganado de mano. No habló más. Me había dejado con la boca abierta con su declaración en cadena nacional. Y por las dudas aprovechó, me besó y me metió su lengua en la boca, para sellar el pacto a la americana. Yo alcancé a preguntarle porqué haría una locura así cuando nuestras lenguas dejaron de jugar, pero sólo dijo con tristeza que lo va a extrañar a Obama, aunque no lo soportaría a Trump ni a cualquier otro republicano populista y fanático del Tea Party. 
Y dijo algo más que me conmovió: insistió que quería probar cómo era comprometerse por el resto de su vida con el amor y dormir cucharita hasta que alguien nos diga Game Over. Esa fue su última declaración por cadena nacional. Luego, disfrutamos del silencio de mirarnos. Estaba todo dicho.

I - La herencia maldita que CriCri le deja a Mauricio

En estos días, en Cambiemos, el frente con Mauricio Macri (PRO), Ernesto Sanz (UCR), Elisa Carrió (Coalición Cívica), Patricia Bullrich (Unión por Todos) y otros aliados, se debatió si debía sincerarse la herencia económica, social, política y judicial, o más bien el campo minado que el kirchnerismo le deja como "regalo" al gobierno que ganará las próximas elecciones. Fue un debate difícil. Por un lado, se hicieron listas con las principales minas antipersonales que quedaron regadas aquí o allá, para que estallen en cualquier momento y en cualquier lugar después que asuma el próximo presidente constitucional. 
Para eso, Kiciloff y el BCRA trabajan día y noche junto a la Princesa Frozen en fortalecer a cualquier precio el cepo cambiario, para evitar hasta el 10 de diciembre a la noche una corrida cambiaria típica de una Argentina que suele usar al dólar como ancla cambiaria para controlar, por las malas, a la alta inflación provocada por ellos mismos, incapaces de imponer una política cambiaria y fiscal prudentes para evitar, justamente, los excesos demagógicos del recurrente populismo argentino. 



Populismo a la argentina: clientes/votantes, se buscan


Dejan así sembradas las semillas de una nueva escapada de proporciones en el dólar, los precios y las tarifas de los servicios públicos y privados, aunque ello le cueste al país chocar otra vez con la misma piedra, por culpa de la receta de siempre: excesiva emisión de moneda, endeudamiento y/o gasto público para financiar subsidios para comprar votantes/clientes, en un escenario de cero reservas internacionales. La historia vuelve a repetirse como en el tango, como en el Rodrigazo, como con la tablita de Martinez de Hoz, como en los finales de Alfonsín, como en el triste y solitario final de la Convertibilidad, y como ahora, otra vez sopa. Y ahora viene el mismo tango, "La historia vuelve a repetirse", con el mismo amor, la misma lluvia. Otra tormenta perfecta. 

La jugada es sencilla y perversa: que esta herencia maldita le explote al próximo gobierno, de manera de poder compararlo con la fallida y dolorosa experiencia en que terminó la Alianza UCR/FrePaSo en el año 2001. Y el final del juego termina con una frase de la Abuelita Cristina: "vieron, yo se los dije: eran unos inútiles". Le faltará decir que no se atrevían a doblar la apuesta, ni al vamos por todo del kirchnerismo. 

Pero el debate avanzó y vamos aprendiendo, con dolor. Se estima que cerca del 60% de los argentinos quieren votar por quien les ofrezca la posibilidad de crecer de una vez, para estudiar, trabajar y esforzarse en serio, para enfrentar así la intolerable situación en que queda otra vez la sociedad argentina, luego de estos años de democracia formal y de una apropiación del Estado por el Gobierno, para comprar o alquilar voluntades a través de un populismo clientelista que hizo creer a no pocos argentinos que la magia existe, que el Estado les puede resolver todos sus problemas en 18 cuotas o con asistencialismo, y que tienen derecho a que así ocurra porque somos un país rico y generoso. 
Como lo decía el humorista Fontanarrosa, el mundo ha vivido equivocado, nosotros no, claro está..
Pero para crecer y poder cambiar hay que superar la suma de todos los miedos publicitadas en estas semanas (el famoso "Macri es peor que Magnetto, Abel Albino y Adolfo Hitler juntos"). Así, en esta polémica interna del Frente Cambiemos sobre si sincerar o no la herencia maldita, se llegó a la conclusión que se corre el riesgo de atemorizar aún más a los votantes indecisos, debido a la campaña violenta y sucia que desató el oficialismo para imponer la creencia que a Macri le gusta cenar comiendo niños envueltos que le preparan sus amigos del Opus Dei, financiados por Magnetto, la CIA y los ya famosos grupos concentrados del Poder (aunque seguramente no se referían a Cristóbal López, Lázaro Baéz y otros desconocidos de siempre)

