Carta desde el ciberespacio número 183, del 7 de agosto de 2008

¿Y si se desinfla la burbuja de los commodities y se recupera el dólar?
Otra tormenta perfecta
Hola gente, amigos y no tan amigos. ¿Habrá sido Patricia Paltrow la que pinchó la burbuja de los commodities? ¿La que esta empujando la relación dólar-euro por debajo de 1,533 haciéndose preguntar a muchos si ya se terminó la era del euro por unos cuantos años? No, ella no es capaz, aunque ya la imagino a la Presidenta Cricri (a quien le encanta buscar culpables) echándole la culpa de la próxima crisis argentina a la timba internacional y a la mismísima Paltrow, por pincharle la burbuja en que vive, como Alicia en el país de las Maravillas. Lo cierto es que hace meses que Pato lo viene anticipando, aunque sin saber el cuando y el como. Y lo cierto es que es muy escuchada, aquí y allá, en la Calle de la Pared sobre todo, además de ser observada atentamente cuando pasa caminando muy fashion en estilo discreta por los pasillos de las torres de vidrio de WS hablando sola con su blutut, con sus anteojitos que sólo usa como vincha para ordenarse un poco su cabello ahora ondeado y largo, más bien castaño oscuro, siempre hecha una lady. ¿Se acuerdan cuando era rubia de ojos celestes?, ya no, de hecho nadie sabe ya cuál es el color real del pelo de una mujer, ni ellas mismas, ni sus peluqueros. Pero los ojos siguen siendo los mismos. Eniuai. Sólo tiene sentido decir que Paltrow fue la primera que observó, hace más de un semestre, que estábamos ante una nueva burbuja, mientras todos hablaban de la crisis alimentaria mundial y de China e India como “la” garantía que tenía la Argentina de que el buen clima internacional persistiría y que la gran oportunidad habían llegado para quedarse. Tanto fue así que “el pibe” Lousteou (en un día de esos en que todo te sale mal, allá por marzo) tuvo la mala idea de decirle que sí a Kichner (que no se dio por enterado que ya no es Presidente de la Nación, de paso) cuando le pidió una recaudación extra de 15.000 millones más de pesos para 2008, y el muchacho enrulado inventó la famosa resolución 125, que tenía como supuesto que los commodities seguirían subiendo hasta el cielo y que los hombres de campo se la “bancarían” bailando la bamba y cantando “con un poco de gracia y otra cosita”, así como soportaron estoicamente las subas de rentenciones anteriores porque había un escenario mundial de suba de precios internacionales que los mareó un poco a todos y relativizó nada menos que la teoría de Raúl Prebisch sobre el deterioro secular de los términos del intercambio. Bueno, ahora, posiblemente, se está insinuando con fuerza el ciclo inverso, o peor, ya empezó, ajusten sus cinturones de seguridad. Capítulo I, extrañando el viento de cola, añorando la enésima oportunidad perdida Para quienes ven en esto que está ocurriendo la decadencia final del imperio americano, todo indica que por ahora se suspendió la función. Hay barquinazos en la nave, hay más inflación en los Usas por el petróleo y los combustibles y los commodities, hay desaceleración económica de los Estados Unidos que, además, empieza a derramarse como una suave mancha de aceite a los países emergentes (aunque los que tienen buenos fundamentos apenas sufrirán), hay volatilidad en los mercados financieros y bastante incertidumbre, hay ruido de ajustes cambiarios en los países que revaluaron sus monedas contra el dólar en los años pasados. Pero no cayó nada de manera dramática ni se caerá nadie que haya hecho las cosas bien y decentemente. El consumidor norteamericano vio subir la nafta por encima de 4 dólares el galón y ya bajaron 10% su demanda, demostrando que son gente concretita. Los grandes autos norteamericanos devoradores de combustible dejan de fabricarse (como el jeep gigante que más de un argentino prepotente se hubiera comprado para cuando lo paran para hacerle el examen de alcoholemia). El mundo crece más despacio por unos trimestres, pero los pronósticos descabellados de estanflación para los Usas no parecen probables en una economía en donde la oferta y la demanda funcionan adecuadamente y en que si “sube el precio, baja la demanda”, como lo dice aquel manual de instrucciones escrito hace siglos por Adam Smith y otros economistas clásicos. Y las burbujas, tarde o temprano, explotan, o preferentemente se desinflan con el menor daño posible. Es lo bueno de la competencia, es lo bueno de la transparencia y los premios y castigos que funcionan adecuadamente, es lo bueno de mercados que funcionan razonablemente bien, y si no lo hacen, viene un regulador del Estado (ni siquiera del gobierno) y hace algo para que funcione mejor la competencia. Es lo bueno de tener instituciones fuertes