Carta desde el ciberespacio número 184, del 14 de agosto de 2008

Sobre los rumores, riesgos y cambios que se anticipan… ¿La hora de la cosmética?

Hola gente, amigos y no tan amigos. Semanas atrás estábamos cómodos, demasiado cómodos en realidad, en el sillón “para ver películas” que tiene Patricia Paltrow en su depto de Niúiork, Niúiork. En una esquina de la sala veíamos en su pantallita de 42 pulgadas de LCD (en el dormitorio hay otra, aunque es sólo de 37 pulgadas, para no tener que usar anteojos (mujer fashion al fin cuya mayor pesadilla es que la vean con anteojos o que la escuchen roncar, si ella no ronca, claro, y se sepa que no es una Diosa, sino un ser humano más). Fue entonces que me dijo, mientras como al pasar me hacía algún mimo suavecito para la hora del cine, alguna de sus frivolidades de mujer cosmo: “te dije flaquito que el plasma iba a pasar rápido e iban a imponerse las pantallas de LCD. Yo casi me estaba durmiendo, confieso que he vivido, pero me mantenía atento de puro caballero que soy. La película que ella había elegido era “El Gatopardo”, el clásico de Luchino Visconti basado en el libro de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (Il Gattopardo). Claro, tengo que explicarles que la mente de Paltrow nunca descansa, ni cuando está en la Calle de la Pared comprando o vendiendo stocks ni bonitos o ETF’s ni cuando mira una película. Para ella todo es curiosidad, asombro, su vida es una especie de research permanente, como la mía. A veces me preocupa, no podemos dejar de pensar en el mundo que nos rodea. Bueno, quizá exagero, a veces podemos parar de pensar, menos mal. Y es muy divertido cuando ella deja de pensar, Obvio, en eso me lleva la delantera. En realidad, obsesiva como es, Paltrow sólo quería ver una escena, aquella tan famosa en que el príncipe Don Fabrizio Salina conversa, mientras se afeita, con su sobrino Tancredi Falconeri, quien le explica que se va a la guerra a luchar con Garibaldi para “salvar” a Sicilia, a su clase, a su familia y sus privilegios, ante la probable unificación de su amada región a la bella Italia. Hay que aclarar que el Príncipe, uno de los personajes del libro de Lampedusa, refleja a un viejo aristócrata que ya intuye la muerte de una época, y quién lo representa es nada menos que Burt Lancaster. Y que su sobrino Tancredi es un muy joven Alain Delón que se irá a pelear esa guerra, como el mismísimo Mambrú de la canción, porque además de salvar lo bueno de lo viejo, quiere conocer y vivir lo bueno de lo nuevo, del capitalismo naciente también en aquella Italia antigua e inviable. (Esto me recuerdo a la Argentina y sus debates anacrónicos, de paso)… La escena que quería ver Paltrow muestra el momento exacto en que Alain “Tancredi” Delon, le responde a su tío, el nostálgico Príncipe Salina-Lancaster, con aquella frase histórica que podía haber escrito y hasta compartido el mismísimo Nicolás Maquiavelo: “si queremos que todo siga como está, es preciso que algo cambie”…

Alain Delon y Burt Lancaster en "El gatopardo",
de Luchino Visconti, sobre la novela
de Giuseppe Tomasi, Príncipe de Lampedusa