Es posible que tengan razón, y además, quien mejor sabe lo que está ocurriendo hoy en la Argentina es cada ama de casa que va al supermercado, cada argentino que transita por la ciudad o el país, cada persona que enciende la televisión, escucha la radio o simplemente trata de seguir con su vida a pesar de sobrevivir en un país que no funciona. Hay gente que se engaña y gente que no lo hace, y contra eso a veces hay que esperar que el tiempo haga su trabajo.  
La lista provisoria de la herencia maldita, o el inventario, es conocida, demasiado larga... Frívolos y grouchomarxistas, abstenerse...
  • Un déficit fiscal cercano a 8 puntos del PBI, con el agravante que la presión fiscal  se encuentra en cerca de 44% del mismo y no hay margen para aumentar nuevos impuestos, por más creatividad que se tenga.
  • Reservas internacionales reales (dólares disponibles y propios en el BCRA) que tienen fecha de vencimiento no más allá del 10 de diciembre próximo, sino antes, esto es, cuando debe asumir el próximo gobierno.  
  • Una situación social caracterizada por un desempleo rondando el 10% sin contabilizar los planes de asistencia social a quienes no estudian ni trabajan, y con niveles de pobreza cercanos a 30%. 
  • Una sociedad que a lo largo de estos años ha llegado a creer que la magia existe y que un país puede vivir sin trabajar ni producir, aunque sí consumir comprando en 18 cuotas que se pagan en parte con la inflación. ¿Y las leyes de la oferta y la demanda, ese invento neoliberal que supuestamente usan sin problemas, y con beneficios, los casi 200 países serios del mundo, sin tanta ideología pasada de moda? (incluídos los chinos, claro). 

El mundo ha vivido equivocado, suele pensar Kiciloff
  • Un festival de Bonos (en pesos) con una deuda pública que se triplicaría en el año 2016 respecto a 2015. 
  • Un festival de Bonos en dólares que en 2016 deberá incluir un arreglo con los holdouts y un nivel de vencimiento de intereses bastante mayor al de 2015. 
  • Un exceso de pesos emitidos y a emitirse para financiar el Gasto Público desmadrado por compromisos inelásticos del Estado (jubilaciones, planes sociales, tarifas de servicios públicos...). 
  • Una dotación de empleados públicos multiplicada en los últimos meses con la creación en todos los niveles de puestos de dudosa necesidad para incluir a los amigo del actual oficialismo, esos que en el barrio llamamos ñoquis.
  • Un comercio exterior fuertemente deteriorado, con exportaciones que cayeron unos u$s 20.000 millones respecto a pocos años atrás, mientras las importaciones son "pisadas", retenidas, frenadas, por la falta de divisas para financiarlas y pagarlas, lo que tiene un grave efecto sobre la capacidad productiva por la falta de insumos esenciales y en muchos casos críticos, lo cual explica que la actual recesión no se origina en una demanda desbocada (e inflacionaria) sino en una oferta trabada por la incapacidad de producir sin estos insumos críticos, equipos durables, tecnologías o bienes terminados que el país no produce. 
  • Una inflación que acumula distorsiones de precios relativos graves (dólar y tarifas atrasadas, una puja distributiva en ascenso), con las presiones sociales que ello implica.
  • Un fuerte retraso cambiario tan grave como el de los últimos tiempos de la convertibilidad, o el que terminara en la explosión del Rodrigazo, que llevó a una confrontación dramática entre los dos peronismos, que a su vez culminó en el llamado proceso de reorganización nacional.
  • Un país que navega sin instrumentos ya que el kirchnerismo rompió el termómetro para falsear las estadísticas nacionales.


¿La elección es entre izquierda y derecha? 
¿O la realidad es más complicada que las viejas ideologías en blanco y negro?