y autónomas, como la Fed, sin ir más lejos, que hizo, un año atrás, un diagnóstico correcto sobre la crisis sistémica del sistema financiero y ahora no hacen otra cosa que jugar fuerte (y heterodoxamente si es necesario) para resolver el problema. Dicho de otra forma, para quienes se habían olvidado que las economías tienen ciclos económicos desde hace siglos, es obvio que ha comenzado, hace meses ya, un ciclo negativo en los Estados Unidos, nada grave, y atenuado por la misma política monetaria, salvo que en una economía globalizada e interrelacionada, y dado el peso relativo de los Estados Unidos, esto derrama como siempre su impacto sobre la mayoría de los países del equipo “resto del mundo”, que por demás tienen hoy una salud envidiable como para que si los Estados Unidos se resfrían, algunos se engripen pero nadie se agarre una pulmonía, salvo aquellos países que ignoraron las señales que se perciben. Es el caso de la Argentina, cuyo gobierno sigue preocupado por las encuestas, por esconder la realidad, por atacar las consecuencias, nunca las causas, y por vengarse del pobre de Cleto Cobos. Total, la inflación de 30% es un “invento mediático” y el Indek de Moreno es un convento de carmelitas descalzas. Es el caso de la Argentina, en que mucha gente creía hasta el sábado que el problema era Néstor Kirchner y que si él se fuera de vacaciones (con D’Elía, Moreno y De Vido, para no aburrirse y tener a quien darles órdenes) y la dejara gobernar a Cricri tranquila, todo estaría bien. Unos pocos números revelan lo que más debiera preocuparle a la Argentina: la posible caída de los commodities, de todos los commodities, aunque en especial del famoso yuyito llamado soja, que tanto los desvela a todos, y en especial al gobierno. El primer gráfico de abajo confirma, a través de un fondo de acciones muy simpático que invierte en productos agrícolas, que cuando en septiembre del año pasado la crisis financiera se desató muy fuerte en los EE.UU., los muchachos de la Calle de la Pared se dedicaron, para cubrirse, a vender acciones norteamericanas (como las 500 que están en el S&P) y a comprar futuros del famoso yuyito, además de otros granos (cereales y oleaginosos, para los que no saben), y el famoso petróleo, oro y esas cosas (hasta Calafate quisieron comprar, pero ya estaba todo vendido). Los medios de comunicación, que no entienden demasiado, escuchaban y publicaban irresponsablemente los rumores que decían que el crudo se iría a 100 dólares por barril, luego a 150 dólares, algunos hasta dijeron 200 dólares, repitiendo como si supieran. Y los muchachos de los BM (los llamados alguna vez los Amos del Universo) se tiraron de cabeza a comprar eso, o refugiarse allí, convirtiéndose ellos y sus asesorados en chacareros, agricultores y hasta petroleros como el recordado JR, hasta que las cosas se clarificaran. Así nació otra burbuja, esa, que ahora estaría empezando a desinflarse, quizá, mientras el dólar parece recuperar vigor, sin prisa, frente a un euro que, también, se había pasado de vueltas poniendo nerviosos especialmente a los mismos europeos. Ahora el euro empezó a desinflarse y todo indica que es una tendencia, más allá de los serruchos de siempre, y los commodities, todos los commodities, comenzaron a caer (segundo gráfico). Y todo esto ocurrió mientras en la Argentina el gobierno sigue soñando con ganarle al campo, vencerlo, tenerlo de rodillas y recaudar más con los superprecios agrícolas que quizá ya no serán, y redistribuir el ingreso alentando un modelo productivista que ya ni superdólar tiene, gracias a la inflación “inexistente” que todos los meses erosiona la paridad real del billete y lo atrasa y aumenta los costos de vivir y producir, llevándo al billete verde a niveles parecidos a los de la convertibilidad, tan criticados por los productivistas de la UIA y por éste mismo gobierno que tenía al dólar recontra-alto como uno de sus paradigmas más preciados…
Fuente Yahoo Finance y Bloomberg
Capítulo II, ¿se prepara otra tormenta perfecta? Recordarán la película, sobre todo las mujeres, porque el héroe era George Clooney. Un barquito que sale a pescar a alta mar y progresivamente todos los fenómenos meteorológicos se combinan para generar una tormenta de aquellas, que le cierra al barquito todas las puertas de escape, incluso quizá volver atrás al puerto y esperar que amaine (no anda el fax para enterarse, qué cosa). Pero Gorge Clonney era tan cabezadura como los Kirchner, en su diccionario no había palabras como autocrítica, arrepentirse o volver atrás cuando todavía podía hacerlo. Con lo que se dieron dos fenómenos: uno, un clima que inesperadamente se descompone mal, muy mal, enviando señales muy claras que el capitán de la nave no quiere ver porque “no va con su naturaleza”, como en el caso del famoso escorpión que no puede con su genio (está muy presionado por pescar, o recaudar más, pongan la palabra que más les guste a esta metáfora). El segundo fenómeno es, además de un capitán que no quiere ver la realidad, un barquito que está lleno de debilidades, y que no está preparado para soportar una tormenta de esa magnitud. Si quieren agregarle problemas, adentro del barquito, unos tripulantes opinan que hay que volverse y otros que hay que seguir adelante, pero el capitán se impone, cabezadura al fin, y se meten de lleno en la tormenta…
