Carta desde el ciberespacio número 197, del 20 de noviembre de 2008

La restricción externa vuelve a la Argentina
¿Otra cajita feliz?
Hola gente, amigos y no tan amigos. Ya saben que soy un poco frívolo y cuando me despierto a la mañana enciendo el televisor y desayuno en la cama mirando el canal Fashion, de manera que el choque con la realidad venga un poco suavizado por los paisajes que siempre muestran allí (un día con Sofía Zámolo en Cartagena, u otro día con Araceli González salvando a las ballenas en el Caribe holandés, aunque ni sé si habrá, o hubo alguna vez, ballenas por allí). Tengo otros amigos que tienen otros sistemas para empezar el día: alguno de buen comer, por ejemplo, se desayuna mirando el canal Gourmet, de paso es un sistema virtual de hacer dieta. Otro, más productivo, se levanta y se va a caminar con su perrito por los jardines de su country. Lo cierto es que cada uno tiene sus formas de enfrentar un nuevo día en el paraíso. Patricia Paltrow se despierta a las seis y media de la mañana en su departamentito de 212 metros en Park Avenue (cuando supo que el código del área code de Niúiork Niúiork coincidía con los metros cuadrados, interpretó aquello como una serendipia afortunada que le enviaba el destino y lo compró sin dudar). Y lo primero que hace es decir en voz alta “buenos días con alegría gracias a Dios”, aunque no haya nadie presente. Lo segundo que hace es mirarse en el espejo que tiene en la mesa de luz para comprobar que está tan linda como el día anterior, no vaya a ser cosa. Lo tercero que hace, cuando yo no estoy de visita por allí, es levantar la tapa de su Sony Vaio que duerme en su cama king size y ver los grandes números de la economía mundial. Eso, en estos tiempos, es algo que me hace admirarla especialmente, hay que tener coraje para hacerlo en estos días, además de sus ojos azules y sus rulos siempre prolijos, casi como si no hubiera dormido. Los grandes números son el precio del petróleo, el cierre de los mercados asiáticos, la relación dólar/euro, la apertura del Dax y el FTSE en Europa, la tasa de 10 años de los T-Bonds y el precio de la soja en Chicago, argentina al fin aunque viva en el primer mundo.
El auto DeLorean usado en “Back to the future”: ¿se lo habrá comprado Néstor Kirchner para quedarse con las futuras jubilaciones de los argentinos y usarlos como política fiscal expansiva en el año 2009?
Esta mañana, cuando me desperté, ya había una foto que me enviaba Paltrow, pero no era de ella, sino del famoso auto de Back to the future, la película. “Gordito -me decía el texto del mail-, hoy es el robo del siglo, aunque lo que se roban no son activos presentes, para gastar ahora, sino que confiscan las futuras jubilaciones de millones de argentinos, unos 25.000 millones de dólares de stock más el flujo anual que dejan de su salario los trabajadores afiliados a las AFJPs para cuando sean ancianitos. Por eso el auto, ¿me entendés la metáfora, flaquito? Sin llamarlos a Sean Connery y mi amiga Zeta Jones para que hagan el trabajito”. Me costó un poco entenderla hasta que finalmente lo vi clarito y comprendí porqué los argentinos no salieron a protestar como los muchachos de la mesa en enlace del campo, que tenían algo concreto sobre qué quejarse. En aquel caso les estaban robando el presente con la famosa resolución 125 que les aumentaba los impuestos concretitos, mientras que en el caso de la destrucción del sistema previsional de capitalización y su “traslado” o confiscación a partir de aquí al Estado de sus fondos pasados, presentes y futuros, lo que están haciendo es “viajar al futuro” para robarse las jubilaciones de la gente que ahorraba para cuando ya no pudiera trabajar y debiera vivir de aquellos fondos acumulados por años y años. Nada por aquí, todo por allá, magia, hoy desaparecerán las AFJP con sus stocks y sus flujos y aparecerán las afejotapés, aunque las consecuencias los verán los argentinos en el incierto futuro de la Argentina, si es que existe el futuro ya que el mismísimo Tato Bores insistía en sus últimos años en que este país con forma de bife desaparecería del mapa, y sólo quedaría allí un gran agujero que los antropólogos del año 2499 tratarían de explicar. ¿Habrá exagerado mucho? Pero hay más noticias para este boletín. Una paradoja que me hizo ver Miguel Angel Broda hace un rato, cuando hablamos de otro tema y me envió un trabajo de un economista llamado Nicolás Magud, retitulado provisoriamente como “Argentine and the contractionary effects of expansionary policy”. El punto que sugiere el paper, publicado en “the journal of macroeconomics”, es sencillito, aunque posiblemente Néstor