Carta desde el ciberespacio número 183, del 7 de agosto de 2008

¿Y si se desinfla la burbuja de los commodities y se recupera el dólar?
Otra tormenta perfecta
Hola gente, amigos y no tan amigos. ¿Habrá sido Patricia Paltrow la que pinchó la burbuja de los commodities? ¿La que esta empujando la relación dólar-euro por debajo de 1,533 haciéndose preguntar a muchos si ya se terminó la era del euro por unos cuantos años? No, ella no es capaz, aunque ya la imagino a la Presidenta Cricri (a quien le encanta buscar culpables) echándole la culpa de la próxima crisis argentina a la timba internacional y a la mismísima Paltrow, por pincharle la burbuja en que vive, como Alicia en el país de las Maravillas. Lo cierto es que hace meses que Pato lo viene anticipando, aunque sin saber el cuando y el como. Y lo cierto es que es muy escuchada, aquí y allá, en la Calle de la Pared sobre todo, además de ser observada atentamente cuando pasa caminando muy fashion en estilo discreta por los pasillos de las torres de vidrio de WS hablando sola con su blutut, con sus anteojitos que sólo usa como vincha para ordenarse un poco su cabello ahora ondeado y largo, más bien castaño oscuro, siempre hecha una lady. ¿Se acuerdan cuando era rubia de ojos celestes?, ya no, de hecho nadie sabe ya cuál es el color real del pelo de una mujer, ni ellas mismas, ni sus peluqueros. Pero los ojos siguen siendo los mismos. Eniuai. Sólo tiene sentido decir que Paltrow fue la primera que observó, hace más de un semestre, que estábamos ante una nueva burbuja, mientras todos hablaban de la crisis alimentaria mundial y de China e India como “la” garantía que tenía la Argentina de que el buen clima internacional persistiría y que la gran oportunidad habían llegado para quedarse. Tanto fue así que “el pibe” Lousteou (en un día de esos en que todo te sale mal, allá por marzo) tuvo la mala idea de decirle que sí a Kichner (que no se dio por enterado que ya no es Presidente de la Nación, de paso) cuando le pidió una recaudación extra de 15.000 millones más de pesos para 2008, y el muchacho enrulado inventó la famosa resolución 125, que tenía como supuesto que los commodities seguirían subiendo hasta el cielo y que los hombres de campo se la “bancarían” bailando la bamba y cantando “con un poco de gracia y otra cosita”, así como soportaron estoicamente las subas de rentenciones anteriores porque había un escenario mundial de suba de precios internacionales que los mareó un poco a todos y relativizó nada menos que la teoría de Raúl Prebisch sobre el deterioro secular de los términos del intercambio. Bueno, ahora, posiblemente, se está insinuando con fuerza el ciclo inverso, o peor, ya empezó, ajusten sus cinturones de seguridad. Capítulo I, extrañando el viento de cola, añorando la enésima oportunidad perdida Para quienes ven en esto que está ocurriendo la decadencia final del imperio americano, todo indica que por ahora se suspendió la función. Hay barquinazos en la nave, hay más inflación en los Usas por el petróleo y los combustibles y los commodities, hay desaceleración económica de los Estados Unidos que, además, empieza a derramarse como una suave mancha de aceite a los países emergentes (aunque los que tienen buenos fundamentos apenas sufrirán), hay volatilidad en los mercados financieros y bastante incertidumbre, hay ruido de ajustes cambiarios en los países que revaluaron sus monedas contra el dólar en los años pasados. Pero no cayó nada de manera dramática ni se caerá nadie que haya hecho las cosas bien y decentemente. El consumidor norteamericano vio subir la nafta por encima de 4 dólares el galón y ya bajaron 10% su demanda, demostrando que son gente concretita. Los grandes autos norteamericanos devoradores de combustible dejan de fabricarse (como el jeep gigante que más de un argentino prepotente se hubiera comprado para cuando lo paran para hacerle el examen de alcoholemia). El mundo crece más despacio por unos trimestres, pero los pronósticos descabellados de estanflación para los Usas no parecen probables en una economía en donde la oferta y la demanda funcionan adecuadamente y en que si “sube el precio, baja la demanda”, como lo dice aquel manual de instrucciones escrito hace siglos por Adam Smith y otros economistas clásicos. Y las burbujas, tarde o temprano, explotan, o preferentemente se desinflan con el menor daño posible. Es lo bueno de la competencia, es lo bueno de la transparencia y los premios y castigos que funcionan adecuadamente, es lo bueno de mercados que funcionan razonablemente bien, y si no lo hacen, viene un regulador del Estado (ni siquiera del gobierno) y hace algo para que funcione mejor la