Jelou pipl, frends an no sou frends. No se asusten, no soy el hombre electrónico, él está en cama con fiebre y catarro, nada grave, me parece que mi gordito está somatizando la mal llamada ley de medios audiovisuales (yo la llamaría “maten al mensajero”, o “callen al cuarto poder”, ¿hace falta explicarlo?).
Claro, él está en Buenos Aires y yo soy la famosa Patricia Paltrow, que les escribe desde la Calle de la Pared, en un día en que el Don Jones decidió descansar con una suave toma de ganancias, sin exagerar ahora que sobrepasó los 10000 puntitos. Así que estoy aquí, en mi buró, ayudándolo al flaquito con sus cartas desde el ciberespacio, mientras me divierto un poco escuchando a los habituales pronosticadores del Apocalipsis, como Nouriel Roubini, algo de Paul Krugman y tantos más, incluyendo aquí a no pocos argies que se las dan de progres sin haber entendido aún la diferencia entre redistribuir pobreza o crear nueva riqueza, o peor, sin haber comprendido la diferencia entre ser progresista en el siglo XX o en el siglo XXI, con lo sostiene con seriedad un tal Fernando Iglesias, un tipo que es Diputado y escribidor, y que dará mucho que hablar según me dice el flaquitogordito, quien entre otras cosas dedicó su profesión de periodista por años a descubrir talentos, ponerles el grabador delante y hacerlos hablar, exprimiéndoles sus cabezas cuando no los conocía nadie (mejor no hacer nombres, tengamos fair play), para luego hacer y publicar tantos reportajes de esos que publicó en tantos diarios y que ahora ya no tiene tiempo de seguir haciendo, pese a que yo siempre le pido que vuelva a la carga. “Si -me responde él, bromeando-, estoy tramitando un reportaje para tener una charla a fondo con Diego Maradona, otro gran pensador argentino”. Y se ríe, claro, en la Argentina están ganando los perdedores (aunque se crean ganadores, confundiendo los 15 minutos de fama con la verdadera Gloria, qué va, tan sólo unos pragmáticos con más fines que principios al peor estilo de Marx, Groucho, claro).
Eniuei. En el mundo cosmo todos se la tomaron con dos temas que ya me están cansando, siendo tan linda la vida para caminar por el Central Park con el homos electrónicus comiéndonos varios hotdogs, o para comer camarones con guaraná y cahipirinha por la playa de Feiticeira, en Ilhabela, o incluso para pasarse una semana en el Torrecillas de Cariló, en ese depto que da directo al mar, o incluso para sentarse a tomar una sencilla cocacola con chivito en el puerto de Punta del Este, al sol, luego de una caminata, mirando a los veleros y cruceros de aquí y de allá mecerse suavemente en el mar, de cara al sol, claro, mientras un bonito global uruguayo vale 113, un lujo, no muy lejos ya de los brasileños.
Pero no me iré por las ramas (actividad femenina si las hay), hablaba de las obsesiones del mundo cosmo. Primero, la caída del dólar y la pérdida de su valor permanente como moneda de refugio y de transacción en este mundo multilateral y global. No sé que van a decir de esta pavada mis amigos de Gucci de la Fifth Avenue, mi lugar en el mundo, omaigad, cuando se enteren que se les viene otra vez una manada de europeos y japoneses y hasta australianos canguros, todos haciéndose los fashion pero diciendo “deme dos” estilo niúrich, claro, para comprarse sandalias chatitas, botas color suela para hacer como que saben montar, o zapatos de fiesta de tacos altísimos para mujeres que se sienten inseguras y feas aunque sean unas diosas. Etcétera, etcétera. Creo que con eso solo la balanza comercial de los Estados Unidos va a mejorar rápidamente (aunque siga siendo deficitaria, porque ese es el juego hace años, sino se contabilizan las enormes expos de servicios, claro, que siguen creciendo). Sino pregúntenle a Lee Iacoca (bueno, ya es tarde para eso), aquel célebre pensador que décadas atrás pronosticó la caída del imperio americano y que los Estados Unidos iban irremediablemente camino a convertirse en una fábrica de hamburguesas y dejando de ser un país industrializado, ante la pujanza imparable del peligro japonés, ¿se acuerdan del peligro japonés, no fue hace tanto, ni hablo de Pearl Harbor? Menos mal que mi amigo Lee no llegó a enterarse lo de Chrysler, sino el estreasso le hubiera dado mucho antes. Tanpoco se habrá enterado que mientras los Estados Unidos efectivamente dejaron de ser una “potencia industrial”, como lo sueñan los argentinos “Lost in SXX” (mirando Good Bye Lenin por el canal público sin haber entendido que el muro de Berlín cató hace 20 años), dejaron que los japoneses se dedicaran a ser quienes fabricaran los autos (los toyotas y los hondas), y que los chinos y los de Malasia o Singapur o Corea del Sur se dedicaran a fabricar (en empresas con socios y capitales americanos) las computadoras, las palm, los IPhone y todos los aparatitos electrónicos que inventan los genios de Apple o Microsoft o Intel o tantas empresas más que viven en el S&P 500. Es cierto, el mundo ha cambiado: antes se dividía entre los que fabricaban productos para el mundo (y allí los iúesei eran envidiados), y quienes consumían los productos (los propios americanos y el resto del mundo), mientras que ahora el planetita se divide entre los diseñadores y los ejecutores. Dicho de otra manera, este capitalismo global (imperialismo apátrida, como los llaman los argies que se quedaron en el siglo pasado) tiene un grupo de tipos que piensan en el futuro, y lo diseñan, lo recrean, lo reinventan, y otro grupo de países que al menos por ahora viven de su mano de obra barata (cada día menos barata, por suerte) para producir las seductoras netbooks Vaio, las HP chinas, hasta los maravillosos aviones Embraer brasileños que empiezan a inundar los airports del planetita.