II - El relato y la falta de estadísticas, otra herencia maldita

Amigos y no tan amigos, la inflación se acerca a 30% anual, quizá algo menos, pero no lo sabemos con certeza porque el Indec (el antes prestigioso organismo que tenía la función de elaborar buena parte de las estadísticas nacionales) fue destruido sistemáticamente por un gobierno que necesitaba esconder la realidad, de manera de inventarse un relato a su imagen y semejanza que pudiera "vender" buenas noticias económicas y sociales, y poner debajo de la alfombra las malas noticias, las que contradecían sus objetivos o su simple ideología. 
Muchos técnicos del Indec fueron echados, callados, silenciados, esmerilados, perseguidos. Y el país se quedó sin estadísticas serias y confiables que revelaran la situación real de la nación, lo que puede parecer un detalle menor dentro de los anteriores puntos de esta herencia maldita que deja y escondió el kirchnerismo. Pero no lo es. Un país sin estadísticas confiables es como un barco o un avión que navegan o vuelan sin instrumentos. El piloto no sabe si está volando a 2300 metros de altitud en medio de las nubes y está por estrellarse con la ciudad de Bogotá o está a 10.000 metros de altura pero ingresando en una tormenta perfecta. El capitán del barco no sabe en una noche oscura si lo que viene por delante es un iceberg y terminará como el Titánic, o si se acerca a otro barco que está varado, sin iluminación, al que terminará chocando poniendo en peligro la vida de cientos o miles de personas. Y un ministro de Economía, al no saber la magnitud de la inflación, del desempleo, de los niveles de pobreza e indigencia (que en la Argentina ya ni siquiera se elaboran hace unos años), o la velocidad a la que están creciendo -o cayendo- variables cruciales como la producción, las inversiones o el comercio exterior, no puede diseñar e instrumentar políticas de expansión o de contracción, de crecimiento o de estabilización, lo que pone en sus desinformadas manos las vidas de millones de habitantes. Si un médico hace una mala práxis se le mueren un paciente. Si uno ministro d Economía, o un Presidente, se equivocan, puede llevar a la riqueza o la pobreza, a la salud o la enfermedad, a miles o millones de personas. 
Tanto es así que en la Argentina de la falsa inflación que declara el Indek desde el año 2007, todas las cifras oficiales derivadas o construidas en base a los indicadores de precios son falsas, o equivocadas, y no dan a quienes deben tomar decisiones datos reales sobre la situación económica. ¿La cantidad de pobres en la Argentina es del 5% o del 30%? Claramente no es lo mismo, ni lo son las medidas que deben tomarse para enfrentar esto. 
Pero no sólo el Indek ha cambiado, engañado, mentido, ocultado a las estadísticas oficiales. El BCRA, que tiene la obligación de informar periódicamente sobre variables clave como el nivel de las reservas internacionales, en los últimos tiempos se ha dedicado al mismo "juego", con el resultado que hoy los consultores privados deben realizar estimaciones difíciles y riesgosas sobre cuál es el nivel de reservas internacionales que existen en la entidad monetaria, así como no hay información precisa sobre los niveles de emisión monetaria, base monetaria o deuda pública, en pesos y en dólares, sin ir más lejos. 
No se trata de un tema menor. 


III - Una devaluación del peso que ya se produjo...


