Carta desde el ciberespacio número 257, del 29 de abril de 2010

Las “3 I” de la Argentina: inflación + inestabilidad + incertidumbre ¿Por qué el ahorro no se convierte en inversión?
* La sociedad argentina tiene una elevada capacidad de ahorro, pero estos ahorros no se convierten en inversión productiva * La prueba es la cantidad de fondos que muchos argentinos fugaron al exterior, superior a 120.000 millones de dólares * La fuga de capitales no es sólo de los privados, sino de políticos, funcionarios y gobernantes * La tasa de ahorro es mucho más alta que la tasa de inversión * Los argentinos siguen pensando en dólares como moneda de resguardo, porque cada vez que confiaron en el peso fueron defraudados * Las razones son las 3 I: inflación recurrente, inestabilidad e incertidumbre, debido a planes como el Bonex, corridas bancarias, imposibilidad de retirar dinero de los bancos, tasas reales de interés menores a la inflación, robos a cajas de seguridad (y rumores sobre su apertura compulsiva), elevada presión fiscal * Son todos hechos que determinan un mercado de capitales anémico y un sistema financiero con más dinero transaccional que ahorros de largo plazo * El resultado es que los argentinos, cuando no fugan capitales, ahorran consumiendo, comprando ladrillos, electrónicos, autos, planes de 50 cuotas * La crisis financiera internacional acentuó este comportamiento * El actual boom del consumo es un boom de ahorristas que buscan otros canales para resguardarse *
¿Un boom de ahorro, con publicidad masiva en los diarios?
Hola gente, amigos, no tan amigos y hasta esos locos bajitos argentinos crispados y crispadores que ven a los otros (aquí y afuera) como si fueran enemigos, como si hubiera una conspiración planetaria contra la Argentina, con socios locales y todo. Estábamos hablando de estas cosas hasta recién con Patricia Paltrow en nuestra infinita conversación cosmo entre Niúiork Niúiork y Buenos Aires, siempre online, jugando a la distancia, pensando juntos en voz alta, usualmente alegres pese a las crisis griega con salsa portuguesa, a las dificultades españolas con más desempleo que gente, o a las barbaridades que cometen las siempre tan puras calificadoras de riesgo (como si fueran carmelitas descalzas) a la hora de bajarle la nota a una empresa o a un país, aunque llegan siempre demasiado tarde y complican más de lo que ayudan, como lo señalaba ayer, o antes de ayer (un poco enojado), nuestro amigo Luis Palma Cané, hablando con Pablito Wende o con Willy Kohan en la mañana o la tarde radio El Mundo. Claro, temas nunca nos faltan, además de los planes sobre próximos encuentros científico-amorosos en alguna playa a mitad de camino para jugar una carrera en cuatriciclo por los médanos, para dormir la siesta a la noche o a la tarde, discutir sobre si estamos ante un boom de consumo o de ahorro, comer recostados en una reposera junto al mar (camarones fritos con limón y una guaraná o una piña colada) y etceterá etcétera, como dice ella cuando se le mezcla el francés con el español…. Temas nos sobran., sin mencionar las historias de esta extraña Macondo en que se ha convertido la Argentina de todos los días, en donde está prohibido pensar diferente, informar, construir estadísticas sobre la realidad económica y peor aún, mencionarlas, y tantas cosas más. De hecho, Paltrow está hoy en uno de esos días, mujer femenina al fin, y su pregunta crucial es si los sube y bajas de estos días serán un descansito para seguir subiendo o el principio de una toma de ganancias en los mercados financieros del mundo-manada, esto es, el inicio de un movimiento lateral hasta que los europeos se pongan de acuerdo respecto a si van a comportarse maduramente, como una verdadera unión de países que se ayudan ante las dificultades económicas y financieras de alguno de sus miembros. “Gordito –me preguntó recién-, ¿los europeos no se vendían como una economía del bienestar, solidaria, una clase superior y más sabia frente a los salvajes y primitivos capitalistas estadounidenses? ¿Van a seguir bicicleteando a Grecia, como si quedara en Oceanía, por unos míseros 60.000 millones de euros, a una economía que sólo pesa 2,6% del PIB de toda la Unión Europea, mientras el euro les sigue cayendo frente al dólar (1,32) y otras monedas fuertes como el real, el dólar canadiense o el peso chileno?”