competencia. Es lo bueno de tener instituciones fuertes y autónomas, como la Fed, sin ir más lejos, que hizo, un año atrás, un diagnóstico correcto sobre la crisis sistémica del sistema financiero y ahora no hacen otra cosa que jugar fuerte (y heterodoxamente si es necesario) para resolver el problema. Dicho de otra forma, para quienes se habían olvidado que las economías tienen ciclos económicos desde hace siglos, es obvio que ha comenzado, hace meses ya, un ciclo negativo en los Estados Unidos, nada grave, y atenuado por la misma política monetaria, salvo que en una economía globalizada e interrelacionada, y dado el peso relativo de los Estados Unidos, esto derrama como siempre su impacto sobre la mayoría de los países del equipo “resto del mundo”, que por demás tienen hoy una salud envidiable como para que si los Estados Unidos se resfrían, algunos se engripen pero nadie se agarre una pulmonía, salvo aquellos países que ignoraron las señales que se perciben. Es el caso de la Argentina, cuyo gobierno sigue preocupado por las encuestas, por esconder la realidad, por atacar las consecuencias, nunca las causas, y por vengarse del pobre de Cleto Cobos. Total, la inflación de 30% es un “invento mediático” y el Indek de Moreno es un convento de carmelitas descalzas. Es el caso de la Argentina, en que mucha gente creía hasta el sábado que el problema era Néstor Kirchner y que si él se fuera de vacaciones (con D’Elía, Moreno y De Vido, para no aburrirse y tener a quien darles órdenes) y la dejara gobernar a Cricri tranquila, todo estaría bien. Unos pocos números revelan lo que más debiera preocuparle a la Argentina: la posible caída de los commodities, de todos los commodities, aunque en especial del famoso yuyito llamado soja, que tanto los desvela a todos, y en especial al gobierno. El primer gráfico de abajo confirma, a través de un fondo de acciones muy simpático que invierte en productos agrícolas, que cuando en septiembre del año pasado la crisis financiera se desató muy fuerte en los EE.UU., los muchachos de la Calle de la Pared se dedicaron, para cubrirse, a vender acciones norteamericanas (como las 500 que están en el S&P) y a comprar futuros del famoso yuyito, además de otros granos (cereales y oleaginosos, para los que no saben), y el famoso petróleo, oro y esas cosas (hasta Calafate quisieron comprar, pero ya estaba todo vendido). Los medios de comunicación, que no entienden demasiado, escuchaban y publicaban irresponsablemente los rumores que decían que el crudo se iría a 100 dólares por barril, luego a 150 dólares, algunos hasta dijeron 200 dólares, repitiendo como si supieran. Y los muchachos de los BM (los llamados alguna vez los Amos del Universo) se tiraron de cabeza a comprar eso, o refugiarse allí, convirtiéndose ellos y sus asesorados en chacareros, agricultores y hasta petroleros como el recordado JR, hasta que las cosas se clarificaran. Así nació otra burbuja, esa, que ahora estaría empezando a desinflarse, quizá, mientras el dólar parece recuperar vigor, sin prisa, frente a un euro que, también, se había pasado de vueltas poniendo nerviosos especialmente a los mismos europeos. Ahora el euro empezó a desinflarse y todo indica que es una tendencia, más allá de los serruchos de siempre, y los commodities, todos los commodities, comenzaron a caer (segundo gráfico). Y todo esto ocurrió mientras en la Argentina el gobierno sigue soñando con ganarle al campo, vencerlo, tenerlo de rodillas y recaudar más con los superprecios agrícolas que quizá ya no serán, y redistribuir el ingreso alentando un modelo productivista que ya ni superdólar tiene, gracias a la inflación “inexistente” que todos los meses erosiona la paridad real del billete y lo atrasa y aumenta los costos de vivir y producir, llevándo al billete verde a niveles parecidos a los de la convertibilidad, tan criticados por los productivistas de la UIA y por éste mismo gobierno que tenía al dólar recontra-alto como uno de sus paradigmas más preciados…
Fuente Yahoo Finance y Bloomberg
