Carta desde el Ciberespacio número 290, viernes 21 de octubre, 2011



DOS FORMAS DE VIVIR, DOS FORMAS DE MORIR


Una revolución pacífica versus la violencia como forma de vida

Si el valor de una persona puede medirse en estos tiempos pos-posmodernos por el precio de sus "acciones", en el final de sus vidas las acciones de Steve Jobs cotizaban al borde de los 400 dólares cada una en Wall Street, seguramente la más cara del Indice Nasdaq, mientras las acciones de Muhamar Gadafi no valían nada. Así terminó, como empezó, su vida, aquel Coronel a quien seguramente ya nadie le escribía. No murio ni siquiera con la dignidad suficiente para impedir que murieran tantos inocentes de su "amado" pueblo, con su "guerrita civil" de estos meses, en donde las bajas deben haber sido de miles, de un lado y del otro, todo para quedarse en un mundo en que, por cierto, hay pocos capaces de irse, de renunciar, de abandonar, de tener la grandeza de irse por las buenas y respetar los deseos de las mayoría. Hombre atornillado a su cargo imperial, como tantos.
Gadafi se llevó puestas muertes innecesarias. Muertes caprichosas. Muertes crueles y muy dolorosas en la gente de ese pueblo que amaba, según él mismo lo decía.
Fueron muertes provocadas por un líder mesianico como los tantos que todavía quedan en el mundo, pese a todo, y que se creen con derecho de tener siempre la razón, de ser los dueños de la verdad, arrogándose el derecho de dominar a sus pueblos, seducirlos con falsas promesas, con magia, con pescaditos de colores que nunca llegan, con hamburguesas y cocacolas que anhelan humildemente para sentirse parte de esta gran aldea global, mientras el empobrecimiento avanza, avanza, avanzó hasta que terminó en una tragedia.
Lo de Libia también fue un tema de indignados. De indignados pobrísimos, no como los de Europa o Wall Street. Claro, no soportaron más a un lider que estuvo más de 40 años en el poder y se creía el conductor "natural" de su país, con esa dósis de falsa religiosidad y omnipotencia disfrazadas de sabiduría, idealismo, progresismo y tantos ismos más de este tipo de personalidades. 
Hoy no es un buen día para el mundo: indignados 1- líder mesiánico 0. Ninguna muerte es buena, aunque en este caso millones de personas se alegraran de la muerte del fanático lider mesiánico y es posible que con este cesen más muertes innecesarias, lo que no es poco decir. Sólo hay que rezar para que a esta dictadura no la supla otra más, otra vez. ¿Civilización o barbarie en el siglo XXI?
Para peor, Gadafi ni siquiera tuvo la calidad humana de morir con alguna dignidad. Ni siquiera con una mínima dósis de grandeza para evitar más muertes de su pueblo. El "Señor de la Guerra", con su pistola de oro, fue muerto por la furia de la gente, aunque no se sabe mucho más. Escondido en un pozo, herido, herido en su soberbia, no sólo en su cuerpo. Y seguramente sin alma, aunque dijera otra cosa en medio del delirio místico que lo había aquejado desde hace mucho tiempo y no lo abandonó más.
Sin duda, un hombre sin amor. Un hombre que hace más de 40 años sustituyó a un rey, y que sentado en una montaña de oro negro que representaba la posibilidad de hacer crecer a su pueblo, y desarrollarse, y educarse para tener una vida mejor, se dedicó por más de tres décadas largas a gastar ese petróleo no sabemos en qué, si en armas para defenderse y construir un bunker de poder, si en una fortuna inimaginable depositada en algún banco suizo, si en construirse castillos vacíos, si en propaganda, regalos baratos y la compra de voluntades, por las buenas o por las malas.
Visto así,para los canibales, ayer fue "buen" día: indignados libios 1- Gadafi 0. Irremediablemente. Para siempre. Y ahora sólo falta esperar que ese pueblo, que quiere seguramente vivir en paz (aunque posiblemente esté aún cargado de odio y resentimiento por los 40 años de promesas y revoluciones incumplidas una y otra vez), quizá tenga la sabiduría de superar sus frustraciones y amarguras enormes y tener la capacidad de ingresar en el siglo XXI, el siglo de la democracia, de la inclusión social, del crecimiento económico de los que se esfuerzan y entienden que la única revolución posible no es la magia, sino el esfuerzo, el trabajo, la creatividad, en vez de esperar a un lider mesiánico que nos resuelva los problemas.
Primera reflexión. Lo conversamos con Patricia Paltrow toda la tarde, vía Skype, ella estaba en Niúiork, yo en Baires, y los dos nos quedamos profundamente conmovidos por el final anunciado de una revolución imposible, falaz, tan canibal como lo era el mismo Gadafi, sin magia, desilusionante como el final de toda ilusión.