En estos días la nueva polémica ya no es si debe salirse del cepo cambiario que ancló el dólar hace unos años como un sustituto ineficaz de una política anti-inflacionaria seria (controlar el gasto público, el déficit fiscal y la emisión monetaria descontrolada), sino si debe salirse mediante una política rápida ante la inocultable insuficiencia de reservas internacionales o si puede aplicarse el gradualismo. Será uno de los temas álgidos del próximo debate entre los dos candidatos presidenciales, Daniel Scioli y Mauricio Macri. Mientras tanto, lo concreto es que la devaluación de la moneda ya ocurrió, ha venido ocurriendo en todos estos años empujada por una inflación que crecía sin freno mientras la paridad cambiaria estaba anclada (clavada, reprimida) como un sucedáneo inepto de una política anti-inflacionaria como la que aplican la gran mayoría de los países del mundo, en que la inflación hoy ha dejado de ser el gran problema económico del pasado. 
Lo cierto es que el país, el gobierno que se va, ya devaluó la moneda, el peso, y en niveles muy elevados que corroen el poder adquisitivo del los sectores de ingresos fijos (los más humildes). ¿Cómo lo hizo? Sencillo: utilizando la máquina de fabricar billetes de manera descontrolada. El resultado es claro: los argentinos viven una lluvia de pesos y los billetes nuevos de 100 pesos (los Evita) están supliendo a los billetes viejos (los Roca). Los cajeros automáticos no alcanzan. Las billeteras no alcanzan para tantos billetes sin valor, hasta el punto que quienes se manejan dentro de la corrupción ya no cuentan el dinero, sino que lo pesan, como fuera popularizado por la televisión. Los depósitos en el banco para hacer un pago llevan largos trámites mientras los cajeros no dan abasto para contar billetes de 100 pesos que ya casi no tienen valor. Y en esa devaluación del peso, se acentúa y acelera peligrosamente la puja distributiva precios-salarios, mientras el poder adquisitivo y el valor del dinero se licúan mes a mes recordando a los argentinos de más de 35 años la angustia de la alta inflación y un temido retorno de la hiperinflación. 
Pero cuidado, de ocurrir una nueva escalada inflacionaria esta no se desatará por culpa del próximo gobierno, sino por un sinceramiento necesario del valor del dólar y de las tarifas de servicios públicos, con todas sus efectos secundarios. Lo que ya se ha devaluado es el peso, y sólo resta un sinceramiento doloroso del resto de las variables y los precios relativos. Este es el costo quizá más desestabilizador de la herencia maldita que le deja el kirchnerismo al próximo gobierno, gane quien gane, hay que decirlo. 
Si llegara a haber un ajuste, que lo habrá tanto si gana Scioli como si gana Macri, no será responsabilidad del próximo gobierno sino del que se va, que deja el campo minado con esta herencia. Y nada asegura que un sinceramiento y una política económica que lleve a normalizar el país y lo convierta en un país más serio debiera necesariamente ser negativo, como lo sugiere la campaña sucia, negativa y agresiva que lleva adelante el des-gobierno actual, con sus alertas culposas de un próximo ajuste que generaría, supuestamente, el ganador de las próximas elecciones. De nuevo: la devaluación ya ocurrió, y sólo falta el sinceramiento, esto es, salir del cepo para comenzar a normalizar la economía argentina para que vuelva a funcionar y salga del actual letargo.   

El peso argentino ya se devaluó vía inflación...




Y otra vez el dólar se está ajustando a la devaluación de nuestra moneda...



III - De la corrupción, ni hablar...


"Flaquitogordito -me dijo Paltrow aquel día mientras descansábamos amorosamente en el Central Park y hacíamos planes para el futuro-, tengo una idea, aunque no sé si será tarde: exportar a la Argentina máquinas destructoras de documentos, papeles, boletas para las elecciones, estafas varias y otras pruebas que, por lo que se sabe, están funcionando a pleno en los diversos ministerios poblados por los pocos funcionarios que quedan en el gobierno nacional. Ese es su trabajo principal hoy por hoy. Debe ser un gran negocio vender estas maquinitas para cada repartición del Estado y no pocas empresas del sector privado. Pero de eso mejor ni hablar. Mejor abrazame desde la cabeza a los pies -terminó de decirme, y no supe si estaba triste o alegre, chispita o simplemente azorada de la decisión que estábamos tomando. 

La miré un poco escéptico como la mayoría de los argentinos cuando hablan de estas cosas. Miré a mi alrededor, los puentes, los árboles, la gente paseando tranquilamente o corriendo para hacer deporte, y más lejos los edificios de Niúyork Niúyork.... Me di cuenta que ella vivía en un país en donde quien miente, poco o mucho, quien esconde, quien no cumple con los mandamientos, con la ley, con las reglas del juego, no es perdonado, sino severamente castigado. Y en ese momento le tomé la mano, la ayudé a levantarse y estuve tentado a decirle que no volviera a vivir a la Argentina, que se se quedara en su banquito de la Calle de la Pared. Pero sus ojos de colores, su dulzura, su fuerza, su belleza extravagante que hizo morir de amor a muchos admiradores de aquí y de allá me hicieron un egoísta, y me callé la boca. 