¿Cómo describir en este caso la tormenta perfecta que empieza a formarse sobre la Argentina? · Desde el costado internacional, un “yuyito” (la soja) cuyo precio empezó a bajar a niveles que inquietan, porque si esta tendencia continúa pondría en peligro dos pilares de la política económica: el superávit comercial y el superávit fiscal, agregándole presión a la ya persistente salida de capitales que se viene verificando en los últimos tiempos (salieron últimamente “sólo” 9.000 millones de dólares por fuga de capitales), poniendo en riesgo las famosas reservas internacionales “invencibles”. En concreto, la tapa de hoy jueves de Ambito Financiero destacaba una pérdida en el precio de la soja de 27% en el último mes, aunque hoy hubo algún repunte menor. Todo indica que habría empezado a desinflarse la burbuja de los commodities, cuando menos en la porción especulativa que hacía subir sus precios en los meses pasados. Nada indica que los precios puedan volver a los muy bajos niveles de los tiempos de Fernando de la Rúa porque la demanda mundial se ha fortalecido sin duda por el ingreso de China e India y todo eso que repiten los funcionarios cuando quieren convencerse que la Argentina está “blindada”. · También, el dólar, que viene de 1,60 hace pocos días y hoy arañaba 1,5320, lo que no es poco decir y pone en duda, si persiste esta tenencia, a la revaluación que han mostrado casi todas las monedas en el mundo en estos años. Vale aclarar que hay una relación inversa entre el dólar y los precios de los commodities, esto es, sube el dólar, bajan los precios de estos productos (que se valorizan en esa moneda).

Fuente: Ciclo Económico Estudio Broda, 6 de agosto de 2008

Ya volví a Baires, de paso. Ayer nomás, el ciclo económico mensual del hiperconsultor Miguel Angel Broda (como siempre con Rosendo Fraga y Ricardo López Murphy) estaba muy concurrido por sus clientes habituales y otros, de los que vienen sólo en caso de incertidumbre grado rojo. El panorama internacional de Miguel Angel fue inquietante porque el mundo ingresó en un ciclo de fuerte desacaleración económica, pero cuidado, nada para suicidarse cortándose las venas, apenas unos lexotanil alcanzan. El panorama interno que mostró Broda, en cambio, si fue para preocuparse, por la combinación de este contexto internacional (nada inesperado, por lo demás, aunque la resolución de la crisis se esté demorando bastante más de lo previsto inicialmente) debido a los desequilibrados fundamentos internos que muestra la macroeconomía argentina. De la catarata de estadísticas que Broda genera habitualmente, la más inquietante fue, otra vez sopa, el famoso y maltratado “yuyito”. El año 2008, con los hasta ahora superprecios, permite proyectar exportaciones sólo del complejo sojero por u$s 20.000 millones de dólares, lo que contribuiría significativamente a que el país cierre el año con un superávit comercial de 9/10.000 millones de dólares. Pero, ¿qué pasaría –se preguntó Broda- si todas las exportaciones argentinas tuvieran que enfrentar no los precios de el aún muy positivo año 2008, sino una caída persistente. Aquí arriba tienen los números, si los commodities cayeran 10%, el superávit comercial total se achicaría a u$s 5.500 millones, si cayeran un 20%, el superávit sería de sólo 1.100 millones de dólares. Y si los precios de los commodities cayeran 30%, el saldo comercial sería negativo en u$s 3.350 millones (hay que aclarar que la factura de importaciones petroleras será mayor por la crisis energética “inexistente” según los funcionarios. La soja estaba a 609 dólares en Chicago hace semanas, hoy está rondando 450 dólares. Llamen al Same y a Vital y a Emergencias, por las dudas. Otra forma de ver este mismo riesgo es calcular qué pasaría si los precios de los commodities volvieran al nivel promedio de 2003-2006, un nivel relativamente bueno si se lo compara con el desastroso nivel de 1999 hasta 2001, ni con el todavía bajo nivel del año 2002. Claro que no era el excelente nivel observado en 2007 (precios que ya eran muy altos) y menos aún era el nivel de superprecios