. Hablábamos por skype, sin webcam, y yo me reí: me la imaginé apoyada, sentada casi, en el escritorio de su banquito, seguramente jugando inocentemente o no tanto con su piecito descalzo y el zapatito de Gucci abandonado en la alfombra, solo para poner nerviosos a “sus chicos”, esos yuppies modernos de su team, que se creen importantes porque nacieron con una blackberry pegada a su mano, y duermen con ella (con la blackberry, claro…) y hacen el amor con ella y sueñan con ella (habiendo tantas cosas tan lindas para soñar en esta vida) y etceterá etceterá. Eniuai. De eso hablábamos a cinco mil millas de distancia, mientras el Don Jones ayer subía y bajaba coqueteando otra vez alrededor de los 11000 puntitos y hoy hasta se levantó firme hacia arriba, aunque junous, porque los compradores y los vendedores no se ponen del todo de acuerdo sobre si esperar y ver, seguir comprando -evitando Europa, claro- o prepararse para una toma de ganancias luego de unos meses de suba. “Flaquito –me dijo ayer, cuando las cosas eran menos claras-, yo creo que esto sigue para arriba, en los Estados Unidos todas las noticias y todos los indicadores llegan mejor, los emergentes emergen con fuerza y sólo los europeos juegan al síndrome de Estocolmo, así que me voy a hacer shopping de eteefes, un beso en la comisura, a la noche hablamos…”. Y me cortó, hizo End, claro, con su acelere habitual de mujer cosmo que vive a 100 millas por hora, aunque siempre respete las reglas del tránsito porque aquello es Estados Unidos y se usa portarse bien, porque al que se porta mal, al que le descubren una mentirita, le cortan los dedos. Como en la Argentina, claro, igualito, jeje, en donde no hay “crimen y castigo”, sino “crimen sin castigo”, según el juez que nos toque, claro, porque el progresismo, el híper-pragmatismo y la teoría de la relatividad mal entendida han confundido a las víctimas de los victimarios con una profundidad casi psiquiátrica. Capítulo I, ¿y si no hubiera restricción externa, sino que las divisas a veces se van de viaje? Pero el tema de hoy es sencillito, las cosas están tan claras que ni siquiera hacen falta los números que construyen trabajosamente los buenos y serios economistas y consultores de primer nivel como Fiel, el Estudio Broda, Melconián o incluso Orlando Ferreres, ni sus estadísticas tan preciadas, para demostrar, o simplemente mostrar, eso que 9 de cada 10 personas en su sano juicio perciben como “la realidad”, mientras el gobierno ya no sabe qué excusa inventar para esconder esa realidad, la única, la verdadera, debajo de la alfombra, tanto que ahora no sólo se dedica a perseguir al mensajero (el periodismo con pensamiento propio, o crítico, o diferente al discurso oficial) sino que apunta también a las consultoras que realizan esfuerzos para construir lícitamente lo que las cifras del Indec tratan de esconder (esto es, las estadísticas públicas, que son propiedad de todos los argentinos). Sin éxito, claro, como si se pudiera tapar el cielo con las manos. Qué pequeñez. ¿La próxima será quemar libros que intenten reflejar esa misma realidad, como ya ocurriera en el pasado, o como lo describiera tan bien aquella novela de ciencia ficción tan amada por los progresistas llamada “Farenheit 451”, del prócer Ray Bradbury? El tema es justamente observar que la Argentina, pese a todo lo que parece, no tuvo antes, y menos la tiene ahora, una severa restricción externa. Si los capitales se han ido una y otra vez del país, recurrentemente, pendularmente, ha sido por la incertidumbre cotidiana, por el cortoplacismo de los gobiernos de turno, por la inflación, la presión fiscal siempre creciente, la desvalorización del mundo de los negocios (y su consecuencia, las ganancias que hacen al mismo funcionamiento de la actividad económica y el crecimiento), la inestabilidad por los cambios constantes en las reglas del juego y lo que podría denominarse como las consecuencias económicas de una excesiva ideologización de una sociedad y una dirigencia que sueña y desea el progreso, pero vive cristalizada en los esquemas y paradigmas de un mundo que ya pasó hace décadas, que ya fue, en un recurrente y pendular retorno a la infantil ilusión que la magia existe, que los argentinos somos los mejores y que el mundo está confabulado contra nosotros y atiende en el FMI (la mismísima encarnación del mal, según sugieren los funcionarios que hablan de dignidad y sostienen con exquisito mal gusto que “no se bajarán los pantalones ante ellos”, con perdón por la frase, mencionada en estos días nada menos que por un ministro de Macondo, o Maradonia, como les guste más)... Pero quizá no hay restricción externa, y quizá no la había tampoco antes, cuando la Argentina, en el pasado, enfrentaba recurrentes crisis de balanza de pagos y ciclos de “stop and go” por sus déficits de divisas periódicos que se solucionaban, como ahora, con dos buenas cosechas o un ciclo de buenos precios. Quien me llevó a pensar en esto fue Enrique Szewach, quien el otro día me hizo una observación inocente y demoledora que me llevó a pensar que si la Argentina ha tenido persistentes problemas de falta de divisas, una y otra vez (con corridas cambiarias y explosiones inflacionarias y todo lo que sabemos que viene con ellas) no fue por su pobreza (la Argentina es cualquier cosa menos un país pobre), no fue tampoco por los precios internacionales oscilantes, y no fue quizá ni siquiera por el famoso deterioro de los términos del intercambio, que aunque efectivamente existió en el pasado, y podría volver alguna vez si baja el precio internacional del Dios