Carta desde el ciberespacio número 257, del 29 de abril de 2010

Las “3 I” de la Argentina: inflación + inestabilidad + incertidumbre ¿Por qué el ahorro no se convierte en inversión?
* La sociedad argentina tiene una elevada capacidad de ahorro, pero estos ahorros no se convierten en inversión productiva * La prueba es la cantidad de fondos que muchos argentinos fugaron al exterior, superior a 120.000 millones de dólares * La fuga de capitales no es sólo de los privados, sino de políticos, funcionarios y gobernantes * La tasa de ahorro es mucho más alta que la tasa de inversión * Los argentinos siguen pensando en dólares como moneda de resguardo, porque cada vez que confiaron en el peso fueron defraudados * Las razones son las 3 I: inflación recurrente, inestabilidad e incertidumbre, debido a planes como el Bonex, corridas bancarias, imposibilidad de retirar dinero de los bancos, tasas reales de interés menores a la inflación, robos a cajas de seguridad (y rumores sobre su apertura compulsiva), elevada presión fiscal * Son todos hechos que determinan un mercado de capitales anémico y un sistema financiero con más dinero transaccional que ahorros de largo plazo * El resultado es que los argentinos, cuando no fugan capitales, ahorran consumiendo, comprando ladrillos, electrónicos, autos, planes de 50 cuotas * La crisis financiera internacional acentuó este comportamiento * El actual boom del consumo es un boom de ahorristas que buscan otros canales para resguardarse *
¿Un boom de ahorro, con publicidad masiva en los diarios?
Hola gente, amigos, no tan amigos y hasta esos locos bajitos argentinos crispados y crispadores que ven a los otros (aquí y afuera) como si fueran enemigos, como si hubiera una conspiración planetaria contra la Argentina, con socios locales y todo. Estábamos hablando de estas cosas hasta recién con Patricia Paltrow en nuestra infinita conversación cosmo entre Niúiork Niúiork y Buenos Aires, siempre online, jugando a la distancia, pensando juntos en voz alta, usualmente alegres pese a las crisis griega con salsa portuguesa, a las dificultades españolas con más desempleo que gente, o a las barbaridades que cometen las siempre tan puras calificadoras de riesgo (como si fueran carmelitas descalzas) a la hora de bajarle la nota a una empresa o a un país, aunque llegan siempre demasiado tarde y complican más de lo que ayudan, como lo señalaba ayer, o antes de ayer (un poco enojado), nuestro amigo Luis Palma Cané, hablando con Pablito Wende o con Willy Kohan en la mañana o la tarde radio El Mundo. Claro, temas nunca nos faltan, además de los planes sobre próximos encuentros científico-amorosos en alguna playa a mitad de camino para jugar una carrera en cuatriciclo por los médanos, para dormir la siesta a la noche o a la tarde, discutir sobre si estamos ante un boom de consumo o de ahorro, comer recostados en una reposera junto al mar (camarones fritos con limón y una guaraná o una piña colada) y etceterá etcétera, como dice ella cuando se le mezcla el francés con el español…. Temas nos sobran., sin mencionar las historias de esta extraña Macondo en que se ha convertido la Argentina de todos los días, en donde está prohibido pensar diferente, informar, construir estadísticas sobre la realidad económica y peor aún, mencionarlas, y tantas cosas más. De hecho, Paltrow está hoy en uno de esos días, mujer femenina al fin, y su pregunta crucial es si los sube y bajas de estos días serán un descansito para seguir subiendo o el principio de una toma de ganancias en los mercados financieros del mundo-manada, esto es, el inicio de un movimiento lateral hasta que los europeos se pongan de acuerdo respecto a si van a comportarse maduramente, como una verdadera unión de países que se ayudan ante las dificultades