de 2008, acelerados fuertemente por la burbuja especulativa mencionada más arriba. El cálculo de Broda con los llamados precios más normales (los del promedio 2003-2006) muestra una proyección de exportaciones por u$s 47.500 millones e importaciones rondando u$s 50.600 millones. Conclusión: el país enfrentaría un saldo comercial negativo en 3.100 millones al año en ese nuevo escenario. Demás está decir que si desapareciera el superávit comercial, disminuiría el superávit fiscal en una proporción complicada, en un contexto en que la Argentina está muy lejos del mundanal ruido, y con un gobierno peleado (digamos distanciado…) de buena parte de los países del mundo que podrían invertir en la Argentina en otras circunstancias, ya sea con capitales de largo plazo para inversiones productivas tan necesarias para ampliar la oferta de productos y enfrentar la crisis energética (el tren Bala, aquí, no es una prioridad para ampliar la expansión de la capacidad productiva privada, sólo la “pública”) o bien para ayudar a financiar las enormes necesidades de deuda pública que vencen en el año 2009, ya que en este año todavía “zafamos” rompiendo el chanchito, como diría mi abuela. En concreto, el superávit fiscal pasaría de 3,4% del PIB a 1,8% en caso que los commodities vuelvan a los precios promedio de 2003 a 2006. Una frazada que no alcanza, para decirlo sensualmente. Epílogo, el país no está preparado para otra tormenta perfecta como la de 2001 Sería fácil echarle la culpa a la innegable crisis internacional de lo que pueda ocurrir en el futuro próximo. De hecho, es lo que el gobierno hará en caso que los commodities sigan disminuyendo: “¿qué quieren que hagamos, si el imperialismo se está destruyendo ante nuestros ojos por las contradicciones del sistema, como ya lo predijera el célebre Vladimir Ilich?”, seguramente dirá algún comunicador oficial demasiado ideologizado y setentista. Sería hasta cómodo, porque en la misma bolsa se pueden incluir la inflación (que no existe según la Presidenta y el Indek), la desinversión obvia, el enfriamiento innegable de la economía que comenzó –hay que aclararlo y las estadísticas serias lo demuestran- en el primer trimestre del año, antes que se produjera la crisis con el campo; la incapacidad de obtener financiamiento externo y la necesidad de plantear alguna refinanciación forzada de la deuda pública (“amortiguada” al minimizar los pagos de capital de los bonos que se ajustan por CER-IPC, tres veces menos que la inflación real), por no usar la palabra default, que queda tan poco fashion y no seduce a nadie. Pero hay que aclarar que la crisis internacional no sólo se veía venir, sino que podrá ser soportada razonablemente bien por los otros países emergentes, esos que siguieron seduciendo inversiones, que no escondieron la inflación debajo de la alfombra sino que la atacaron con políticas monetarias y fiscales serias (y no con demagogia), que no impidieron las exportaciones de sus commodities sino que las promovieron, aprovechando la buena racha de los precios internacionales. Etcétera. Ya lo saben de memoria. Lo que debe quedar claro es que la Argentina sufrirá una crisis, otra crisis, si el yuyito sigue cayendo en los próximos meses, junto al resto de los commodities agropecuarios y los alimentos que el país está (¿estaba? en condiciones de exportar (manufacturas de origen agropecuario). Sufrirá socialmente. Y se complicará aún más políticamente. Pero en esta tormenta perfecta que se está armando otra vez, el componente interno, la incapacidad de ver la realidad del gobierno, el estilo confrontativo, la negación de la inflación, la pobreza otra vez en ascenso y la inseguridad priorización de la coyuntura antes que el largo plazo serán las causas de este sufrimiento innecesario, nunca tan innecesario como en esta oportunidad única y desaprovechada. De paso, ¿les quedó claro que Nestor y Cricri piensan lo mismo? Me voy a hablar por skype con Paltrow que ya debe haber vuelto de la Calle de la Pared luego de un día en que el Don Jones volvió a mostrar que el sube y baja continúa, aunque ella sostiene que ya pasó lo peor de lo peor y que luego del invierno viene la primavera, jugando a la película “Desde el Jardín”. Voy a tener que decirle que en el hemisferio norte lo que viene es el otoño, aunque uno nunca sabe con tanto cambio climático. ¿O será que vendrá a ver la tormenta en vivo y en directo y a instalarse una fábrica de paraguas? Un abrazo, El Hombre Electrónico

Un elefante siempre es muy grande,
y ocupa demasiado lugar aunque esté en línea
como la modelo Eva Herzigova,
y aunque lo pinten de rosa para venderlo mejor
¿Intervenir, regular, subsidiar o asfixiar la vida y la actividad privada?