Capítulo II, ¿se prepara otra tormenta perfecta? Recordarán la película, sobre todo las mujeres, porque el héroe era George Clooney. Un barquito que sale a pescar a alta mar y progresivamente todos los fenómenos meteorológicos se combinan para generar una tormenta de aquellas, que le cierra al barquito todas las puertas de escape, incluso quizá volver atrás al puerto y esperar que amaine (no anda el fax para enterarse, qué cosa). Pero Gorge Clonney era tan cabezadura como los Kirchner, en su diccionario no había palabras como autocrítica, arrepentirse o volver atrás cuando todavía podía hacerlo. Con lo que se dieron dos fenómenos: uno, un clima que inesperadamente se descompone mal, muy mal, enviando señales muy claras que el capitán de la nave no quiere ver porque “no va con su naturaleza”, como en el caso del famoso escorpión que no puede con su genio (está muy presionado por pescar, o recaudar más, pongan la palabra que más les guste a esta metáfora). El segundo fenómeno es, además de un capitán que no quiere ver la realidad, un barquito que está lleno de debilidades, y que no está preparado para soportar una tormenta de esa magnitud. Si quieren agregarle problemas, adentro del barquito, unos tripulantes opinan que hay que volverse y otros que hay que seguir adelante, pero el capitán se impone, cabezadura al fin, y se meten de lleno en la tormenta…
¿Cómo describir en este caso la tormenta perfecta que empieza a formarse sobre la Argentina? · Desde el costado internacional, un “yuyito” (la soja) cuyo precio empezó a bajar a niveles que inquietan, porque si esta tendencia continúa pondría en peligro dos pilares de la política económica: el superávit comercial y el superávit fiscal, agregándole presión a la ya persistente salida de capitales que se viene verificando en los últimos tiempos (salieron últimamente “sólo” 9.000 millones de dólares por fuga de capitales), poniendo en riesgo las famosas reservas internacionales “invencibles”. En concreto, la tapa de hoy jueves de Ambito Financiero destacaba una pérdida en el precio de la soja de 27% en el último mes, aunque hoy hubo algún repunte menor. Todo indica que habría empezado a desinflarse la burbuja de los commodities, cuando menos en la porción especulativa que hacía subir sus precios en los meses pasados. Nada indica que los precios puedan volver a los muy bajos niveles de los tiempos de Fernando de la Rúa porque la demanda mundial se ha fortalecido sin duda por el ingreso de China e India y todo eso que repiten los funcionarios cuando quieren convencerse que la Argentina está “blindada”. · También, el dólar, que viene de 1,60 hace pocos días y hoy arañaba 1,5320, lo que no es poco decir y pone en duda, si persiste esta tenencia, a la revaluación que han mostrado casi todas las monedas en el mundo en estos años. Vale aclarar que hay una relación inversa entre el dólar y los precios de los commodities, esto es, sube el dólar, bajan los precios de estos productos (que se valorizan en esa moneda).

Fuente: Ciclo Económico Estudio Broda, 6 de agosto de 2008

Ya volví a Baires, de paso. Ayer nomás, el ciclo económico mensual del hiperconsultor Miguel Angel Broda (como siempre con Rosendo Fraga y Ricardo López Murphy) estaba muy concurrido por sus clientes habituales y otros, de los que vienen sólo en caso de incertidumbre grado rojo. El panorama internacional de Miguel Angel fue inquietante porque el mundo ingresó en un ciclo de fuerte desacaleración económica, pero cuidado, nada para suicidarse cortándose las venas, apenas unos lexotanil alcanzan. El panorama interno que mostró Broda, en cambio, si fue para preocuparse, por la combinación de este contexto internacional (nada inesperado, por lo demás, aunque la resolución de la crisis se esté demorando bastante más de lo previsto inicialmente) debido a los desequilibrados fundamentos internos que muestra la macroeconomía argentina. De la catarata de estadísticas que Broda genera habitualmente, la más inquietante fue, otra vez sopa, el famoso y maltratado “yuyito”. El año 2008, con los hasta ahora superprecios, permite proyectar exportaciones sólo del complejo sojero por u$s 20.000 millones de dólares, lo que contribuiría significativamente a que el país cierre el año con un superávit comercial de 9/10.000 millones de dólares. Pero, ¿qué pasaría –se preguntó Broda- si todas las exportaciones argentinas tuvieran que enfrentar no los precios de el aún muy positivo año 2008, sino una caída persistente. Aquí arriba tienen los números, si los commodities cayeran 10%, el superávit comercial total se achicaría a u$s 5.500 millones, si cayeran un 20%, el superávit sería de sólo 1.100 millones de dólares. Y si los precios de los commodities cayeran 30%, el saldo comercial sería negativo en u$s 3.350 millones (hay que aclarar que la factura de importaciones petroleras será mayor por la crisis energética “inexistente” según los funcionarios. La soja estaba a 609 dólares en Chicago hace semanas, hoy está rondando 450 dólares. Llamen al Same y a Vital y a Emergencias, por las dudas. Otra forma de ver este mismo riesgo es calcular qué pasaría si los precios de los commodities volvieran al nivel promedio de 2003-2006, un nivel relativamente bueno si se lo compara con el desastroso nivel de 1999 hasta 2001, ni con el todavía bajo nivel del