Sí, ya conocen mi frase predilecta, “el capitalismo tiene los siglos contados”, y les agregaría unas más: el dólar también tiene los siglos contados en un mundo que hace exactamente un año fue testigo de una elección norteamericana en una democracia que recurrentemente mejora y se reinventa a sí misma, y que ahora eligió un presidente negro que ya evitó una crisis como la del ‘29 y está sacando a su país, en el primer lugar del podio, hacia delante en la recuperación económica post crisis. ¿Eso sólo no vale un premio Nobel? ¿A cuantos millones de personas salvó –literalmente- evitando otra crisis como la del 30, con su sonrisa sencilla y su transparencia que vende confianza, credibilidad, Trust, esa palabra que figura en todos los dólares?
Frends an no sou frends, como diria El hombre electrónico (ahora sin fiebre gracias al efecto tylenol y al ídolo de su médico clínico y neumónologo Pablo Lamari), es cierto que hay problemas, que los Estados Unidos tienen problemas, que el dólar tienen problemas, que todos los países están saliendo de esta crisis con la receta keynesiana de más déficit fiscal temporal a niveles nunca vistos en relación al PIB, que el dólar parece estar destrozándose en el mundo. Pero no pierdan la perspectiva, no se dejen llevar por algunos envidiosos y resentidos de aquí y allá, y más allá, que sueñan (o más bien alucinan, junous) con ver caer a los EEUU (bueno, digamos que al dólar, que es como su emblema), sin darse cuenta que si ello ocurriera, además de todas las implicancias económicas, políticas y sociales que eso tendría para un mundo en que las monedas no representan otra cosa que la productividad y la competitividad relativa de los países, la real y la potencial, los dejaría sin el principal argumento de sus teorías infantiles: ¿Qué harían los demagogos como Hugo Chávez sin tener a los Estados Unidos para echarles la culpa de todo, no digamos ya a los iraníes a o los norcoreanos? ¿A quién le venderían los asiáticos parte de su producción petrolera, sus vaios y sus toyotas? ¿Qué harían esos pocos chicos imberbes de 14 años que andan por el mundo hablando de revolución y de cambiar el mundo y salvar a los obreros de Kraft, quienes ni siquiera les pidieron que los salvaran? ¿Qué haría Cristina Kirchner sino pudiera soñar con tener algún día de estos un almuerzo a solas con Barack Obama para que su foto diera la vuelta al mundo dejando en claro ante el universo su vieja y oxidada posición tercermundista e industrialista modelo años 50, ni siquiera 70? ¿Qué harían los chinos con su enorme stock de tresaury bonds? ¿A quien le vendería Brasil sus aviones Embraer? ¿O Toyota sus corolas? Etcétera, creo que esto quedó claro, mai frends.
Fuente: Estudio Broda, ciclo económico mensual
Pero dejando de lado estas ideas que aprendí en Chicago cuando era una tineinger, les pido que vean este maravilloso gráfico Made In Argentina que me mandó el flaquitogordito el otro día, en donde se ve que en perspectiva que el dólar en las últimas décadas ya tuvo varios ciclo largos de alzas y bajas, y de hecho el actual bajo valor de 1,50 (casi) por euro no sólo es menor al mínimo de 1,60 por euro que ya había tocado hace alrededor de un año, en su caída antes de la fuga a la calidad y los T-Bonds que generó el pánico financiero que hizo que todos corrieran a esa “moneda decadente” llamada dólar. También es igual de bajo (comparado con una cesta amplia de monedas) al tocado en enero de 1978 (¿se acuerdan de los finales de Richard Nixon, uno que tuvo que renunciar a la presidencia de los Estados Unidos, porque allí funcionan el segundo poder, el tercero y el cuarto y hasta el quinto). También ese mismo límite inferior lo tocó el dólar en julio de 1995 (en pleno Clintonomics), lo que revela que no hay casi nada nuevo bajo el sol.
Bueno, si hay algo nuevo, el mundo está mejor que en el pasado, mucho mejor aunque cueste creerlo, dejando de lado el grave problema del cambio climático que podría llevarnos a todos puestos y que haría de toda esta discusión otra pavada maradoniana. Por eso hay más países desarrollados y emergentes pujantes, y menos pobreza relativa. Por eso los Bric. Por eso los emergentes crecen más que las viejas y euro-escleróticas economías.