Soja si el efecto China-India se esfuma, todo esto se explica por lo que podríamos llamar las 3 I del subdesarrollo; inestabilidad, incertidumbre e inflación. “La Argentina de las últimas décadas nunca tuvo restricción externa natural. Sólo la tuvo “artificial”, creando las condiciones para la fuga de capitales. Si los argentinos tienen, desde hace décadas, en el exterior, un stock líquido de dólares, entre 5 y 10 veces el saldo de la balanza comercial, ¿de qué restricción externa hablamos?...” me disparó Enrique inocentemente, haciéndome dudar de algunas de las cosas en las que creí por años. Menos mal, ya saben que soy de los que piensan que uno no deja de aprender, de cambiar, de crecer, hasta el mismísimo día en que deja de respirar, y eso es lo bueno de la vida, y del diálogo que siempre nos enriquece, ese diálogo que en la Argentina quieren prohibir por un DNU y que se contrapone al pensamiento único de aquellos fundamentalistas que “nacieron sabiendo” y que creen que en la vida siempre lo importante no es cambiar, sino al contrario, ser siempre coherentes y vivir “a mi manera”, siempre iguales a sí mismos, pase lo que pase, como si fueran una mala versión de Sinatra o Presley cantando “My way”...
Capítulo II, consumir, la nueva forma de ahorrar de los argentinos
¿Boom de consumo de bienes durables
o estrategia defensiva de los argentinos,
cada uno en su nivel?
Pero si esto es así, si todo lo que nos ocurrió en las últimas décadas es porque los argentinos –dirigentes y dirigidos- nos hemos acostumbrado a la malsana costumbre de tener al peso como moneda transaccional y al dólar como moneda de resguardo ante la aparición recurrente de las “3 I”, entonces la pendular fuga de capitales seria previa a la restricción externa, y no una consecuencia de ella, porque los bancos no fueron seguros luego del 2001, ni responsables, porque se amenazaba con tocar los derechos de propiedad, y finalmente se tocaron, porque las políticas económicas fueron pendulares, opuestas y contradictorias con cada cambio de gobierno, porque hasta se atemorizó con abrir las cajas de seguridad, porque hubo planes Bonex y tantos otros que licuaron los ingresos (el stock y el flujo) de quienes vivían en pesos (y más si tenían que defenderse con ingresos fijos), porque se estatizó, se privatizó y se volvió a estatizar y se volverá a privatizar, porque se destruyó el mercado financiero y el mercado de capitales cada vez que empezaban a recomponerse, etcétera, etcétera. “La Argentina también es un país forestal, gorditoflaquito, cada tanto las ciudades de llenan de arbolitos…”, me dijo Paltrow anoche desde su cama en Park Ave, jugueteando en su estilo Victoria Secret, cuando hablábamos por Skype de Uruguay, Botnia, las papeleras y los ambientalistas de Gualeguaychú que se creen los dueños de la verdad. El punto es que el ahorro, en la Argentina, no se convierte en nuevas y potentes inversiones productivas, sino que se escapa, se esconde, huye, se va, se cambia de moneda, ante la mínima dosis de incertidumbre, inestabilidad e inflación. Y esa insuficiencia de inversiones productivas lleva a una insuficiencia de oferta, en un país que cada tanto (en estos años, por ejemplo) se compra aquella receta mágica imposible de creer que se puede crecer a tasas chinas alegremente. Pero no, “no se puede crecer a tasas chinas cuando hay niveles de inversión productiva a la Argentina”, como me lo comentó mi amigo Leandro Taub este mismo martes, ahora que volvió de China y entendió de qué se trata aquello y de qué se trata esto, mientras conversábamos y tomábamos algo en un Mc Caffé de Alto Palermo, para sentirnos por un rato en un país capitalista moderno en donde hasta los baños funcionan y están limpios. Aunque ahora todo esto cambió, a partir de la crisis financiera internacional, que hizo que los argentinos tampoco creyeran en los bancos del primer mundo, ni en el dólar, ni en el euro, ni en nada de nada, con lo que ahora empezó un nuevo fenómeno que puede ser engañoso. Los argentinos con capacidad de ahorro, que no son pocos, y en diferentes niveles, descubrieron la nueva verdad revelada: defender sus ingresos, sus ahorros, su dinero, con el nuevo sistema de “ahorrar consumiendo”, comprando ladrillos, autos Peugeot o VW, LCDs High Definition de Samsung, Netbooks Vaio y otros electrónicos a pagar en 50 cuotas. Pero la idea es la misma: el ahorro no se convierte en inversión, ni ahora que hay un boom de consumo que pareciera mostrar una economía pujante que se recupera luego de la crisis de 2009. Cuidado, puede ser un espejismo, puede ser la última moda argentina en fugarse del peso argentino, esa moneda que todos quieren, pero sólo por un ratito por culpa de las “3 I” y el ministro de economía real, ese, el hacedor de supuestos milagros.
¿Jugamos al boom del consumo?
Me voy a gastarla a Paltrow para sumarme al boom del consumo. Un abrazo y hasta la Victoria Secret. El Hombre Electrónico (políticamente incorrecto)