La última tecnología de la Argentina, la destructora de documentos


Eso es todo por hoy, amigos y no tan amigos, ya estoy otra vez en Buenos Aires y espero que gane Macri por la más egoísta de las razones: para que Patricia Paltrow vuelva a vivir a la Argentina, del lado derecho de mi cama, para mayores datos. 

Un abrazo y hasta la Victoria Secret. 

El Hombre Electrónico
Políticamente Incorrecto
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Muerte del fiscal Nisman: un nuevo relato salvaje que involucra a los argentinos



Carta desde el ciberespacio 299, del 20 de enero de 2015







¿Oscar a un país donde dirigentes y dirigidos viven fuera de la ley?

En 2014 se estrenó en la Argentina una película que batió récords mostrando seis historias bien nuestras, de argentinos y argentinos que viven fuera de la ley, que se creen los dueños de la verdad, que engañan y se engañan, que se imponen por la fuerza, que ponen bombas porque consideran que la grúa les llevó su auto por error (y encima se convierten en héroes), que asesinan, que corrompen a sus propios hijos malcriados y asesinos y los convierten en psicópatas con derecho a transgredir las leyes.
Casualmente, o no tanto, esta película ha sido seleccionada para competir por un Oscar, mientras en la Argentina se ha agregado un séptimo relato salvaje en donde hay una muerte que nos devuelve a tiempos pasados (el "suicidio" del fiscal Nisman) que confirma que los argentinos vivimos en el Far West. 



Hola gente, amigos y no tan amigos. Durante varios años, entre 2004 y 2012, las cartas desde el ciberespacio les llegaban puntualmente todos los jueves. Luego no quise seguir. Fue cuando CFK ganó las elecciones con un 54% de los votos de todos los argentinos. En aquellos días me dije "basta, si la gente prefiere un populismo disfrazado de democracia y elige repetir la historia una y otra vez, no está en mi cambiar el curso natural de las cosas, tengo que respetar esa decisión"...  
No soy de esos fanáticos que tienen la omnipotencia de querer cambiar el mundo, aprendí con el tiempo que esa tarea no es de elegidos, ni de mesiánicos, sino de todos, de cada uno, haciendo el esfuerzo cotidiano de crecer, de aprender de nuestros errores, de escuchar a los demás, de dejar de creer que somos los dueños de la verdad y que el mundo está equivocado. Eso es crecer, que no tiene nada que ver con el llamado éxito. 
En aquel momento, con tristeza, dejé de escribir estas cartas y decidí que sólo lo haría cuando un evento muy especial me llevara otra vez al blog del Hombre Electrónico para tratar de comunicar alguna idea, alguno sentimiento, alguna alerta importante, alguna noticia que sacudiera al mundo o al país lo suficiente como para intentar una reflexión que pudiera contribuir en esta difícil tarea de promover aquella sana costumbre que en la Argentina no parece funcionar bien: pensar por nosotros mismos, pensar diferente (como lo diría Steve Jobs), aprender de quienes no piensan como nosotros, respetar a quienes son distintos y crecer justamente gracias a la diversidad de ideas que es la que en 9 de cada 10 países del mundo traza una raya entre el crecimiento genuino y la chatura. 

El país en estos años fue sumando más ideología que ideas, más fundamentalismo que libre pensamiento; nos hicimos frívolos, fanáticos, muchos -no todos- se hicieron dogmáticos o grouchomarxistas y se dedicaron a vivir sin principios ni valores, sin normas, sin reglas, sólo haciendo lo que fuera conveniente, priorizando sus fines personales independientemente de los medios necesarios para lograr su objetivo. La palabra es bien argentina: salvarse, antes era encontrar un curro, en el futuro no lo sé. 
Así, la sociedad argentina se fue desvalorizando, los premios y los castigos ya no se aplican, gana la ley del menor esfuerzo, se nivela para abajo, ganan los perdedores. Este populismo disfrazado de progresismo convenció a millones de argentinos que se merecen un paraíso cotidiano aunque no se esfuercen para construirlo estudiando, trabajando, sacrificándose. ¿Para qué?, si nos han enseñado que nos merecemos lo mejor aunque no hagamos demasiado para lograrlo... (por suerte muchos no aprendieron la lección).