El Estado Elefante
Hola gente, amigos y no tan amigos. El fin de semana estuvimos con Patricia Paltrow en la pequeña home de su abuelita modestamente rica, en la playa, en los Hamptons, al este de Long Island, no muy lejos de Nueva York, unas horas de auto nomás manejando Pato, que corre bastante por la vida. Entonces me acordé: por allí era el lugar adonde se filmó aquella película con Diane Keaton y Jack Nicholson, (“Alquien tiene que ceder”, sin duda una película que no vieron los Kirchner). Claro que yo soy cero parecido a Jack Nicholson, para peor a veces me confunden con Woody Allen, y eso me enoja mucho, sobre todo desde que ingresó en su período negro haciendo películas en donde los malos siempre matan y ganan a los buenos, de una u otra forma, y los medios no importan, sólo los fines (debe ser porque él necesita justificarse ante el mundo y ante él mismo por haberla dejado a Mía Farrow para quedarse con su hija adoptiva, junous). Pero Paltrow, también, es cero Diane Keaton, no hace falta decirlo, es un poco más bajita, aunque sus ojos son más lindos, y le quedan demasiado bien mis camisas blancas, que siempre me roba a la mañana, con sus bermudas de jean, sólo eso, mientras anda descalza y despeinada por la vida, mujer simple al fin. Hay que aclarar que es cero celulitis, ella dice que es porque coma lo que coma nunca engorda, que es de esa gente privilegiada que nació en el canal fashion y siguen viviendo allí, aunque a mi me parece que cuando sale a la tarde de su banquito en la Calle de la Pared, en vez de irse a la Hora Feliz se va al Gym como cualquier ser humano mujer que quiere seguir seduciendo por la vida. ¿Cuál será la verdad verdadera? Justamente, estábamos leyendo en el diario que Arnold Schwarzenegger, el Daniel Scioli de California, salvando las distancias, claro, acaba de prohibir las grasas trans, que son aquellas que vienen en las comidas de Fastfood que tanto le gustan a los norteamericanos, y a sus hijos, y a las mías, y últimamente a nosotros los grandes también, apurados y estresados como vivimos en este capitalismo asistido, o más bien estatizado progresivamente, un poquito cada día para que no se sienta. Lo concreto es que anoche estábamos en un pequeño restaurant playero de los famosos Hamptons, junto al mar, claro, comiendo dos miserables porciones de sushi (que no engorda), y ella, cuando yo no la miraba, me sacaba mis pedacitos de salmón poniendo su cara de yo no fui. Y para entretenerme me decía frases que se le iban ocurriendo. Por ejemplo, “Baby, luego de lo ocurrido con los K, en la Argentina ya ni Greenpeace sostiene que salvemos a los pingüinos, viste”, dijo, riéndose. Yo me di cuenta de la maniobra y le respondí estilo Cleto Cobos: “el que traiciona a un traidor tiene cien años de perdón”, dije, mientras me dedicaba a la redistribución del ingreso y le sacaba dos pedazos de su salmón que fueron a tomar color a salsa de soja en mi platito japonés. Si, somos unos chiquilines, porque al netear los dos comimos más o menos lo mismo, o sea muy poco, pero como estábamos en The Hamptons salió carísimo, casi tan caro como en Puerto Madero, ahora que la inflación argentina en dólares, en pesos y pronto hasta en euros (esa que no existe, como sostenía Alberto Fernández y ahora sostiene Florencio Randazzo) está haciendo de la Argentina, otra vez, un país caro, cada día más caro. Deme dos. Capítulo I, la economía del malestar Años atrás se puso de moda un libro de un tal Michel Albert llamado “Capitalismo contra Capitalismo”, en donde el hombre comparaba al modelo económico norteamericano (al que usualmente se lo llama despectivamente capitalismo salvaje) con el llamado modelo de capitalismo renano (por Renania, una región de Alemania), esto es, esa economía que dio en llamarse “la economía del bienestar”. Así, se asimilaba este modelo al desarrollo de las naciones europeas durante el último medio siglo, con una mayor injerencia del Estado como instrumento redistributivo, con una mayor participación del Estado en la economía para promover regiones y actividades estratégicamente elegidas y con un elevado tamaño