ELECCIONES: ¿AVANZAR AL FUTURO O VOLVER AL PASADO?
Un ingeniero de pocas palabras versus un abogado ambigüo
Hola gente, amigos y no tan amigos. El próximo domingo 27 de octubre la Argentina no tiene una elección presidencial más. Enfrentamos una encrucijada histórica. Y ante todo quiero aclarar que no soy objetivo en esta ocasión y que lo votaré a Mauricio Macri y a su gente.
Soy periodista, y economista, ya lo saben porque muchos me conocen y nunca me he escondido. Pero en esta carta hablo como una persona común, que ya no tiene acceso a los medios de comunicación masivos. Hablo como un hombre de carne y hueso que nació y vivió sus 67 años en la Argentina, en las buenas y las malas. Y que ama a este país, pese al dolor que causa sobrevivir aquí todos los días.
Debo reconocer que estoy angustiado como millones de ciudadanos que, como tantos, no le creemos y le tememos al kircherismo y al peronismo, porque hemos vivido y sufrido su capacidad de daño, disfrazada de buenas intenciones, de progresismo y de un populismo clientelista que destruyó entre 2003 y 2015 a la economía argentina y a muchos argentinos, que ni siquiera se dieron cuenta de lo que les han hecho ni cómo se lo han hecho. Tanto que el domingo irán a votar a esos candidatos que los usaron, y que ahora se preparan para volver a usarlos, aunque sospecho que esta vez no lo lograrán, incluso aunque ganen las elecciones.
Pero no soy quien, ni me gusta hablar de los compatriotas míos que piensan diferente. Los respeto. Muchos de ellos han sido mis amigos y amigas y ya no me saludan, sólo por pensar diferente a ellos. Eso es lo grave. Lo cierto es que el peronismo, con su soberbia, dividió al país en dos, y su vieja costumbre continúa siendo llegar al poder, acomodando sus ideas con menos principios que Groucho Marx ideas tan frágiles y acomodaticias que en los años '90 estaban alegremente con el menemismo, y entre el 2013 y el 2015 estuvieron exactamente en la vereda contraria y aplaudían con la misma cara a los Kirchner.
Es lógico: se creen los "dueños" de la verdad, son machistas o feministas, prepotentes, barras bravas siempre disfrazados de argentinos solidarios, de defensores de los derechos humanos. Y ahora hasta nos dan clases de moral desde una liviana e hipócrita izquierda a la que llaman progresismo. Aunque si fuera necesario, como un panqueque, se darán vuelta y cruzarán a la vereda contraria. Otra vez sopa. Hoy defienden a la dictadura de Venezuela como antes eran tercermundistas, y como luego se colgaban de Carlos Menem para viajar a los Estados Unidos y aparecer en las fotos con él y con George Bush padre. Ni hablemos de la corrupción, si hay millones de argentinos que, por jugar a ganador, los votarán, casi como si fueran cómplices.
¿Por qué lo voy a votar a Macri?, en apariencia un aburrido ingeniero que siempre piensa en el futuro, quien en estos 4 años dejó su salud para sacar al país adelante pese a que desde el mismo día que asumió el kirchnerismo empezó a acusarlo de dictador y de tantas cosas más. El hombre siempre pone la otra mejilla.
En estas semanas esperaba que Mauricio Macri se comportaría con dureza, que respondería los agravios con la misma soberbia que Alberto Fernández. Pero no, no lo hizo. Hasta me desilusionó un poco. Yo también, que soy argentino, deseaba un líder fuerte que pegara cuatro gritos, insultara y levantara el dedito en los debates, como si fuera Alberto Fernández. También esperaba que en algún momento se pusiera la mano en el corazón y les hablara a los argentinos mirándolos a los ojos, con sentimiento, con humanidad.
Y lo hizo, a su manera un poco corta, simple, sin versos,pero bien intencionada, porque Macri no es un macho argentino, no hay que esperar que levante el dedito y señale y acuse a sus adversarios como uno de esos argentinos que van por la calle y chocan con el auto y se bajan, amenazan, se pelean, dicen "te voy a reventar", "vení si sos macho". Macri no es un iluminado, y eso que muchos ven como un defecto para mi no lo es. A lmuchos argentinos les gustan los políticos gritones, los que deciden por ellos, los que son medio psicopatones, barrabravas, se imponen por las buenas y prometen resolver los problemas.
Mauricio Macri no es así. No es un líder mesiánico, por suerte. No es un macho argentino, por suerte, no es un barra brava pese a que presidió el club de Boca por años, en una gestión exitosa. Tampoco es un experto en dar largos discursos por la cadena nacional, como lo hacía la famosa oradora Cristina Kirchner, que podía hablar horas y horas como Fidel Castro, prometiendo, acusando, amedrentándo, claro, si esa era su profesión, la de hacer muchas promesas que nunca cumpliría.
Macri no es un iluminado, tampoco un orador, tampoco un macho argentino. Es otra cosa, es un hombre firme, que se hace respetar con sus silencios, que habla lo justo y a veces hasta menos que eso, porque es de carne y hueso como cualquiera de nosotros, que llegó a presidente de Boca, a diputado, a jefe de Gobierno de Buenos Aires, y se dedicó a hacer lo que mejor sabe hacer: tratar de resolver los problemas de la gente.
Tampoco es Súperman, por suerte. Ni Mandrake, el mago que puede satisfacer mágicamente los deseos de todos los argentinos.
Ahora vamos por el ballotage
Amigos y no tan amigos, pocos se dieron cuenta que Macri ya ganó porque el 10 de diciembre próximo se entregará el poder a sí mismo, o a quien haya ganado las elecciones, respetuosamente. Los peronistas no pudieron con él, aunque no gritaba ni guitarreaba. Los kirchneristas no lo dejaron gobernar desde el primer día. Pero el siguió adelante, con enormes dificultades internas y externas, pero no aflojó.
Por eso creo que Macri puede ganar, y ahora que apareció un nuevo cisne negro y toda América latina está sacudida por la "operación brisa", o "huracán", de los patoteros venezolanos me parece aún más posible, porque ofrece tranquilidad, normalidad, democracia y respeto en un mundo que va en sentido contrario buscando líderes mesiánicos que les resuelvan mágicamente su vida, sin esfuerzo, ni estudio, ni trabajo.
Pero si no lo logra, se irá tranquilo a su casa, sabiendo que cuando tuvo la oportunidad de jugarse por su país para cuidar la democracia y las instituciones, lo hizo, sin gritos, sin levantar el dedito, sin estruendos ni largos discursos vacíos de contenido.
Por eso le debemos las gracias, luego de 90 años de decadencia en esta argentina pendular y enferma: porque con pocas palabras y muchos hechos hizo lo que necesitábamos los argentinos, que fue trabajar de Presidente de la Nación y no permitir que los peronistas, como es su costumbre, no lo dejaran terminar su mandato salvo que fuera a otro u otra peronista, primera vez en la historia del país. Por eso ya ganó, y por eso será bueno para la Argentina que en unas semanas se enfrente otra vez, a Alberto Fernández, para la segunda vuelta.
Eso es todo por hoy. Un abrazo, saludos de Patricia Paltrow y ¡hasta la Victoria Secret!
¡Decidite Alberto, no se puede estar con Dios y con el diablo!
Eso es todo por hoy. Un abrazo, saludos de Patricia Paltrow y ¡hasta la Victoria Secret!
El Hombre Electrónico
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para proteger al planeta contra el cambio climático.
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