económicas y financieras de alguno de sus miembros. “Gordito –me preguntó recién-, ¿los europeos no se vendían como una economía del bienestar, solidaria, una clase superior y más sabia frente a los salvajes y primitivos capitalistas estadounidenses? ¿Van a seguir bicicleteando a Grecia, como si quedara en Oceanía, por unos míseros 60.000 millones de euros, a una economía que sólo pesa 2,6% del PIB de toda la Unión Europea, mientras el euro les sigue cayendo frente al dólar (1,32) y otras monedas fuertes como el real, el dólar canadiense o el peso chileno?”. Hablábamos por skype, sin webcam, y yo me reí: me la imaginé apoyada, sentada casi, en el escritorio de su banquito, seguramente jugando inocentemente o no tanto con su piecito descalzo y el zapatito de Gucci abandonado en la alfombra, solo para poner nerviosos a “sus chicos”, esos yuppies modernos de su team, que se creen importantes porque nacieron con una blackberry pegada a su mano, y duermen con ella (con la blackberry, claro…) y hacen el amor con ella y sueñan con ella (habiendo tantas cosas tan lindas para soñar en esta vida) y etceterá etceterá. Eniuai. De eso hablábamos a cinco mil millas de distancia, mientras el Don Jones ayer subía y bajaba coqueteando otra vez alrededor de los 11000 puntitos y hoy hasta se levantó firme hacia arriba, aunque junous, porque los compradores y los vendedores no se ponen del todo de acuerdo sobre si esperar y ver, seguir comprando -evitando Europa, claro- o prepararse para una toma de ganancias luego de unos meses de suba. “Flaquito –me dijo ayer, cuando las cosas eran menos claras-, yo creo que esto sigue para arriba, en los Estados Unidos todas las noticias y todos los indicadores llegan mejor, los emergentes emergen con fuerza y sólo los europeos juegan al síndrome de Estocolmo, así que me voy a hacer shopping de eteefes, un beso en la comisura, a la noche hablamos…”. Y me cortó, hizo End, claro, con su acelere habitual de mujer cosmo que vive a 100 millas por hora, aunque siempre respete las reglas del tránsito porque aquello es Estados Unidos y se usa portarse bien, porque al que se porta mal, al que le descubren una mentirita, le cortan los dedos. Como en la Argentina, claro, igualito, jeje, en donde no hay “crimen y castigo”, sino “crimen sin castigo”, según el juez que nos toque, claro, porque el progresismo, el híper-pragmatismo y la teoría de la relatividad mal entendida han confundido a las víctimas de los victimarios con una profundidad casi psiquiátrica. Capítulo I, ¿y si no hubiera restricción externa, sino que las divisas a veces se van de viaje? Pero el tema de hoy es sencillito, las cosas están tan claras que ni siquiera hacen falta los números que construyen trabajosamente los buenos y serios economistas y consultores de primer nivel como Fiel, el Estudio Broda, Melconián o incluso Orlando Ferreres, ni sus estadísticas tan preciadas, para demostrar, o simplemente mostrar, eso que 9 de cada 10 personas en su sano juicio perciben como “la realidad”, mientras el gobierno ya no sabe qué excusa inventar para esconder esa realidad, la única, la verdadera, debajo de la alfombra, tanto que ahora no sólo se dedica a perseguir al mensajero (el periodismo con pensamiento propio, o crítico, o diferente al discurso oficial) sino que apunta también a las consultoras que realizan esfuerzos para construir lícitamente lo que las cifras del Indec tratan de esconder (esto es, las estadísticas públicas, que son propiedad de todos los argentinos). Sin éxito, claro, como si se pudiera tapar el cielo con las manos. Qué pequeñez. ¿La próxima será quemar libros que intenten reflejar esa misma realidad, como ya ocurriera en el pasado, o como lo describiera tan bien aquella novela de ciencia ficción tan amada por