Carta desde el ciberespacio número 256, del 22 de abril de 2010

UNA POLITICA ANTIINFLACIONARIA PELIGROSA E INEFICAZ: El dólar como ancla

Nuevo billete de 100 dólares

Hola gente, amigos y no tan amigos. “Hombre electrónico, el tipo de cambio real cae, pero por el aumento de la inflación, no por una revaluación de la moneda…”. La frase no es de Paltrow -ella me dice “flaquitogordito”, claro, lo que nunca quise saber si es un promedio de mi imagen (flaquito con pancita, digamos) o sólo una metáfora amorosa-, sino de mi amigo Enrique Szewach, casi un primo porque tenemos un apellido parecido, y vino como larga respuesta-conversación-diálogo-aporte (un deporte que los K no practican) a la anterior carta desde el ciberespacio, que observaba los parecidos que la Argentina muestra con la popularmente conocida enfermedad holandesa (en la Academia, claro), ese hecho fortuito (cada día más común ante la sobreabundancia de liquidez reinante en el mundo que “premia” los precios de determinados commodities críticos). Claro, Paltrow está muy ocupada en la Calle del Muro manejando su banquito, es decir, comprando y vendiendo (más bien vendiendo) más stocks que bonos, más eteefefes que fondos de inversión, mientras la manada y los pesimistas se asustan un poco por las regulaciones que vendrán –y está bien que así sea- al sistema financiero americano, la situación de Grecia y los Pigs en general, los pronósticos apocalípticos ante los déficit fiscales de los países de la Unión Europea y de los mismísimos Iúesei y otras pálidas de los vendedores de malas noticias. Y por todo eso se pusieron vendedores por unos días. “Flaquito –me dijo recién ella desde su celular, acelerada como siempre y en sus tres idiomas al mismo tiempo (una especie de spanglish con frenchkiss inluído para mi, claro)-, es una toma de ganancias, y cualquier excusa es buena para salir, para esperar, para que bajen los precios y volver a empezar, para salir al patio para ir a jugar. Pero fijate que la acción del Citi ya llegó casi a 5 dólares (un regalo, aunque estaba a un dólar, casi un big mac) y Obama y la Sec se cuidaron muy bien de elegir el banco al que “le pegaban” (se refería a Goldman Sachs), finalmente su acción es la más cara de todas y estaba nada menos que a 160 dólares antes de la llamada paliza, tienen espaldas de sobra para que los muchachos de la Seciuriti les hagan un poco de lío y Obama aproveche para hacer campaña contra los “malísimos y egoístas” banqueros de su país, claro que sin correr el riesgo de que la recuperación norteamericana pueda abortarse por su “política de comunicación”. Nada nuevo bajo el sol: pegarle a los bancos siempre suma votos, aquí y ahora allá también. Yo la escuchaba contarme todo esto y me reía, la extraño especialmente a la hora de la siesta porque cuando nos encontramos en alguna playa del mundo nuestro deporte predilecto es dormir la siesta al sol, con Guaraná o Piña Colada (depende adonde estemos, claro). Pero ella estaba ocupada con sus órdenes de compra: hace unos días no hace otra cosa que comprar XHB (un eteefe que replica el precio de la construcción de propiedades y hoy subió “nada más” que 3,76%), o el clásico QQQQ tecnológico y, algunos emergentes seleccionados, obvio, y algunas coberturas para la feroz volatilidad entre las monedas, ya que mientras todos dicen que está subiendo el dólar ella insiste que no, que lo que pasa es que está cayendo el euro porque los europeos están “hechos percha”, una frase no muy común en Paltrow. “Sino, flaquito, ¿porqué se revaluaron también muchas monedas emergentes junto al dólar, incluido el famoso súper peso de Cricri?...”. Y se empezó a reír. Y me colgó, claro, estaba en medio de la rueda y a ella le encanta pasearse por los pasillos y las computadores, con su celular bluetooth colgado de la orejita y escondido entre sus rulos rubios, ahora otra vez con sus polleritas primaverales, sus camisas blancas y sus zapatos de Gucci, sus sandalias de Gucci, sus chatitas de Prüne o sus piecitos descalzos en el parque, con medias rayadas o floreadas de colores muy fuertes, sólo para molestar y para desconcentrar a sus famosos operadores de cuentas, o “yuppidiotas”, como los llama ella cariñosamente en su inglés todo trabado…

“Los falsificadores”, una película con efecto tango
Capítulo Unico, el dólar fuerte en los Usas, el dólar anclado y retrasado en la Argentina, inflación y una metáfora de película
Cuando hablamos vía mail con Enrique SZ, él me hizo otras observaciones muy interesantes cuando yo sostuve la semana pasada que la Argentina está sufriendo una remake de la enfermedad holandesa (ver carta 255)… Ante todo, me dijo que… ”el diferencial de inflación de la Argentina con el resto de la región, surge, precisamente, no por la enfermedad holandesa, sino por querer evitarla”. Dicho de otra forma, así como Paltrow sostiene que no es el dólar que se está revaluando en el mundo, sino que es el euro que se está cayendo (“hoy cerró a 1,33, vámonos a Europa gordito”, me dijo antes de colgar), en la Argentina no es que el dólar se está revaluando por la lluvia de dólares (aunque la hay), sino que la inflación –la real, no la de mentiritas del Indek, lo está retrasando peligrosamente, porque el Gobierno ha sacrificado su modelo de dólar alto para utilizar a esta moneda como ancla antiinflacionario. Coooorrecto I, como dirían Ambito Financiero y Susana Gimenez. Dijo algo más: que la revaluación de las monedas de los países emergentes vecinos (y no tan vecinos) es así una revaluación real de su moneda, mientras que en la Argentina es el dólar real el que se está revaluando fuerte, aunque en términos nominales se lo mantiene apenas subiendo lentamente, con lo que lo que hace “retrasar” nuestra moneda es la inflación, en términos reales, claro.