Pero cuidado, en el libro original la traducción correcta, según me lo hizo notar mi amigo Ernesto Kritz hace un rato, es que “si queremos que todo siga como está, es preciso que algo cambie”, mientras que en la traducción del dividi alquilado en cualquier videoclub, el texto subtitulado en español es la que ven aquí mismo: “si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”. La diferencia no es menor, no es trivial, es el día o la noche. Y menos lo es en la Argentina de hoy si utilizamos esta metáfora para intentar comprender el lío en que estamos metidos. Curiosamente, el error se traducción de la famosa frase de Lampedusa ayuda a plantear el dilema a que están enfrentados tanto los argentinos como su actual gobierno. El primer caso implica suponer, creer, apostar a que si “algo” cambia todo puede seguir igual. Es creer que con cambios cosméticos, marginales, menores, la actual delicada situación política y social de la Argentina podrá resolverse sin grandes riesgos y el actual gobierno podrá seguir adelante, y hasta recuperarse de las muy bajas encuestas de popularidad que muestran tanto Néstor como Cristina Kirchner. Digamos que es la teoría “Julio De Vido”, de dejar que el tiempo haga su trabajo, cerrar los ojos y acelerar a fondo. En el segundo caso, y siguiendo con el ejemplo de la Argentina, queda claro que para que “todo siga igual”, es decir, para que Cristina Kirchner pueda recuperarse luego de las feroces dificultades de estos primeros meses de gestión y mantener su poder, no alcanzará con el mejor cosmetólogo de Niúiork, París o Londres, sino que realmente habrá que hacer cambios mayores, esto es, que todo cambie para que Cricri pueda seguir adelante.. Traducido: aquí con gatopardismo no alcanza. La pregunta del millón, Obvio, es en cual de las dos situaciones estamos. ¿Alcanza con la cosmética? ¿Puede (o quiere), cambiar Cristina Kirchner tanto como para enfrentar la difícil encrucijada política y económica que enfrenta? Este es el tema de hoy, el que todos comentan, el mismo que todos se preguntan, con la sensación particular que en la Argentina hemos ingresado por ahora al fascinante mundo del maquillaje y con el recuerdo de la primera conferencia de prensa de Cricri sobrevolando este confuso y todavía no resuelto escenario. Capítulo único, los cambios que van y vienen, o “no se puede estar en misa y en procesión” Amigos y no tan amigos. No es fácil ni seguro ni probable apostar a que el gobierno nacional haya ingresado de lleno, y con convicción, en el escenario de “si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie” de Il Gattopardo en su versión fallida subtitulada en español. · Una lectura sin ambigüedades de las respuesta de la Presidenta Kirchner en su conferencia de prensa, en el sentido que volvería a hacer todo lo que hizo en los primeros casi nueve meses nueve de su mandato, confirma que el cambio es cosmético, más que total. “Digale si a la conferencia de Prensa, digale no a la autocrítica”. · La relación ríspida e irresuelta entre la Presidenta Cricri y su Vicepresidente Cleto Cobos, alias “mi voto no es positivo”, revela que el cambio por ahora es más de maquillaje que un real viraje hacia la tolerancia, el pluralismo y un profundo y convencido amor hacia la democracia y el funcionamiento pleno de las instituciones, como el expresado por Cricri cuando declamó, en aquella misma conferencia de prensa, su admiración hacia las actuales elecciones de los Estados Unidos, con sus internas, sus debates públicos y la participación ciudadana. ¿Vale recordar que ella misma fue elegida como candidata presidencial sólo por su propio esposo ganancial? · Las idas y vueltas respecto a la supuesta renuncia de Guillermo Moreno indican también que el cambio por ahora es más cosmético que real, agregando muchos expertos que con el retiro de Moreno del Indek no alcanza, ya que hay otros ministros que también son inconsistentes con una etapa que ayude a generar el necesario clima de negocios que contribuya a que la Argentina vuelva al mundanal ruido. Hablan, claro está, de Julio de Vido, del secretario de transporte Jaime y de otras personalidades del entorno del expresidente Néstor Kirchner. · Patricia Paltrow me envió desde Niúiork, Niúiork hace un rato, un grafiquito muy mono que no sé de donde sacó, en el que se comprueba la obvia y estrecha correlación entre el riesgo país y la evaluación concreta de las calificadores de riesgo como S&P, y otras de igual reputación. El excelente gráfico tiene valor porque, luego del affaire “bono-Chavez” y de la severa crítica que lanzó ayer nomás la misma Presidenta a estas calificadoras, queda claro que estos hechos ciertamente no acercarán a la Argentina al mundanal ruido, sino que nos alejarán del planeta más y más.

Menos calificación, más tasa, y viceversa….

· La misma cercanía oficial con Chávez (que “se invitó”, de colado, como decimos en el bar del grupo de los Trufos) a una reunión bilateral con el Presidente Lula da Slilva, así como el manejo financiero que hizo del bono que le colocó a la Argentina (“por fin me lo saqué de encima”, debe haber dicho al otro día de la colocación-negocio el Presidente Bolivariano) revela que la Argentina se está juntando con los muchachos del vecindario equivocado. Y aunque debe respetarse esta elección por parte de los Kirchner, habrá que asumir que esto tiene un precio, que va en la dirección contraria a reinsertar a la Argentina en el mundo, única forma de lograr que el país pueda, en el futuro próximo (en que será muy necesario), volver a los mercados financieros internacionales para obtener las muy elevadas necesidades de financiamiento que enfrentará el país en el crucial año 2009, además de seducir a los necesarios inversores de largo plazo que requiere la economía para seguir creciendo. Esto confirma, otra vez sopa, que hay más cosmetología que convición profunda en los cambios que hasta ahora ha intentado concretar la Presidenta Fernández, cuyo objetivo, para que le crean, debiera ser persuadir a todos que no es “de Kirchner”.