Kirchner, el actual ministro de Economía en las sombras de la Argentina, no lo haya comprendido en toda su inmensidad (si lo leyó, claro…): las políticas keynesianas son efectivas en la medida que se puedan financiar legítimamente, pero si el financiamiento es a costa de la destrucción de la confianza, o con una emisión monetaria excesiva, o tomando dinero del mercado que aumente la tasas de interés local, todo eso hará que la política, en vez de tener un efecto expansivo, tenga un efecto recesivo. Por si no les quedó claro: hay que tener financiamiento genuino para que una política keynesiana sea exitosa. Más o menos, eso es lo que sostiene el señor Magud, que parece conocer a nuestro país como si hubiera nacido aquí a la vuelta. ¿Será? Pero en su apasionado intento por ser más keynesiano que el mismo Lord Keynes y enfrentar lo que viene –que no es grato- con una política fiscal expansiva para el próximo año electoral, Mister K pensó en usar los fondos de las AFJPs para financiar esta nueva Cajita Feliz, aunque lo que podría haber logrado es destruir la confianza, quizá definitivamente -junto al mercado de capitales-, alejar las inversiones del sector privado para suplantarlas por inversiones de menor productividad del sector público, provocar una corrida contra el peso que luego reprimió con inusuales controles de cambios y generar otros efectos que ya comienzan a verse en una economía que ya está freezada pese al objetivo reactivador de la medida y su intento extremo por evitar un hipotético default el próximo año. Conclusión tentativa: quiso evitar la recesión y, como le ocurre muy seguido a los Kirchner con sus decisiones a las apuradas, desprolijas y más intuitivas que fundamentadas, podría lograr que la economía caiga el año que viene entre 1% y 3%, aunque claro, las estadísticas del Indek seguramente dirán que hay crecimiento económico, que está todo bien, como se dice ahora… Vale aclarar, aunque no quiero cansarlos, que si uno aumenta los impuestos para hacer política keynesiana, sólo está cambiando el dinero de lugar, y en vez de gastar o invertir el sector privado, lo hará el sector público, seguramente de mucho peor manera. Capítulo único, vuelve la restricción externa, por menos precios y más cabezadurismo Lo que sigue lo comenté varias veces en estas cartas. Hace tres o cuatro décadas, un ingeniero heterodoxo brillante que llegó a la Argentina luego de estar exilado, o preso, en Siberia, y que sabía mucho de economía de puro autodidacta y curioso que era, describió al menos tres problemas concretos de la Argentina, a la que describía como una “estructura productiva desequilibrada” (¿por no ir al psiquiatra?). Se llamaba Marcelo Diamand, fue un gran empresario electrónico y desarrolló una radio de muy largo alcance que fuera muy famosa en otros tiempos, llamada Tonomac Siete Mares. Imagino que la soledad y las largas distancias que sufrió cuando estuvo en Siberia lo hicieron idear aquel prodigio, que hoy fue superado por la globalización e Internet. Fue un gran amigo mío y el maestro de la mayoría de los economistas heterodoxos de mi generación. Describió la “economía pendular” (¿hace falta que explique qué significa?), la inflación cambiaria (¿hace falta que explique qué significa?) y la restricción externa. Esta última idea fue en realidad la consecuencia de los otros dos conceptos. ¿Qué es la restricción externa? Un fenómeno por el cual la economía se reactiva y crece sin ser todo lo competitiva, productiva y moderna que debiera ser, con lo cual las exportaciones no crecen todo lo que sería deseable, las importaciones crecen más que proporcionalmente que el Producto (PIB) y, antes que la economía llegue a lo que se llama la utilización plena de la capacidad instalada, el país ingresa en una crisis de balanza comercial que la lleva a devaluar su moneda (por las buenas o por las malas), lo que a su vez genera inflación (el la llamó “cambiaria” porque no se trataba de una clásica inflación de demanda), caída del poder adquisitivo, licuación de ingresos y gasto público y, obviamente, una rápida recesión de consecuencias políticas y sociales serias que lleva al país de una punta del péndulo al otro. Hay que aclarar que el hombre vivió en el escenario descripto por otro gran economista argentino, Raúl Prebisch, que describió el deterioro secular de los términos del intercambio para un país como la Argentina especializado en la producción de bienes agropecuarios. Por eso, ambos pensadores insistían tanto en que el destino del país no era el sector agropecuario productor de alimentos sino la industrialización, en tiempos en que las manufacturas