Eso, esto que estamos viviendo ahora, es la decadencia que algunos poetas del relato llamaron la "década ganada", y en ese estado vivimos hace unos años, divididos, peleados, anestesiados, insensibles, agresivos, siempre creyendo que tenemos razón y que los demás están equivocados. Y así nos convertimos, poco a poco, en la peor versión de nosotros mismos. ¿La culpa? Se la echamos a los políticos, al gobierno, a la oposición, a alguna conspiración internacional de los países del Norte. Nosotros no, nunca, nosotros somos inimputables, decimos "yo no la voté", "mi límite llega está aquí" y nos lavamos las manos, y los que pueden se van a Miami, o se toman un crucero, o van a la cancha a ver fútbol para todos comportándose como barra bravas, o se compran en cuotas la pantalla más grande, una tablet, un smartphone más inteligente que ellos, o 40 metros cuadrados para que la inflación no les devore sus ahorros. Se defienden de la inflación comprando en cuotas lo que puedan y se callan, nos callamos, miramos para otro lado, aplaudimos o admiramos secretamente a ladrones y corruptos (desde boqueteros hasta testaferros o vicepresidentes motoqueros) y nos llenamos la boca hablando de que "éste país no tiene remedio", mientras los amigos ya no son más amigos porque unos cuantos se creen los dueños de la verdad, y así las familias se pelean y pasan las fiestas separadas, peleadas, mientras en las calles nos matamos por llegar primeros en todo, y más, muchos más ejemplos de relatos salvajes. Demasiados ejemplos. Cada uno conoce los suyos. 



https://www.youtube.com/watch?v=wKLRjuZiUis

Mientras esto ocurría en los años pasados, en 2014 se estrenó en la Argentina una película que batió récords mostrando seis historias bien nuestras, de argentinos y argentinos que viven fuera de la ley, que creen que tiene razón pero se matan, que engañan y se engañan, que se imponen por la fuerza, que ponen bombas porque consideran que la grúa les llevó su auto por error (y encima se convierten en héroes), que corrompen a sus propios hijos malcriados y asesinos y los convierten  en psicópatas con derecho a transgredir las leyes. Y mientras, la violencia siguió avanzando, la inseguridad se amplificó, la psicopateada se instaló en muchos como comportamiento, la incertidumbre económica creció mientras muchos acepten un poco de inflación y magia antes que enfrentar un problema que, tarde o temprano, explotará como tantas veces lo hizo en el pasado y nos llevó puestos.
Y ahora vamos por todo, como nos lo enseñó nuestra Presidenta. Intentaremos ganar el Oscar de la Academia de Hollywood a una película bien argentina que nos muestra, otra vez, como somos: transgresores, prepotentes, vivillos, ganadores, pseudoganadores, arrogantes, 'progres' con el dinero ajeno, siempre dueños de la verdad, gente con más fines que principios. 

Seis historias sobre argentinos que viven fuera de la ley, 
como si eso fuera normal

Aunque quizá ya sea tarde, o quizá estemos en el límite y empecemos a aprender de todos nuestros errores. Los argentinos (con el notable mal ejemplo del gobierno de turno, y de los anteriores) hemos llegado a creer que podemos transgredir las leyes, que podemos pasar a los otros autos por la derecha en las rutas, o correr a más de 200 km por hora en una Ferrari, que podemos imponer leyes sin debatirlas, abusando de tener la mayoría y que eso da derecho a imponerse a las minorías, que se puede echar la culpa de nuestros problemas al "mundo" que se nos cae encima y pasar por encima de los demás, que no es grave engañar a nuestras parejas, que podemos educar a nuestros hijos como si fuéramos sus amigos, sin enseñarles conductas y límites con tal de evitarles el sufrimiento, aunque después atropellen y maten a un peatón con el coche de papá. 
La receta de muchos argentinos es sencilla y patética: podemos engañar, podemos matar, podemos robar, sabemos más que el otro y damos lecciones de moral, podemos destruir, podemos correr como locos por una ruta sin respetar las normas, etcétera, etcétera. Estos son nuestros principios, pero sino les gustan tenemos otros. 

Todo como en Relatos Salvajes, una película sin duda "Made in Argentina" que competirá en unas semanas por el Oscar, mostrando el increíble laboratorio en que se ha convertido nuestro país, en donde detrás de los 6 relatos salvajes que nos atrapan con su violencia creciente, brutal y casi hilarante se esconden personas de carne y hueso que han llegado a creer que se puede, y no está mal, vivir fuera de la ley, no cumplir las reglas para vivir en sociedad, corromper, enfermar, castigar, matar... 