Fuente: Federico Muñoz y Asociados

Para más datos Enrique sugirió que la Argentina no tiene una verdadera restricción externa, sino una restricción auto inflingida por la inestabilidad, los cambios de las reglas del juego y tantas cosas más: “¿Cómo puede tener restricción externa una economía que sólo ahorra en dólares? La Argentina de las últimas décadas nunca tuvo restricción externa natural. Sólo la tuvo ‘artificial’ creando las condiciones para la fuga de capitales. Si los argentinos tienen, desde hace décadas, en el exterior, un stock líquido de dólares, entre 5 y 10 veces el saldo de la balanza comercial, de qué restricción externa hablamos?”, me preguntó, así como al pasar. Cooorrecto II. Y para terminar, agregó que “la emisión monetaria para financiar al Tesoro, el problema de la carne y la ‘señal’ que el Banco Central va a convalidar, monetariamente, cualquier aumento de precios, usando la fijación del tipo de cambio nominal como anclaje de expectativas tiene como resultado la tasa de inflación, que como no podía ser de otra manera, se aceleró”. Cooorrecto 3, como diría Ambito, o Susana Gimenez, o ambos. En ese momento, recordé una película que vi no hace mucho tiempo, llamada “Los Falsificadores”, que cuenta la historia verídica de un excelente falsificador judío atrapado en la segunda guerra mundial, a quien los nazis capturan y obligan a fabricar millones de libras esterlinas para destruir al entonces imperio británico, uno de los aliados más potentes de Alemania, junto a los Estados Unidos y la URSS (las paradojas que tiene el mundo, ¿vieron?) con el sencillo recurso de “más circulación, más emisión, más inflación”, por si alguien tiene dudas. La historia sigue en un campo de concentración en que el falsificador debe dedicarse a diseñar y producir una libra esterlina que ni el Banco de Inglaterra pueda calificar de falsa, y cuando lo logra, debe emitir una cantidad suficiente como para hundir la economía británica con un recurso sencillito, conocido, que sólo los necios, o los que no estudiaron algo de economía, pueden entender: inflación, muchas libras esterlinas, más inflación. Pregunta: ¿Mercedes Marcó del Pont y Néstor conocerán esta historia verídica? ¿O creerán que es otra conspiración del FMI, los americanos y hasta los alemanes nazis para obligarlos a hacer un ajuste que ellos antipopular? (de paso, lo verdaderamente antipopular es la alta inflación que pone locos a los argentinos cuando van al supermercado). La película, durísima, casualmente está toda musicalizada con tangos argentinos, el principal de ellos es “Mano a Mano”, y en una de las primeras escenas, de hecho, el personaje se dedica a falsificar justamente un pasaporte argentino para salvar a su amante (dicen que una casualidad es casual, pero dos casualidades juntas sugieren una “no casualidad”. ¿Acaso el protagonista verdadero de la película se habrá escapado a la Argentina cuando terminó la guerra, luego de jugarse todos los billetes falsificados en el casino de Montecarlo junto a una Preety Wooman para empezar de nuevo y olvidar la pesadilla que vivió, terminando en la Argentina, manejando-falsificando-fabricando pesos como asesor en el BCRA, y provocando los rebrotes inflacionarios con que el país convive desde los años cincuenta? Junous,. como diría Paltrow, con quien vimos la peli hace meses y nos dedicamos a fantasear y preguntarnos cómo si es tan obvio en todo el mundo que la emisión monetaria es inflacionaria (así los nazis quisieron destruir al imperio británico, repito), en la Argentina se sigue jugando con fuego, arrojando nafta y creyendo que se puede emitir alegremente, gastar reservas internacionales para financiar gastos corrientes, monetizar los superávit comerciales, abusarse del déficit fiscal vía emisión y hacer todas esas cosas que, desde Milton Friedman hasta los alemanes nazis de los años cuarenta, ya habían comprendido que lleva a generar más y más inflación. Esa es la metáfora, o no tanto: en la Argentina modelo 2006 a 2010, se ha abusado del gasto y se ha convalidado con nueva emisión de moneda y una política de ingresos ferozmente expansiva un boom del consumo interno que ha generado más y más inflación, que es una manera muy sutil de “falsificar” oficialmente la moneda.

Epílogo, sobre retrasos cambiarios y lluvia de dólares Amigos y no tan amigos. La Argentina es un caso peculiar de enfermedad holandesa: genera dólares pero tiene ciclos recurrentes de restricción externa por no sostener un clima de negocios, por vivir fuera de la ley y las instituciones y por cambiar las reglas del juego una y otra vez, lo que genera fuga de capitales, en vez de seducir inversores de largo plazo. Cuando el país tiene un ciclo de lluvia de dólares por algún evento especial interno o internacional (esta vez es el boom de la soja, los chinos y los indios), tiene una tendencia nociva a revaluar su moneda, pero no en términos nominales (como un país serio y normal, que compensa estas revaluaciones con diferentes mecanismos anticíclicos), sino en términos reales, a través del insano recurso de promover inflación de demanda. Y cuando fabrica inflación a niveles insostenible casi “falsificando” moneda, esto es, emitiendo más de la cuenta, gastando más de lo que puede o endeudándose por encima de sus posibilidades, o bien subestima los efectos de la inflación, o bien niega que haya una inflación peligrosa (como en estos años y se niega a combatir sus consecuencias, en vez de evitar hacer el ajuste necesario para apaciguar estos rebrotes inflacionarios). Es en ese momento que se dedica a fabricarse un problema adicional utilizando al dólar como ancla, como si esta pudiera ser una política antiinflacionaria. El resultado de esto es un atraso cambiario, que tarde o temprano termina explotando con más inflación o implotando con el recurso de fabricar más pobres a través de esa inflación negada, subestimada y no atacada que afecta a los sectores de menores ingresos, a los informales y a la clase media de ingresos fijos. Y a las empresas, a las que ahora se les echa la culpa por la inflación. Por último, la Argentina es un país que parece, sólo parece, tener una insuficiencia crónica de ahorros e inversiones, echándole la culpa de esto a la paralela insuficiencia ahorros. Pero estos ahorros, que en realidad existen y son muy importantes cuantitativamente, terminan fugándose del sistema formal y se esconden dentro o fuera del país, para protegerse de los habituales ataques estatistas y estatizadores, devaluaciones repentinas y tantas otras formas creativas que ha encontrado el país (y sus políticos, con más ideologías que ideas), para hacerse daño a si mismo y a quienes podrían contribuir en su recuperación. Ya lo saben, el dólar no es ni debe ser un ancla que reemplace a una política antiinflacionaria seria, prudente y realista.