eran caras y aún no se llamaban commodities, mientras que los productos agropecuarios eran relativamente baratos y la Argentina enfrentaba recurrentemente estos stop-go, estos ciclos de recuperación y estancamiento, con todos los efectos descriptos. En estos años pasados, el gobierno nacional se vanagloriaba de tener tres componentes macroeconómicos diferentes al viejo ciclo de la restricción externa: amplio superávit comercial, amplio superávit fiscal y la consecuencia de esos dos hechos, un nivel de reservas internacionales muy elevado, todo lo cual, supuestamente, blindaba al país contra posibles shocks externos como el que estamos sufriendo en la actualidad. Pocos hombres del gobierno, o ninguno, ocupados en otras cosas más importantes para ellos, imaginaron que el extraordinario viento de cola que disfrutó el país –y el mundo, en realidad- desde el año 2002 podría amainar, y menos darse vuelta. Ciertamente el ingreso de China e India al mercado con millones de nuevos consumidores aumentaron la demanda de productos primarios (incluso agropecuarios), desde el petróleo hasta la soja, desde lácteos a carnes vacunas, sin ir más lejos. Pero eso está ocurriendo ahora, pese a que China e India siguen estando (aunque ya crecen más despacio) y posiblemente el deterioro secular de los términos del intercambio que describía Prebisch esté hoy en tela de juicio, si se miran las tendencias de largo plazo.
Lo concreto es que la soja se cayó, bajó de precio, junto al barril de petróleo y tantos productos más que produce la Argentina. Hay que agregar, para aclarar las cosas, que la economía Argentina ya se estaba desacelerando desde el segundo semestre del año pasado, mucho antes que la crisis global se desencadenara, para que no pueda decirse que todo lo que ocurre y ocurrirá es por mera culpa de la crisis financiera internacional, una tendencia habitual del actual matrimonio presidencial de echarle la culpa de todo a los demás, estén adentro o afuera, y de alucinar con conspiraciones que no existen ni aquí y ni allá. La pregunta del millón es si por este cambio en la situación internacional el país está en condiciones de volver a sufrir una de las viejas restricciones externas como las descriptas por Marcelo Diamand para otro escenario. La respuesta es definitivamente sí. Algunos números… · El petróleo hoy costaba 50 dólares por barril contra 147 dólares que llegó a valer ayer nomás, hace apenas semanas. · El dólar, que en el mundo estaba cayendo contra todas las monedas, comenzó a revaluarse y hoy vale algo más de 20% contra el euro, lo que llevó al resto de las monedas del mundo a devaluarse en una tendencia más o menos parecida, según el caso. · La soja, el principal producto de exportación de la Argentina, llegó a valer 609,22 dólares el 3 de julio pasado, aunque hoy ronda 319 dólares, casi la mitad, y su tendencia es incierta porque la deflación no sólo ha llegado a los productos primarios sino a los industrializados, y ayer mismo el Departamento del Trabajo de los Estados Unidos (que hace las estadísticas sobre inflación, entre muchas otras) reveló que el CPI (los precios minoristas de los EE.UU.) cayeron 1% respecto ala mes anterior, aunque si se mira en detalle buena parte de esta caída se explica por la caída en rubros como combustibles y transportes, aunque los alimentos también están impactando. Con estos datos, las nuevas proyecciones de los economistas serios revelan que la Argentina está a un click de ingresar en una restricción creciente del sector externo. Por dos razones. Una, porque las exportaciones y las importaciones están cayendo y lo harán drásticamente en 2009. Dos, porque la falta de credibilidad generada por Néstor Kirchner y el Congreso Nacional con la confiscación de los fondos de las AFJP y su estatización, que apuntaba a tener fondos para mejorar el perfil fiscal del año próximo y quizá evitar un posible default, ha generado una corrida contra el peso que hace que los argentinos deseen, por las dudas, refugiarse, como siempre lo han hecho para defender su poder adquisitivo de su dinero, en dólares. Sólo un control de cambios desmesurado como el que pudo instrumentar Guillermo Moreno, el chico de los mandados de K, pudo aplacar esta tendencia, por ahora, claro. Porque la desconfianza es tal y la sensación de los argentinos que este gobierno es capaz de hacer cualquier cosa, que la batalla continúa. Más cifras… Para el consultor Federico Muñoz, el saldo comercial de 2009 se proyecta ya a 3.100 millones de dólares para el año 2009, un valor riesgoso y no sustentable si persiste la actual fuga de divisas generada por el mismo gobierno.