Amigos y no tan amigos (aunque cada vez tengo más amigos y menos “no tan amigos”, porque el Kirchnerismo ha logrado en estos tiempos alejar a sus propios amigos, economistas y hombres de negocios muy respetables en su mayoría): hasta aquí todo indica que la Presidenta Kirchner, junto a su flamante Jefe de Gabinete, ha ensayado la versión correcta de la famosa frase de Il Gatopardo, ya que están haciendo que algo cambie para que todo siga como está. De allí viene, justamente, la palabra “gatopardismo”. Por ahora, pura cosmética. Pero la tormenta perfecta que comentara en la anterior carta (y que pueden ver en http://www.elhombreelectronico.blogspot.com/) podría seguir avanzando. En el mundo, en que el dólar se siguió revaluando contra el euro y los commodities primarios (junto al petróleo) siguieron cayendo de precio, las cosas se complican para la Argentina. El viento de cola que tanto lo favoreció a Nestor Kirchner explicando buena parte del crecimiento de estos años parece haber abandonado a la Presidenta Kirchner. Y en la Argentina las cosas también se complican, por una inflación que ya no se puede esconder, por precios relativos desbalanceados que hacen necesario un reajuste urgente y doloroso, por subsidios al sector privado que ya no se sostienen fiscalmente, por un balance comercial que apunta a un retorno de la vieja restricción externa con un dólar real muy bajo y un crecimiento de las importaciones que se acentúa, por los indicadores sociales que se complican más allá de lo que diga la Presidenta desde su atril, por necesidades de financiamiento que en 2009 enfrentarán un mundo con capitales cerrados a la Argentina, poe una clase media que está enojada, muy enojada, etcétera, etcétera, etcétera. En este escenario, todo indica que la traducción equívocada de Il Gatopardo debiera imponerse, guste o no con gatopardismo a secas no alcanza. En este escenario la cosmética no alcanza. En este escenario, para que la Presidenta pueda continuar pacíficamente con su mandato constitucional, es necesario que concrete cambios profundos y realizados con alguna convicción, porque la realidad es diferente, aquí y afuera, y porque la única verdad es la realida. El gatopardismo es insuficiente, no funciona. Aunque hay indicios, aquí y allá, de que la sensatez podría prevalecer, finalmente, porque la realidad tarde o temprano suele imponerse. Se trata de los rumores que ayer y hoy corrían por teléfonos seguramente pinchados, celulares y hasta mails jackeados. Un cambio de ministro de Economía en serio, con la independencia suficiente como para operar al enfermo (que, vale aclararlo, no se está muriendo ni mucho menos) sería la primera condición, la primera señal en esa direccióu. Los rumores sobre Martín Redrado saliendo del BCRA para ir a Economía, o el mismo Roberto Lavagna, o hasta Carlitos Melconián en ese cargo, son motivos para el optimismo, más allá de las pasiones que puedan despertar. También vale el esfuerzo (por ahora infructuoso) del jefe de Gabinete para resolver seriamente el tema Indek, lo que implica mucho más que removerlo a Guillermo Moreno y sus “asesores”, sino de dotar a este organismo de una dirigencia seria que le devuelva credibilidad a este organismo, que debiera ser independiente en serio. Tambien, un posible distanciamiento no estruendoso del Comandante Yeneral Chávez, que ha demostrado una y otra vez que no juega junto a la Argentina, sino que juega un partido propio. Y claro, un impostergable ataque a la inflación de 25%-30% anual que ya no puede negarse, con medidas fiscales, monetarias y de ingresos como las que aplican los países serios del mundo (esto es, nueve de cada diez). Estos son los datos (o rumores esperanzados) que manejaban hoy mismo los analistas que creen que es posible evitar que la Argentina llegue a un punto de no retorno, del que todos hablan en voz baja, aunque nadie lo diga. Primera pregunta: ¿puede la Presidenta Cristina Kirchner convertirse en Cristina Fernández y avanzar en la dirección correcta, abandonando la cosmética y el gatopardismo insinuado en estas semanas? Junous. Segunda pregunta: y si lo hace, con convicción, ¿hay una oportunidad que tenga éxito pese a su popularidad perdida? Sí, porque la situación argentina es manejable todavía sin explosiones ni implosiones, y porque si se produjera esta decisión, esta señal, el mundo volvería más rápido de lo que se cree a confiar tímidamente en el país, como ya ha ocurrido en el pasado. Y eso construye un círculo virtuoso. Tercera pregunta: ¿y si continúa la cosmética? Aquí se aplica una frase del célebre pensador Herminio Iglesias, cuando dijo “conmigo o sinmigo”, que es decir que la realidad es como la ley de gravedad, siempre se impone, por las buenas o por las malas. “Ojalá que sea por las buenas, gordito”, me dijo Paltrow desde Niúiork hace cinco minutos, con un ataque de optimismo que yo no comparto. Hasta la semana que viene. Ajustensé los cinturones de seguridad, y los otros también. Un abrazo, El Hombre Electrónico

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