¿Y vos, qué verso me vas a hacer?
Para terminar, para quienes sostienen que el ciclo kirchnerista está agotado y que asistimos azorados y crispados y asustados y angustiados a sus internas intestinas en ascenso (con abandono del barco de los ex amigos, claro), el año 2011 presentará una nueva oportunidad para el péndulo y elegir un candidato estable, serio, prudente, no mesiánico, republicano, respetuoso de quienes piensan diferentes, de las leyes, las reglas del juego y las instituciones, más allá de si es de centro izquierda o de centro derecha. Si ello ocurre, habrá para la Argentina una nueva lluvia de dólares que se sumará al boom de la soja. Y allí veremos si hemos aprendido de nuestro pasado o seguimos condenados a repetir, una y otra vez, nuestros errores. Yo apuesto al optimismo. Me desperté así., ¿no será peligroso? Me voy a cenar y a ver Dr. House y hablar por skype-webcam con Paltrow-Minicooper, quizá hasta me convenza para que la vaya a visitar a Park Ave, en este otoño al que le seguirá, se los puedo garantizar, un invierno de aquellos... Un abrazo, hasta la Victoria Secret. El Hombre Electrónico (políticamente incorrecto)

Carta desde el ciberespacio número 255, del 15 de abril de 2010

ADIOS A LA RESTRICCION EXTERNA GRACIAS AL EXITOSO MODELO ARGENTINO SOJA-INTENSIVO
Enfermedad holandesa
Hola gente, amigos y no tan amigos. Pese al descrédito de algunos bancos (ahora le tocó a Goldman Sachs) y las tomas de ganancias que generan momentáneamente, lo concreto es que la economía internacional sigue recuperándose con los Estados Unidos, China y casi todos los países emergentes a la cabeza. Cómo será que Patricia Paltrow celebraba el miércoles a la noche, sin mí, Glup, los 11.123 puntos a las que había llegado el Don Jones en otra jornada muy buena para los mercados, luego de superar por primera vez el lunes los 11.000 puntos desde el inicio de la crisis financiera mundial. “Pero cuidado flaquitogordito –me dijo desde su computadora con la que siempre estamos online-, no te dejes llevar por el número ni supongas que volvió la famosa exuberancia irracional de Woody Allan Greenspan, ya que en la semana del 8 de octubre de 2007 el Dejota había alcanzado nada menos 14.093 puntitos, un 28% más que el nivel actual, o visto al revés, el nivel actual está nada menos que 3000 puntos o 22% abajo que el máximo alcanzado antes que se desencadenara la crisis apocalíptica que no fue, pese a los vendedores de malas noticias y a los que se hacen los gurúes, esos tipos más charlatanes que genios, como si fueran un típico chanta argentino que habla de todo como si supiera. ¿Me entendés Beibi corazón?...”. Claro que la entendí: la estaba mirando por la webcam de su Vaio, vía Skype, mientras ella se preparaba para dormir (si, las verdaderas mujeres se preparan para realizar ese evento tan especial), desde mi Dell, en mi camita solitaria de un día otoñal porteño, y me preguntaba por enésima vez qué hago a 5.200 millas de distancia de esa mujer que es un auténtico Minicooper, chiquita por fuera aunque muy femenina, confiable y seductora por donde se la mire, con un carácter intolerablemente atractivo, explosivo y, lo mejor, fuera de los comportamientos de manada tan de moda en estos tiempos de hombres y mujeres programados y estresados. O sea, una mujer de aquellas con las que uno sueña cuando piensa en pasarse el resto de su vida abrazado en una isla del Caribe, tomando piña colada con una picadita de camarones fritos con limón y otras cositas saladas, mirando el atardecer en el mar y no más que eso. Todo no light, Obvio. Eniuai, pero yo estoy en Buenos Aires, se viene el otoño y me he hecho adicto a la serie del Dr. House (un médico pos-posmoderno que se ocupa del cuerpo de sus pacientes y parece, sólo parece, no tener alma), vaya uno a saber por qué, mientras el país discute esterilidades y vaguedades varias, crispado, angustiado, agresivo, mientras se ha convertido en una auténtica fabrica de pobres en medio de una sociedad anestesiada, desinteresada, pragmática en exceso, que imita aquel viejo precepto de Groucho cuando decía “estos son mis principios, pero sino le gustan tengo otros”. ¿Habrán visto la película Invictus los muchachos de K, una máquina de ganar enemigos? Capítulo I, sobre amapolas, tulipanes, modelos y otras curiosidades holandesas La Argentina ingresó otra vez en uno de sus clásicas, habituales y pavorosamente reiteradas trampas sin salida: un debate sobre si en la Argentina hay o no un retraso cambiario excesivo y riesgoso, por utilizar al dólar (un precio clave de la economía para establecer sus relaciones económicas y financieras con el mundo) como un peligroso e inconveniente ancla antiinflacionario. Es una estrategia que le costó demasiado al país a mediados de los años setenta, a principios y al final de los años ochenta y, obviamente, en los años noventa (con la convertibilidad, que culminó con la crisis de fines del año 2001). Pero este instrumento (el precio del dólar utilizado como una modalidad de política antiinflacionaria para evitar el viejo y seguro camino sin atajos de cuidar las cuentas fiscales y monetarias y hacer una racional política de ingresos) nunca resultó, siendo el mejor camino para complicar el problema que se quería evitar (inflación en alza, la consecuencia de jugar a la magia en vez de respetar las duras leyes de la realidad), terminando todo, siempre, en una típica y recurrente explosión cambiaria e inflacionaria que destruyó la moneda nacional una y otra vez, que ajustó de la peor manera a la economía y que motorizó finalmente más inflación, y no menos, alterando el clima de negocios y las reglas del juego, una y otra vez. Es la historia de las crisis de las últimas décadas… En la actualidad, para peor, este nuevo intento de anestesiar al dólar como equívoco y riesgoso ancla antiinflacionario se ha complicado con un hecho nuevo, aunque para nada desconocido, que es la aparición en la Argentina de una nueva “patología” demasiado comparable a la poco conocida (fuera del ambiente académico) enfermedad holandesa… Lean qué dice Wikipedia, el libro gordo de petete de estos tiempos pos-posmodernos…