del Estado en relación a la economía de estos países, con porcentajes cercanos al 30 y hasta 40% del PIB, o más en naciones como suecia y aledaños. No es fácil resumir las diferencias entre un modelo y el otro porque allí, como en todos lados, comenzaron a mezclarse ideologías y cierta falta de objetividad en la discusión, aunque finalmente se trató de un debate maduro y esclarecedor que continúa aún hoy, pese a los cambios sensibles ocurridos en el mundo. El europeo era, es, un modelo de fuerte intervención estatal, que partía de la base que el Estado podía ser útil para promover y desarrollar determinadas actividades y áreas, además de contribuir a mejorar y optimizar la situación social de las mayorías y hasta cuidar el medio ambiente. El llamado despectivamente “capitalismo salvaje”, en cambio era un modelo que apuntaba utilizar al Estado sólo como mediador, regulador y promotor de la competencia del sector privado. “La función del Estado es generar las condiciones de competencia para que el sector privado pueda desenvolverse”, se decía. Demás está decir que en ambos modelos la democracia se convirtió en una condición necesaria para el crecimiento con desarrollo, no sólo por el avance de la civilización y la consecuente tolerancia entre sociedades y naciones, sino porque esta misma tolerancia, este mismo avance del libre pensamiento fue el que ayudó a elevar los estándares educativos y los avances de la ciencia y la investigación, que sólo pueden surgir de un ambiente de libertad, respeto y pensamiento crítico.
El capitalismo, en una crisis de crecimiento
Con los años, el Estado Europeo se fue convirtiendo en un elefante “gordo” (uno siempre se imagina a los elefantes muy pero muy grandes, pero no se le ocurre pensar que los hay más gordos y más “flaquitos”. Esto se profundizó especialmente cuando la pirámide poblacional envejeció y comenzaba a vislumbrarse una futura crisis de financiamiento de los sistemas previsionales, con una menor población activa para sostener a la creciente población activa y con demandas crecientes de bienestar. Hay que decir, por lo demás, que la gran competencia entre estos modelos de capitalismo fue una sana manera de contribuir a que ambos sistemas aprendieran uno del otro y se acercaran a mejorar y buscar una síntesis superadora que, pese a todo, aún hoy no se ha encontrado, luego del fracaso estruendoso del comunismo y la Unión Soviética, la consecuente caída del muro de Berlín y la integración progresiva de los países de Europa del Este (los hermanos “pobres” en la cada día más pujante Unión Europea). La polémica continúa porque hoy ambos modelos muestran problemas serios de sustentabilidad, aunque hoy los líderes de los Estados Unidos y de la Gran Europa han comprendido que, se trate de un elefante o de una modela top, la dieta del Estado es un objetivo ineludible en un mundo en que la magia no existe, por más que a los elefantes los pinten de rosado. Capítulo II, un elefante gordo en un bazar En la Argentina, en tanto, la polémica avanzó, retrocedió, volvió a avanzar y volvió a retroceder. El debate argentino parece cristalizado hoy en categorías del pasado, y conceptos antiguos como comunismo, nacionalismo, imperialismo, populismo, terceras posiciones y otros ismos han retornado no sólo en la dirigencia política, sino en la sociedad, que unos años puede abrazarse al capitalismo con total devoción como en otros años puede volver a simpatizar con socialismos nacionalistas que han vuelto a alejar al país del mundo del siglo XXI. Podría resumirse que tanto el capitalismo como la democracia se han aplicado de manera bastante parcialmente en la Argentina, llenos de políticas desprolijas, con el peor de los resultados: los argentinos a veces parecen no creer demasiado ni en el capitalismo ni en la democracia, y menos en la clase política. Eso es Grave I. Conclusión, los argentinos, la Argentina, es una nación alejada de las grandes tendencias internacionales y con un aislamiento creciente y preocupante. La actualidad, mientras tanto, revela cómo la polémica Estado-Sector Privado va en sentido contrario a la