año 2002. Claro que no era el excelente nivel observado en 2007 (precios que ya eran muy altos) y menos aún era el nivel de superprecios de 2008, acelerados fuertemente por la burbuja especulativa mencionada más arriba. El cálculo de Broda con los llamados precios más normales (los del promedio 2003-2006) muestra una proyección de exportaciones por u$s 47.500 millones e importaciones rondando u$s 50.600 millones. Conclusión: el país enfrentaría un saldo comercial negativo en 3.100 millones al año en ese nuevo escenario. Demás está decir que si desapareciera el superávit comercial, disminuiría el superávit fiscal en una proporción complicada, en un contexto en que la Argentina está muy lejos del mundanal ruido, y con un gobierno peleado (digamos distanciado…) de buena parte de los países del mundo que podrían invertir en la Argentina en otras circunstancias, ya sea con capitales de largo plazo para inversiones productivas tan necesarias para ampliar la oferta de productos y enfrentar la crisis energética (el tren Bala, aquí, no es una prioridad para ampliar la expansión de la capacidad productiva privada, sólo la “pública”) o bien para ayudar a financiar las enormes necesidades de deuda pública que vencen en el año 2009, ya que en este año todavía “zafamos” rompiendo el chanchito, como diría mi abuela. En concreto, el superávit fiscal pasaría de 3,4% del PIB a 1,8% en caso que los commodities vuelvan a los precios promedio de 2003 a 2006. Una frazada que no alcanza, para decirlo sensualmente. Epílogo, el país no está preparado para otra tormenta perfecta como la de 2001 Sería fácil echarle la culpa a la innegable crisis internacional de lo que pueda ocurrir en el futuro próximo. De hecho, es lo que el gobierno hará en caso que los commodities sigan disminuyendo: “¿qué quieren que hagamos, si el imperialismo se está destruyendo ante nuestros ojos por las contradicciones del sistema, como ya lo predijera el célebre Vladimir Ilich?”, seguramente dirá algún comunicador oficial demasiado ideologizado y setentista. Sería hasta cómodo, porque en la misma bolsa se pueden incluir la inflación (que no existe según la Presidenta y el Indek), la desinversión obvia, el enfriamiento innegable de la economía que comenzó –hay que aclararlo y las estadísticas serias lo demuestran- en el primer trimestre del año, antes que se produjera la crisis con el campo; la incapacidad de obtener financiamiento externo y la necesidad de plantear alguna refinanciación forzada de la deuda pública (“amortiguada” al minimizar los pagos de capital de los bonos que se ajustan por CER-IPC, tres veces menos que la inflación real), por no usar la palabra default, que queda tan poco fashion y no seduce a nadie. Pero hay que aclarar que la crisis internacional no sólo se veía venir, sino que podrá ser soportada razonablemente bien por los otros países emergentes, esos que siguieron seduciendo inversiones, que no escondieron la inflación debajo de la alfombra sino que la atacaron con políticas monetarias y fiscales serias (y no con demagogia), que no impidieron las exportaciones de sus commodities sino que las promovieron, aprovechando la buena racha de los precios internacionales. Etcétera. Ya lo saben de memoria. Lo que debe quedar claro es que la Argentina sufrirá una crisis, otra crisis, si el yuyito sigue cayendo en los próximos meses, junto al resto de los commodities agropecuarios y los alimentos que el país está (¿estaba? en condiciones de exportar (manufacturas de origen agropecuario). Sufrirá socialmente. Y se complicará aún más políticamente. Pero en esta tormenta perfecta que se está armando otra vez, el componente interno, la incapacidad de ver la realidad del gobierno, el estilo confrontativo, la negación de la inflación, la pobreza otra vez en ascenso y la inseguridad priorización de la coyuntura antes que el largo plazo serán las causas de este sufrimiento innecesario, nunca tan innecesario como en esta oportunidad única y desaprovechada. De paso, ¿les quedó claro que Nestor y Cricri piensan lo mismo? Me voy a hablar por skype con Paltrow que ya debe haber vuelto de la Calle de la Pared luego de un día en que el Don Jones volvió a mostrar que el sube y baja continúa, aunque ella sostiene que ya pasó lo peor de lo peor y que luego del invierno viene la primavera, jugando a la película “Desde el Jardín”. Voy a tener que decirle que en el hemisferio norte lo que viene es el otoño, aunque uno nunca sabe con tanto cambio climático. ¿O será que vendrá a ver la tormenta en vivo y en directo y a instalarse una fábrica de paraguas? Un abrazo, El Hombre Electrónico

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