Capítulo II, sobre la soja, las amapolas y Holanda
El síndrome holandés, también conocido como "mal holandés" o "enfermedad holandesa" es el nombre general que se le asigna a las consecuencias dañinas provocadas por un aumento significativo en los ingresos en divisas de un país. El término surge de la década de 1960, cuando las riquezas de los Países Bajos aumentaron considerablemente a consecuencia del descubrimiento de grandes yacimientos de gas en el Mar del Norte. Como resultado del incremento de ingresos el florín (Moneda Holandesa) se apreció, lo que perjudicó la competitividad de las exportaciones no petroleras del país. De ahí el nombre de este fenómeno, que si bien no se relaciona con el descubrimiento de algún recurso natural, puede ser el resultado de cualquier hecho que genere grandes entradas de divisas, como un notable repunte de los precios de un recurso natural, la asistencia externa o la inversión extranjera directa
___________________________________________________________________
Justamente, mientras en estas últimas semanas desde diferentes sectores del empresariado se alertaba (esta vez, asombrosamente, coincidían tanto el campo como la industria) que el dólar empieza a atrasarse peligrosamente (¿otra vez sopa, condimentada con las retenciones, para peor?) poniendo en juego la competitividad misma de la economía real, los funcionarios del oficialismo alardeaban inocentemente con la lluvia de dólares en marcha y con la solidez de las reservas internacionales, sencillamente gracias al boom de la soja (producto que por otra parte combaten) y al “efecto China-India”, diciendo “no hay problema, tendremos superávit comercial y lluvia de dólares este año y el que viene también”, como si fueran el mismísimo Alf que acaba de aterrizar en un planeta confuso que no termina de comprender. Para peor, tenemos a los yuppies modernos, aledaños al sector financiero (que se contentan viendo subir el precio de los bonos argentinos y el dólar “magistralmente” manejado por el BCRA), así como a los comunicadores frívolos que no ven ni imaginan qué hay detrás de la neblina o la lluvia del parabrisas, ni vislumbran qué está ocurriendo más allá las apariencias. Y apoyan así, de manera entusiasta, este nuevo y diferente escenario de dólar atrasado (combinado con una inflación acelerada riesgosamente, para peor). Y todo esto parece haber barrido –por ahora- con la vieja restricción externa tan bien sugerida primero por Raúl Prebisch hace muchas décadas (por aquello del deterioro secular de los términos del intercambio), y explicado luego por el empresario-ingeniero heterodoxo Marcelo Diamand, que quizá se volvería a Siberia si escuchara estos disparates. Claro, me refiero a esos operadores del mercado exitosos, de treinta años o algo más, esos jóvenes que nacieron cansados, a los que les llegó el éxito demasiado rápido y se la creyeron, aunque les falta un poco de experiencia y otro poco de modestia para saber diferenciar la carrera de 100 metros de la de las 4 millas. Esos chicos que creen que el progreso es estar en Facebook y en Twitter, celebrar el día de brujas y el bicentenario con la misma frivolidad, tener el último modelo del Apple-IPad y hojear el Wall Street Journal en diagonal, porque no tienen tiempo para reflexionar un poco, pese a que hablan de finanzas internacionales como si supieran, mezclando a Keynes y Adam Smith con Paul Krugman o Nouriel Roubini, como si se tratara de jugadores de golf o de la Davies. Son esos mismos jóvenes que a quienes nunca les presentaron la inflación, y menos la alta inflación, porque se formaron en la estabilidad de los malditos años noventa que tanto critican frívolamente, y no saben lo que le hace “un poco de inflación” a la gente, a la economía, a los comportamientos racionales que se tornan irracionales, a esa sensación cotidiana de terremoto que hace que a la gente (sobre todo a quienes tienen ingresos fijos, y a la clase media también) se le mueva el piso y le aumente la incertidumbre cada vez que se trepan a un carrito del supermercado para invadir lo que queda en las góndolas.
Los tradicionales molinos argentinos…
Datos del estudio Federico Muñoz y asociados, mientras tanto, muestran que a diferencia de 1995, cuando en el mundo había nada menos que 50 países con una inflación superior al 20% anual, en el año 2009 la cantidad de países con esos niveles exuberantes y peligrosos de inflación eran sólo 5 (Congo, Etiopía, Pakistán, Seychelles y Venezuela), aunque seguramente a continuación venia allí nomás la Argentina, que estaba posiblemente sexta o séptima con una inflación real de entre 15% y 20% anual. Pero no desesperen, en 2010 seguramente entraremos también en el cuadro de honor del 20%, gracias a Mercedes Marcó del Pont, la nueva Presidenta del BCRA, quien seguramente convalidará con emisión monetaria los actuales niveles ascendentes de inflación (n la del Indec, sino la real, claro. Ya se sabe, éste Gobierno no cree en el “ajuste” de la economía por las buenas, lo que está llevando al país al peor de los ajustes, es decir, el ajuste por las malas.