Pero cuidado, en estos días la Argentina cruzó otra peligrosa raya entre la vida y la muerte, como en otros tiempos del pasado que empezaron así y terminaron en los terribles años '70, por ejemplo. Esta vez apareció un séptimo relato salvaje que no se aparece en la película y que superó, por lejos, a los anteriores relatos salvajes. Se sospecha que un fiscal de la nación acaba de ser "suicidado" no se sabe por quién, porque el pobre hombre sólo quiso hacer cumplir la ley y propuso juzgar a las más altas autoridades de la nación por el nebuloso, incomprensible y confuso "acuerdo" con Irán. Nadie sabe si el fiscal se suicidó o lo suicidaron, aunque todo indica que la mayoría de los argentinos, hoy mismo, no creen en la versión oficial e intuyen que el hombre, que ayer mismo tenía que exponer las pruebas de sus acusaciones ante una comisión de legisladores del Congreso Nacional, faltó a la cita porque apareció muerto en su departamento de Puerto Madero, provocando este hecho por ahora poco claro y poco explicado por las autoridades y la justicia, un shock y un temor y una incertidumbre como la que viviéramos los argentinos en el pasado. Por supuesto, la justicia parece llegar tarde también para clarificar lo ocurrido esta vez, paradójicamente con el hombre que quiso aplicar la justicia y las leyes ante la masacre de la AMIA (que algunos siguen llamando atentado) y ante quienes en estos años quisieron pactar con los presuntos culpables de aquella tragedia nacional no resuelta. 


Fiscal Alberto Nisman, un suicidio en el que pocos creen


Amigos y no tan amigos, es posible que Relatos Salvajes gane el Oscar en unas semanas. Si ello ocurre, ¿será un premio?, ¿será una muestra más de la curiosidad llamativa que causa en el mundo la Argentina transgresora y siempre fuera de las normas civilizadas que se imponen en los países que aspiran a vivir dentro del orden y la libertad de expresión? ¿Será que en el mundo no entienden a un país que se dice democrático pero en que los tres poderes del Estado viven confrontando, con un Poder Ejecutivo que intenta imponerse por las buenas o por las malas al resto de los poderes de la República, mientras el resto de los argentinos siguen subestimando el indudable vamos por todo que dobla la apuesta una y otra vez? ¿Será que nos ven como si vieran a un país rico, lleno de posibilidades, pero que se ha encaprichado en creerse superior, el ombligo del mundo, mientras vive como si estuviera en el salvaje Far West? 

No lo sabemos. Pero hemos cruzado una nueva y peligrosa línea. Las fieras están sueltas. Vivimos en un país en donde el futuro se parece demasiado al pasado. 

Eso es todo, los dejo, me espera Patricia Paltrow para que la abrace porque de casualidad en estos días está de visita en Buenos Aires y está perturbada por lo que estamos viviendo. Lógico, ella viene de su cálido apartamento cercano al Central Park, aprovechando sus vacaciones de invierno en Wall Street, y al llegar aquí se dio cuenta que el avión la había traído hacia un peligroso e inquietante lugar que se parece demasiado a aquella serie tan exitosa de años atrás, Lost, en donde uno no sabe si está en el futuro o en el pasado, en el paraíso o el infierno, vivo o muerto. 
"Flaquito gordito -me acaba de decir Paltrow esperándome en la cama, mientras mira el canal Bloomberg porque no soporta los programas de noticias de la Argentina-. ¿Qué te parece sino escapamos a Ilhabela esta misma noche. Sino, nos vemos en otra vida porque esto no lo soporto, Bombón, me dijo, jugando a que era la Penelope de Lost." 
Y hablaba en serio, claro, si esto se ha vuelto insalubre, tóxico, para una persona que viene del mundo normal. Nosotros lo toleramos porque ya estamos acostumbrados a que todos los días nos sacudan con una película de terror...  


¿Y si a partir de mañana cumplimos 
todos con la Constitución?


Eso es todo, amigos y no tan amigos, un abrazo, saludos de Patricia Paltrow. Y hasta la Victoria Secret. 



El Hombre Electrónico
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19/1/2015