los progresistas llamada “Farenheit 451”, del prócer Ray Bradbury? El tema es justamente observar que la Argentina, pese a todo lo que parece, no tuvo antes, y menos la tiene ahora, una severa restricción externa. Si los capitales se han ido una y otra vez del país, recurrentemente, pendularmente, ha sido por la incertidumbre cotidiana, por el cortoplacismo de los gobiernos de turno, por la inflación, la presión fiscal siempre creciente, la desvalorización del mundo de los negocios (y su consecuencia, las ganancias que hacen al mismo funcionamiento de la actividad económica y el crecimiento), la inestabilidad por los cambios constantes en las reglas del juego y lo que podría denominarse como las consecuencias económicas de una excesiva ideologización de una sociedad y una dirigencia que sueña y desea el progreso, pero vive cristalizada en los esquemas y paradigmas de un mundo que ya pasó hace décadas, que ya fue, en un recurrente y pendular retorno a la infantil ilusión que la magia existe, que los argentinos somos los mejores y que el mundo está confabulado contra nosotros y atiende en el FMI (la mismísima encarnación del mal, según sugieren los funcionarios que hablan de dignidad y sostienen con exquisito mal gusto que “no se bajarán los pantalones ante ellos”, con perdón por la frase, mencionada en estos días nada menos que por un ministro de Macondo, o Maradonia, como les guste más)... Pero quizá no hay restricción externa, y quizá no la había tampoco antes, cuando la Argentina, en el pasado, enfrentaba recurrentes crisis de balanza de pagos y ciclos de “stop and go” por sus déficits de divisas periódicos que se solucionaban, como ahora, con dos buenas cosechas o un ciclo de buenos precios. Quien me llevó a pensar en esto fue Enrique Szewach, quien el otro día me hizo una observación inocente y demoledora que me llevó a pensar que si la Argentina ha tenido persistentes problemas de falta de divisas, una y otra vez (con corridas cambiarias y explosiones inflacionarias y todo lo que sabemos que viene con ellas) no fue por su pobreza (la Argentina es cualquier cosa menos un país pobre), no fue tampoco por los precios internacionales oscilantes, y no fue quizá ni siquiera por el famoso deterioro de los términos del intercambio, que aunque efectivamente existió en el pasado, y podría volver alguna vez si baja el precio internacional del Dios Soja si el efecto China-India se esfuma, todo esto se explica por lo que podríamos llamar las 3 I del subdesarrollo; inestabilidad, incertidumbre e inflación. “La Argentina de las últimas décadas nunca tuvo restricción externa natural. Sólo la tuvo “artificial”, creando las condiciones para la fuga de capitales. Si los argentinos tienen, desde hace décadas, en el exterior, un stock líquido de dólares, entre 5 y 10 veces el saldo de la balanza comercial, ¿de qué restricción externa hablamos?...” me disparó Enrique inocentemente, haciéndome dudar de algunas de las cosas en las que creí por años. Menos mal, ya saben que soy de los que piensan que uno no deja de aprender, de cambiar, de crecer, hasta el mismísimo día en que deja de respirar, y eso es lo bueno de la vida, y del diálogo que siempre nos enriquece, ese diálogo que en la Argentina quieren prohibir por un DNU y que se contrapone al pensamiento único de aquellos fundamentalistas que “nacieron sabiendo” y que creen que en la vida siempre lo importante no es cambiar, sino al contrario, ser siempre coherentes y vivir “a mi manera”, siempre iguales a sí mismos, pase lo que pase, como si fueran una mala versión de Sinatra o Presley cantando “My way”...
Capítulo II, consumir, la nueva forma de ahorrar de los argentinos
¿Boom de consumo de bienes durables
o estrategia defensiva de los argentinos,
cada uno en su nivel?