Fuente: Estudio Federico Muñoz y asociados

Capítulo III, adiós restricción externa adiós ¿La remake de la vieja enfermedad Holandesa llegó a la Argentina, con la diferencia que en vez de un boom de gas natural en el mal del norte aquí el boom se llama “la soja”, lo que aumenta las exportaciones y el saldo comercial? (a lo que hay qye agregar la “invalorable” ayuda de Guillermo Moreno y sus restricciones cualitativas y cuantitativas a las importaciones)… Ante todo, en la Argentina 2010 el superávit comercial rondará 15.000 millones de dólares, o más, lo que explica un escenario de retraso cambiario por lluvia de dólares que le resta competitividad a no pocos sectores de la economía. Dejando de lado las quejas de los industriales y los hombres del campo (que para peor sufren más de 30% de castigo por las retenciones), basta salir y mirar los precios, y compararlos (traducidos a dólares) con los precios de otros países, cercanos o lejanos. Ya sabemos que Uruguay está caro, ya sabemos que el mundo vive en una burbuja de liquidez generada por las políticas de bajísimas tasas de interés para evitar que el mundo ingresara en una depresión económica como la de los años treinta. Pero la inflación en la Argentina se agrega a esta remake holandesa y complica aún más el panorama: los precios nominales en la Argentina confirman una inflación en pesos y también en dólares que, cada vez que se produjo, terminó mal. Ya sabemos que otras monedas del mundo también se han revaluado, aunque la diferencia es que países como Brasil o Chile se las ingenian para evitar los trastornos de estas revaluaciones de sus monedas controlando el ingreso de capitales o promoviendo por igual a los otros sectores de la economía. La combinación de inflación con lluvia de dólares, así, lleva al escenario argentino al peor de los mundos: no habrá explosión cambiaria, sino que se está produciendo una llamativa y peligrosa implosión de fuerte componente antiinversor, que desincentiva a los otros sectores modernos de la economía. Tanto es el desconcierto, la realidad y lo curioso de la situación que el lunes, cuando llamé a una inmobiliaria para preguntar por el precio de un departamento medianamente antiguo cerca de Barrancas de Belgrano, la vendedora, luego de pedirme un precio ridículo cercano a u$s 3.000 el metro cuadrado, trató de explicarme que era como vivir en Niúiork Niúiork (se refería al Central Park, claro), y aunque era un edificio de 6 departamentos por piso (casi una pajarera), me explicó que se trataba de un semipiso (porque es una torre de tres cuerpos). Comento eso para que se den cuenta que, más allá que los argentinos se refugian en ladrillos por falta de opciones más seguras, lo han hecho hasta un punto en que se han pasado de vueltas y confunden los precios en NY con Buenos Aires, y los semipisos con las pajareras. En el fondo, para muchos el dólar no vale ni valdrá nada y estamos a dos días de la caída del imperio americano, y del europeo también, y de otros imperios más. Pero los salarios nominales en dólares también están por encima de niveles de lógica económica. Los precios de la ropa también. Los autos también, mientras el PIB puesto en dólares está creciendo más que el producto bruto, eso, traducido al castellano, es retraso cambiario. Epílogo: la Argentina vive en un escenario diferente al del pasado. La restricción externa ha desaparecido (al menos por ahora, aunque nunca digas nunca). El gobierno genera inflación para recaudar impuesto inflacionario, y complica la situación de los sectores productivos con una loca estrategia de retenciones y retraso cambiario para usar al dólar como ancla de un fenómeno que no sabe ni le interesa manejar (esa inflación negada por el Indec y subestimada por los funcionarios). Pero la inflación (tan sólo atacada con un instrumento hoy inoperante como lo es el ancla del dólar) fabrica mientras tanto más pobres, lo que complica la recuperación del consumo de los sectores de menores ingresos pese a que hace políticas como la asignación universal por hijo. Y empobrece y crispa a la clase media. Y promueve una puja distributiva en ascenso. Curiosamente, todo este desequilibrio no es explosivo como en el pasado, sino implosivo, económica y quizá socialmente en la medida que confunde y anestesia. ¿Cómo termina esto, le pregunté recién a Paltrow, que acaba de llegar de su banquito en la Calle de la Pared, muy divertida con la toma de ganancias de hoy? “Ay, gorditoflaquito, no sé como termina aquello (me dijo desde su Vaio, mientras se probaba una camisa blanca que seguro me robó a mí en nuestro último viaje) porque hablamos de Macondo, en donde no había médicos, sino curanderos. Pero no sufras, corazón, lo que no te mata, te fortalece. Y sino, venite a Niúiork Niúiork, yo te llevo al verdadero Central Park en carroza, y te hago olvidar de tu angustia argentina y esa cara de “estoy solo y tengo miedo” con algunos de mis besos small y XL, ¿dale? Justo vengo de comprarme una ropita ideal para el verano que se viene. Te va a encantar, sobre todo la de Victoria Secret. ¿Dale? ¿Venís?”… Y me cortó, claro, dejándome con las ganas de llamar a American Airlines y sacarme un ticket, finalmente los hot dogs y los big mac ya deben estar más baratos allí que en Buenos Aires…

http://www.clarin.com/diario/2010/04/14/um/m-02180811.htm
Lara Stone, supermodelo holandesa para Calvin Klein, ¿qué tendrá que ver con la enfermedad holandesa?
Un abrazo y hasta la Victoria Secret. El Hombre Electrónico (políticamente incorrecto)