historia. Ante todo existe una seria confusión entre Estado y Gobierno, que muchas veces se identifican como si fueran lo mismo. El Estado es –debiera ser, más bien- una serie de instituciones, más o menos independientes según sus objetivos y funciones, que trasciende –o debiera trascender- a los deseos e intenciones de los diferentes gobiernos que transitan la vida política en una democracia en serio. Pero en la Argentino hubo y hay hoy un gobierno que no se preocupa tanto de gobernar como de apropiarse del Estado (y de sus instituciones) y promover su crecimiento y una mayor injerencia sobre el sector privado. · Esto puede medirse y hasta cuantificarse de muchas formas. Desde el simple crecimiento del Gasto Público como porcentaje del PIB, que hoy está volviendo a los niveles récord ya alcanzados en los años ochenta hasta la preponderancia creciente de la inversión pública reemplazando a las inversiones privadas, pese a que repetidamente se ha comprobado la ineficiencia y la menor productividad de la inversión pública. Cada vez que el Estado argentino quiso reemplazar al sector privado convirtiéndose en un Estado Gastador fracasó. Hoy el Sector Público, medido simplemente como el tamaño del gasto consolidado de los diferentes niveles del Estado sobre la economía, se acerca a un 35% del total, un porcentaje que se acerca a los niveles de los países europeos del modelo renano, que está en plena ebullición y discusión en Europa (pregúntenle a los franceses y a Nicolás Sarkozy, por ejemplo).
Fuente: Daniel Artana, Indicadores de Coyuntura, Fiel
· Pero este Estado Elefante (y un elefante gordo, hay que aclarar, y pintado de rosa para que se vea más simpático y bonachón) que se ha desarrollado en los últimos años en la Argentina tiene muchas otras formas de ver esta misma tendencia. La polémica de estos días sobre la re-estatización de una empresa que había sido privatizada (Aerolíneas Argentinas, “su compañía”, ¿de quién?) recién ha empezado y ya anticipa una batalla en el Congreso Nacional, que se ha revitalizado en el último mes gracias a la profunda crisis no sólo económica sin institucional desatada por el tema “retenciones agropecuarias”. Vale recordar que antes que esto ya fue re-estatizada Aguas Argentinas, antes llamada Agua y Energía y hoy Aysa, así como otras empresas provinciales. ¿El Estado se devorará a Aerolíneas Argentinas también, para luego privatizarla parcialmente en un modelo de “capitalismo de amigos” que terminarán financiando, o manteniendo, los argentinos con sus impuestos, en un escenario de presión fiscal récord? Ya está ocurriendo. Lo que hizo observar irónicamente a una legisladora de la oposición que este es un gobierno que realmente cree en el mundo de los negocios... · La desagregación de las cifras fiscales, por lo demás, empieza a revelar cómo la injerencia del Estado sobre el sector privado va asumiendo otras modalidades, además de la re-estatización de empresas, el avance del sector público, el aumento de la inversión pública. Se trata de los crecientes subsidios que el mismo Estado (conducido por la administración Kirchner) transfiere de manera creciente al sector privado, de manera de sostener un sistema de precios relativos ideal (o imaginario) que está lejos de las ignoradas señales del mercado y de tener un poder de decisión sobre las empresas privadas. Las estimaciones privadas muestran que en el presente año el monto de estos subsidios, ya muy difíciles de remover sin un cambio de precios relativos al estilo de un rodrigazo, será de casi 15.000 millones de dólares, o 44.500 millones de pesos, una porción importante del gasto público total. · Esto a su vez revela un fenómeno que ha vuelto: la llamada inelasticidad del gasto público a una reducción a niveles razonables. El cuadro de abajo, del Estudio Broda, revela que hoy nada menos que 21,89% del gasto público nacional se concentra en jubilaciones, transferencias al sector privado (los referidos subsidios) y gastos de capital (las inversiones referidas). Visto de otra forma, cerca de 70% de las erogaciones corrientes se destinan a estos tres rubros.