Pero si esto es así, si todo lo que nos ocurrió en las últimas décadas es porque los argentinos –dirigentes y dirigidos- nos hemos acostumbrado a la malsana costumbre de tener al peso como moneda transaccional y al dólar como moneda de resguardo ante la aparición recurrente de las “3 I”, entonces la pendular fuga de capitales seria previa a la restricción externa, y no una consecuencia de ella, porque los bancos no fueron seguros luego del 2001, ni responsables, porque se amenazaba con tocar los derechos de propiedad, y finalmente se tocaron, porque las políticas económicas fueron pendulares, opuestas y contradictorias con cada cambio de gobierno, porque hasta se atemorizó con abrir las cajas de seguridad, porque hubo planes Bonex y tantos otros que licuaron los ingresos (el stock y el flujo) de quienes vivían en pesos (y más si tenían que defenderse con ingresos fijos), porque se estatizó, se privatizó y se volvió a estatizar y se volverá a privatizar, porque se destruyó el mercado financiero y el mercado de capitales cada vez que empezaban a recomponerse, etcétera, etcétera. “La Argentina también es un país forestal, gorditoflaquito, cada tanto las ciudades de llenan de arbolitos…”, me dijo Paltrow anoche desde su cama en Park Ave, jugueteando en su estilo Victoria Secret, cuando hablábamos por Skype de Uruguay, Botnia, las papeleras y los ambientalistas de Gualeguaychú que se creen los dueños de la verdad. El punto es que el ahorro, en la Argentina, no se convierte en nuevas y potentes inversiones productivas, sino que se escapa, se esconde, huye, se va, se cambia de moneda, ante la mínima dosis de incertidumbre, inestabilidad e inflación. Y esa insuficiencia de inversiones productivas lleva a una insuficiencia de oferta, en un país que cada tanto (en estos años, por ejemplo) se compra aquella receta mágica imposible de creer que se puede crecer a tasas chinas alegremente. Pero no, “no se puede crecer a tasas chinas cuando hay niveles de inversión productiva a la Argentina”, como me lo comentó mi amigo Leandro Taub este mismo martes, ahora que volvió de China y entendió de qué se trata aquello y de qué se trata esto, mientras conversábamos y tomábamos algo en un Mc Caffé de Alto Palermo, para sentirnos por un rato en un país capitalista moderno en donde hasta los baños funcionan y están limpios. Aunque ahora todo esto cambió, a partir de la crisis financiera internacional, que hizo que los argentinos tampoco creyeran en los bancos del primer mundo, ni en el dólar, ni en el euro, ni en nada de nada, con lo que ahora empezó un nuevo fenómeno que puede ser engañoso. Los argentinos con capacidad de ahorro, que no son pocos, y en diferentes niveles, descubrieron la nueva verdad revelada: defender sus ingresos, sus ahorros, su dinero, con el nuevo sistema de “ahorrar consumiendo”, comprando ladrillos, autos Peugeot o VW, LCDs High Definition de Samsung, Netbooks Vaio y otros electrónicos a pagar en 50 cuotas. Pero la idea es la misma: el ahorro no se convierte en inversión, ni ahora que hay un boom de consumo que pareciera mostrar una economía pujante que se recupera luego de la crisis de 2009. Cuidado, puede ser un espejismo, puede ser la última moda argentina en fugarse del peso argentino, esa moneda que todos quieren, pero sólo por un ratito por culpa de las “3 I” y el ministro de economía real, ese, el hacedor de supuestos milagros.
¿Jugamos al boom del consumo?
Me voy a gastarla a Paltrow para sumarme al boom del consumo. Un abrazo y hasta la Victoria Secret. El Hombre Electrónico (políticamente incorrecto)

1 comentario:

  1. Estimado, dos consideraciones
    1. pongo un ejemplo, el más a mano qeu tengo, la gente gasta más, compra más pilcha, y mis ventas aumentan sostenidamente. La importación está restringida ¿Qué hago, aumento los precios hasta enfriar la demanda o hago las inversiones nesarias (carlo I dixit) para atender a mis clientes? (yo tengo claro que hacer hoy)
    2. A usté qeu le gusta mirar pal norte, dígame sin repetir y sin soplar, un americano promedio cuánto ahorra de su sueldo y cuánto vuelca al consumo (mire que tengo datos recién bajados del satélite Impsat 324, y de primera mano)
    En función de estos dos puntos sería bueno releer su atto del día de la fecha

    Salutti
    Riquide Ituzaingó (el renegau)

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