Fuente: Federico Muñoz & asociados
Para el hiperconsultor Miguel Angel Broda el escenario 2009 es bastante más moderado, aunque igualmente inquietante por la salida de divisas que desató la estatización de las AFJPs. En el mejor de los casos, habría un saldo comercial de entre 6.900 millones de dólares y 9.900 millones (con la soja en 330 dólares como promedio para todo el año próximo y el petróleo en 70 dólares el barril). Vale aclarar que la diferencia proyectada entre ambos valores se explica básicamente por una fuerte caída de las importaciones generada por el actual “parate” económico. Así, las exportaciones se ubicarían en 66.900 millones de dólares y las exportaciones entre 57.000 millones y 60.000 millones, muy por debajo de la proyección de Muñoz. Es que Broda anticipa un derrumbe de las importaciones generado por la feroz desaceleración económica, desatada por el efecto AFJP que, paradójicamente, atenuaría la caída del superávit comercial por estas menores importaciones. Una Victoria a lo Pirro, par decirlo elegantemente. Con todo, el Estudio Broda no descarta un escenario de peores precios internacionales de la soja y el petróleo, los precios clave en la economía. Así, con la soja en 300 dólares FOB la tonelada y el petróleo en 60 dólares el barril, un escenario no muy lejano al actual, las exportaciones perderían 3.000 millones de dólares adicionales, con lo que si se combinan con importaciones por 60.000 millones, se llega al peor escenario: un superávit comercial de sólo 3.900 millones, ya no muy diferente al proyectado por Muñoz y otros consultores. ¿Otra vez sopa? Hace unas semanas, de hecho, el economista Mario Brodersohn (de Econométrica), se refirió muy concretamente al retorno de la restricción externa a la Argentina. En su trabajo señaló que el problema argentino para 2009 no será la falta de pesos (que estos días desvelaba por la suba de tasas) sino de dólares, ante las fuertes demandas de los diferentes rubros de la balanza de pagos, en un escenario en que señaló que “en el 2009 desaparece por completo el superávit comercial externo, que en el 2008 seria de 14.600 millones de dólares, debido a la caída en los precios internacionales de los productos de exportación. Para obtener los dólares el gobierno tiene dos alternativas: conseguir que le presten dólares, o utilizar los pesos sobrantes para comprarle al Banco Central los dólares necesarios, lo cual implica reducir las reservas internacionales”. Les recomiendo el artículo completo, que está en http://www.econometrica.com.ar/ Amigos y no tan amigos. La crisis argentina comenzó en el segundo semestre del año pasado, aunque no encontrarán en el Indek estadísticas serias que confirmen esta afirmación en la que coinciden la mayoría de los economistas y consultoras. Ahora, llegó la crisis internacional, se acabó el viento de cola y el país no parece preparado para el temporal. O peor, está haciendo todo lo posible para complicar aún más las cosas. Como dice la abuela de Paltrow en su ley número 4, “si quieres que alguien te quiera, dale su libertad”, que como lo dice Pato no es otra cosa que si quieres aumentar el consumo y la inversión, déjalo ser”… Mientras el matrimonio presidencial se dispondrá desde mañana mismo a utilizar los fondos de las AFJPs para un nuevo plan Cajita Feliz para alegrar a los chicos en el 2009 -sin percibir que una medida keynesiana fuera de contexto puede ser contractiva-, vale recordar que en la cajita de Pandora lo que quedó en el fondo fue la esperanza, lo último que se pierde, claro. Un abrazo, ajusten su cinturón de seguridad, si manejan no tomen, si toman no manejen. Y hasta la Victoria Secret. El Hombre Electrónico (políticamente incorrecto)