Fuente: Estudio Broda, ciclo mensual junio de 2006
· Pero el Elefante Gordo en que se está convirtiendo el Estado Argentino tiene otras aristas inquietantes, que se acercan a la política social, el clientelismo populista y el manejo que hace la Nación respecto a las provincias, comenzando por las más dependientes de las transferencias del Gobierno-Estado. Si algo dejó en claro la crisis agropecuaria es que la Nación recauda –además de los conocidos impuestos coparticipables- otros de gran magnitud como las retenciones, o derechos de exportación, que no provienen sólo del agro sino del sector energético (y ahora el gran objetivo apunta a la actividad minera, que hasta ahora se venía escapando). Lo concreto es que de los impuestos totales que recauda la Nación, aproximadamente 70% quedan en su poder para todas estas erogaciones señaladas más arriba, mientras que al menos vía la coparticipación llega a las provincias el 30% restante. Claro que las provincias tienen además sus recursos propios recaudados a través de impuestos estaduales, pero cuando se miran los números se encuentra que sobre todo en las provincias pobres estos tributos representan porcentajes no muy elevados de sus recursos totales, para financiarse. · Según datos de Economía y Regiones, la consultora de Rogelio Frigerio (nieto) especializada en la situación del interior del país, las provincias del Noa (Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones) reciben nada menos que 81,7% de sus ingresos totales desde la Nación, lo que revela su nivel de dependencia de la ayuda oficial nacional, que no necesariamente viene por el lado de los impuestos coparticipables, sino por las transferencias que desde el Gobierno-Estado Elefante se envían periódicamente para financiar obras públicas u otros gastos de apuro. En el caso del Nea (Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán), el porcentaje de los recursos fiscales que reciben de la Nación es de 75,4% en relación a sus ingresos públicos totales. Esto implica, obviamente, una relación de dependencia y de disciplinamiento a las provincias que las obliga a “portarse bien” con el gobierno nacional, para poder recibir esta “pequeña ayuda de sus amigos”. El conflicto político social desatado en Córdoba, por el contrario, revela que las provincias que “se portan mal” no aplican para recibir ayuda financiera por afuera de la coparticipación, corresponda o no, más allá de los debates y juicios de valor que puedan hacerse sobre las gestiones del actual y el anterior gobernador. Lo cierto es que la Nación no sólo no está ayudando a Córdoba, sino que hay analistas muy serios que señala que está utilizando este “no recurso fiscal” para presionarla. ¿La querrán intervenir, comprar, hacer un leasing? · Un dato más para mostrar la relación de dependencia que tienen las provincias respecto al Gran Hermano (¿o debe decirse Gran Elefante?) y que les impide ser plenamente autónomas se ve en la Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sumadas: sus gastos en personal representan 97% de sus ingresos tributarios propios respecto al gasto primario en estos dos jurisdicciones, que curiosamente son las más ricas de la Nación. Ello revela su nivel de dependencia de la Nación ya que necesitan la ayuda y la coparticipación para poder conducirse solas. Pregunten a Mauricio, sino. · Pero el Estado Elefante revela otras formas de injerencia del gobierno nacional en la vida privada de los argentinos. El ejemplo más irritativo es la virtual intervención del Indec por funcionarios del gobierno, una institución estatal que debiera ser autónoma del poder central para poder realizar estadísticas serias que no le sirvan a ningún gobierno, sino al país, que necesita estadísticas serias y confiables para manejarse y tomar sus decisiones. · Pero el Estado Elefante argentino está cada vez en más áreas de la vida de los argentinos. Claramente, cuando es capaz de controlar a la justicia, las fuerzas de seguridad, el Congreso Nacional y tantas otras instituciones de la Nación, la injerencia no puede calificare cuantitativamente, pero si cualitativamente. Esto es lo que los argentinos comenzaron a percibir con claridad a partir de la inesperada crisis agropecuaria por las retenciones; que el Estado (que en este caso es manejado por el gobierno de manera demasiado significativa) está en todas partes. Y que se trata de un elefante que, para peor, no desea hacer dieta, sino que quiere devorar más. Eso es todo por hoy, tengo que volverme a Buenos Aires, voy a extrañar la playa, las olas, el viento que la despeina a Paltrow y muchas cosas más, incluso que me robe mis camisas blancas que le quedan tan bien con el nudito hecho en vez de usar los botones. Ella es cero botones, claro. Un abrazo, El Hombre Electrónico