Y por eso vamos a un mundo multipolar que debe ser bienvenido, en que los Estados Unidos seguirán siendo un gran país, como lo será China, y como lo será Brasil (qué envidia te tenemos, olímpico Lula, querido, el pueblo está contigo), en donde habrá una sana competencia de monedas en que el dólar ya no tendrá (o sí, junous) el papel de única moneda de reserva, pero seguirá pesando y mucho, porque por ahora la economía norteamericana sigue siendo la economía más moderna, pujante, dinámica, competitiva y creativa del mundo, adonde los “diseñadores” de productos de todo tipo (desde manufacturados hasta científicos, de servicios o culturales) y de políticas macro y micro siguen yendo a la ofensiva, mientras los ejecutores y fabricantes de commodities manufacturados siguen copiándolos, asociándose, negociando, dependiendo e inter-dependiendo en un mundo que avanza más armónicamente, pese a los barquinazos recientes.
Con todo, si miramos de nuevo el gráfico de Broda, hay que observar con atención especial que los ciclos de recuperación relativa del dólar muestran umbrales con techos un poco más bajos a medida que pasa el tiempo (la inflación de los EE.UU. del pasado erosionó un poco su poder de compra, es parte del juego, claro). Así que vamos a un mundo multilateral, sin prisa pero sin pausa, bienvenidos al siglo XXI. Pese a esto, les sugiero desde mi simple visión de pobrísima banquera de la Calle de la Pared que no se juegen la vida a la caída permanente del dólar (pregunten a la Libra, sino), ni olviden que las tasas de interés en los íuesei están en casi cero. De hecho, apenas Bernanke se levante una mañana y vea demasiados brotes verdes en su país, subirá las tasas, y detrás comenzará otro ciclo de dólar recuperándose. Apuesto mi lencería de Victoria Secret a eso, aunque el flaquitogordito se enoje porque no quisiera que me quede sin ropa interior, omaigad, eso jamás, siempre al menos una dama debe llevar una sábana de seda, una camisa blanca que le robamos a él, algo para cubrirnos lo justo y nesario, porque flaquitogordito sigue repitiendo la frase célebre de nuestro amigo Luisito Rapo, esa que que sostiene que la seducción es femenina y el deseo es masculino, qué barbaridad esto de las historias de las histerias, tan bonitas y necesarias entre hombres y mujeres. Que crea lo que quiera, junous, a lo mejor tiene razón, a lo mejor no, lo único que sé es que nadie es el dueño de la verdad, aunque en la Argentina no se hayan dado cuenta de ese pequeño detalle.
Eniuai, eso es todo, o no, un tip para el final como le gustan al flaquito: viendo desde el exterior a la Argentina Karadoniana, uno entiende porqué en los Estados Unidos Nixon debió renunciar a la Presidencia, luego de dos años desde que dos periodistas del Washington Post (Dustin Hoffman y Robert Redford, ídolos) descubrieran e investigaran el escándalo de Watergate, con el apoyo incondicional del medio en que trabajaban, que no temió, no aflojó, no se amilanó, no se convirtió en un ministerio ni en una dependencia del gobierno, sino que los respaldó hasta el final.
Y entiende porque en la Argentina eso no podría ocurrir, mientras unos pocos malos puedan hacer tanto daño . Es que en la Argentina el segundo poder no funciona bien (el Congreso es aún una Escribanía gracias al “te doy fondos o ayudín si te portás bien” del gobierno a las provincias). El tercer poder no funciona bien (la justicia es otra escribanía) que sigue órdenes del Consejo de la Magistratura, pese a algún triunfito de estos días. Y el quinto poder (las estadísticas oficiales y otras instituciones del Estado (que debieran ser independientes pero que hoy por hoy obedecen al gobierno) tampoco está funcionado.
Y está por último el famoso Cuarto Poder, que ahora, también, quieren estatizarlo como al resto, con presiones, pautas oficiales y tantas cosas que se ven con sólo encender el tele. ¿Se imaginan un país sin periodistas y medios fuertes y con coraje para sostenerlos? ¿Habría tenido que renunciar Richard Nixon en los EE.UU. por mentirle a su pueblo, por encubrir y ocultar pruebas, por haber jugando sucio con la oposición, sino hubiera funcionado el polémico, controversial, pujante, ofensivo, librepensador, Cuarto Poder?
Eso es todo, frends an no sou frends. Me voy a Buenos Aires a ponerle el termómetro al flaquito y hacerle un tecito con limón y galletitas muy dulces con forma de corazón. Les mando un beso paltrowniano, para que los amigos del hombre electrónico se hagan la concreta.
Saludos. Y hasta la Victoria Secret.
(Niíuiorkniúiork, viernes 16, tardísimo, llego tarde al JFK.
Patricia Paltrow, muy políticamente incorrecta e inapropiada, de parte del Hombre Electrónico)
El Homble Electrónico
(políticamente incorrecto)
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