Pero Paltrow, a quien yo miraba sentada sobre su escritorio del banco en que trabaja 10 horas por día, con una pollerita de aquellas, una blusa sencillita siempre blanca y demasiado abierta a propósito, y por supuesto descalza, con unas medias de colores fuertes, llegó más lejos con la reflexión:

El IPad, una potente arma para la paz,
el crecimiento y la comunicación

- Flaquitogordito -me dijo, con aquella mirada y sus ojos de colores-, compara el final casi mísero de Gadafi con el final heroico de Steve Jobs. Ambos fueron hombres ferozmente poderosos. Ambos empezaron de abajo. Steve (hablaba de él y se emocionó) empezó, como Bill Gates, en el garaje de su casa, allí empezó a desarrollar su primer objeto tecnológico, una PC que llamó Apple. Luego vino la siguiente, la II. Empezó como Gadafi, un poco después, en los años '70, pero su "reinado" se lo ganó sin matar a nadie, sólamente siendo un genio y rodeándose de otros genios y laburantes, lanzando un producto tras otro, innovación tras innovación, con un 10% de inspiración y 90% de esfuerzo. Luego inventó el mouse (¿lo sabías flaquito, ese famoso ratón del ordenador del que se hacen tantos chistes sexuales...?). Y luego vinieron las I-Mac, las Mackintosh personales, la apuesta a computadoras con mucha aplicación gráfica. A los 26 años Jobs ya era millonario. En 1981 fue portada de la revista Times. Y luego los años noventa, corriendo carreras a Bill Gates, a la competencia en las PC's personales y a la mismísima ley de Moore. El resto es conocido: El IPod, el IPad, el IPhone, todos los aparatitos que mejoraron las comunicaciones del mundo, y nos acercaron a vos y a mi en esas noches que nos extrañamos vos en Baires y yo en mi depto en Niúiork que siempre te espera conmigo para ser felices de dormir cucharita todas las noches.

La pistola de oro puro de Gadafi, un arma potente
para la muerte y sentirse poderoso

Paltrow seguía hablándome con emoción de Steve Jobs. Yo la escuchaba y miraba obviamente en la pantalla de mi Dell Computer, a través de la webcam, claro... "Luego Jobs le peleó a la muerte -dijo-. También, al cáncer de páncreas que lo atacó hace años. Pero siguió trabajando. No le echó la culpa a nadie. Cada presentación de un producto nuevo aparecía más flaco, más envejecido, pero siguió adelante con esa cultura del trabajo que lo hizo otro de los hombres más ricos del mundo, él y su empresa, claro. No sabía hacer otra cosa. No amaba otra cosa más que eso, la innovación, la comunicación, su familia, los hijos, y pelear, pelear todos los días (porque los empresarios verdaderos, gordito, trabajan de lunes a lunes, ya sabés")...
Y luego vino el trasplante de hígado, retirarse de la empresa, "abdicar el trono" con grandeza eligiendo al mejor para que siguiera construyendo su obra. Alllí siguió  su pelea con la muerte, dignamente, aunque fracasó en esa, su última batalla, hace exactamente 15 días. 

El IPhone, su último hijo, que
en estos días bate réords de ventas.

Era jueves. Hoy mismo. Yo la escuchaba a Paltrow contar su historia, conmovidos como estamos todos por lo que ocurre en el mundo, Grecia, los caprichos de los alemanes que quieren hacerle a Grecia lo que los aliados les hicieron a ellos al perder la primera guerra (Leasé Keynes), la esperanza que el domingo el grupo de los grandes países del mundo decida de una vez enfrentar el problema europeo antes que sea demasiado tarde para el mundo, llevándonos a una recesión global impredecible, lo ocurrido en Libia, los indignados de todo el mundo manifestándose en diferentes países, la volatilidad de los mercados, los pesimistas que anuncian el Apocalípsis (buen negocio) y los optimistas que creemos que el siglo XXI puede ser mejor que el siglo XX, pese a la frivolidad ambiente en este mundo light, con principios intercambiables como los de Groucho Marx, y el peligroso "nomeimportismo", claro.
Y de repente vi que Paltrow estaba llorando en su oficina de Niúiork, de la Calle de la Pared, y no supe qué decir. Era todo tan claro. Dos hombres, dos vidas tan diferentes, el éxito y el fracaso (esos eternos farsantes). Y le dije "te quiero", y colgé mi skype y ella seguramente colgó su nuevo IPhone 4 que estaba estrenando de manera tan triste.

¿Vos ya te compraste un IPhone 4?


La gente cree que los economistas no sienten, no tienen sentimientos, y si trabajan en un banco, menos. Pero Paltrow siguió llorando. No por Steve Jobs, no por Libia. Lloraba por el mundito este en que estamos metidos, y en donde unos pocos políticos aquí y allá creen tener la verdada revelada y siguen prometiendo revoluciones, muchas revoluciones, demasiadas.  

Al menos, lo de Steve Jobs fue la revolución de un laburante, un trabajador que tuvo un merecido éxito en su vida.

Eso es todo. Les mando esto y me voy a dormir, que mañana tengo radio el Mundo con Pablo Wende, de 9 a 11. Es tarde. Tiempo de reflexión.


Un abrazo, hasta la Victoria Secret.


El Hombre Electrónico
(políticamente incorrecto)