Carta @ 308 Macri versus Fernández





ELECCIONES: ¿AVANZAR AL FUTURO O VOLVER AL PASADO?

Un ingeniero de pocas palabras versus un abogado ambigüo


Hola gente, amigos y no tan amigos. El próximo domingo 27 de octubre la Argentina no tiene una elección presidencial más. Enfrentamos una encrucijada histórica. Y ante todo quiero aclarar que no soy objetivo en esta ocasión y que lo votaré a Mauricio Macri y a su gente.



Soy periodista, y economista, ya lo saben porque muchos me conocen y nunca me he escondido. Pero en esta carta hablo como una persona común, que ya no tiene acceso a los medios de comunicación masivos. Hablo como un hombre de carne y hueso que nació y vivió sus 67 años en la Argentina, en las buenas y las malas. Y que ama a este país, pese al dolor que causa sobrevivir aquí todos los días. 
Debo reconocer que estoy angustiado como millones de ciudadanos que, como tantos, no le creemos y le tememos al kircherismo y al peronismo, porque hemos vivido y sufrido  su capacidad de daño, disfrazada de buenas intenciones, de progresismo y de un populismo clientelista que destruyó entre 2003 y 2015 a la economía argentina y a muchos argentinos, que ni siquiera se dieron cuenta de lo que les han hecho ni cómo se lo han hecho. Tanto que el domingo irán a votar a esos candidatos que los usaron, y que ahora se preparan para volver a usarlos, aunque sospecho que esta vez no lo lograrán, incluso aunque ganen las elecciones. 



Pero no soy quien, ni me gusta hablar de los compatriotas míos que piensan diferente. Los respeto. Muchos de ellos han sido mis amigos y amigas y ya no me saludan, sólo por pensar diferente a ellos. Eso es lo grave. Lo cierto es que el peronismo, con su soberbia, dividió al país en dos, y su vieja costumbre continúa siendo llegar al poder, acomodando sus ideas con menos principios que Groucho Marx ideas tan frágiles y acomodaticias que en los años '90 estaban alegremente con el menemismo, y entre el 2013 y el 2015 estuvieron exactamente en la vereda contraria y aplaudían con la misma cara a los Kirchner. 

Es lógico: se creen  los "dueños" de la verdad, son machistas o feministas, prepotentes, barras bravas siempre disfrazados de argentinos solidarios, de defensores de los derechos humanos. Y ahora hasta nos dan clases de moral desde una liviana e hipócrita izquierda a la que llaman progresismo. Aunque si fuera necesario, como un panqueque, se darán vuelta y cruzarán a la vereda contraria. Otra vez sopa. Hoy defienden a la dictadura de Venezuela como antes eran tercermundistas, y como luego se colgaban de Carlos Menem para viajar a los Estados Unidos y aparecer en las fotos con él y con George Bush padre. Ni hablemos de la corrupción, si hay millones de argentinos que, por jugar a ganador, los votarán, casi como si fueran cómplices. 

¿Por qué lo voy a votar a Macri?, en apariencia un aburrido ingeniero que siempre piensa en el futuro, quien en estos 4 años dejó su salud para sacar al país adelante pese a que desde el mismo día que asumió el kirchnerismo empezó a acusarlo de dictador y de tantas cosas más. El hombre siempre pone la otra mejilla. 
En estas semanas esperaba que Mauricio Macri se comportaría con dureza, que respondería los agravios con la misma soberbia que Alberto Fernández. Pero no, no lo hizo. Hasta me desilusionó un poco. Yo también, que soy argentino, deseaba un líder fuerte que pegara cuatro gritos, insultara y levantara el dedito en los debates, como si fuera Alberto Fernández. También esperaba que en algún momento se pusiera la mano en el corazón y les hablara a los argentinos mirándolos a los ojos, con sentimiento, con humanidad. 
Y lo hizo, a su manera un poco corta, simple, sin versos,pero bien intencionada, porque Macri no es un macho argentino, no hay que esperar que levante el dedito y señale y acuse a sus adversarios como uno de esos argentinos que van por la calle y chocan con el auto y se bajan, amenazan, se pelean, dicen "te voy a reventar", "vení si sos macho".  Macri no es un iluminado, y eso que muchos ven como un defecto para mi no lo es. A lmuchos argentinos les gustan los políticos gritones, los que deciden por ellos, los que son medio psicopatones, barrabravas, se imponen por las buenas y prometen resolver los problemas.  
Mauricio Macri no es así. No es un líder mesiánico, por suerte. No es un macho argentino, por suerte, no es un barra brava pese a que presidió el club de Boca por años, en una gestión exitosa. Tampoco es un experto en dar largos discursos por la cadena nacional,  como lo hacía la famosa oradora Cristina Kirchner, que podía hablar horas y horas como Fidel Castro, prometiendo, acusando, amedrentándo, claro, si esa era su profesión, la de hacer muchas promesas que nunca cumpliría. 
Macri no es un iluminado, tampoco un orador, tampoco un macho argentino. Es otra cosa, es un hombre firme, que se hace respetar con sus silencios, que habla lo justo y a veces hasta menos que eso, porque es de carne y hueso como cualquiera de nosotros, que llegó a presidente de Boca, a diputado, a jefe de Gobierno de Buenos Aires, y se dedicó a hacer lo que mejor sabe hacer: tratar de resolver los problemas de la gente.
Tampoco es Súperman, por suerte. Ni Mandrake, el mago que puede satisfacer mágicamente los deseos de todos los argentinos.


Ahora vamos por el ballotage

Amigos y no tan amigos, pocos se dieron cuenta que Macri ya ganó porque el 10 de diciembre próximo se entregará el poder a sí mismo, o a quien haya ganado las elecciones, respetuosamente. Los peronistas no pudieron con él, aunque no gritaba ni guitarreaba. Los kirchneristas no lo dejaron gobernar desde el primer día. Pero el siguió adelante, con enormes dificultades internas y externas, pero no aflojó.  



Por eso creo que Macri puede ganar, y ahora que apareció un nuevo cisne negro y toda América latina está sacudida por la "operación brisa", o "huracán", de los patoteros venezolanos me parece aún más posible, porque ofrece tranquilidad, normalidad, democracia y respeto en un mundo que  va en sentido contrario buscando líderes mesiánicos que les resuelvan mágicamente su vida, sin esfuerzo, ni estudio, ni trabajo. 

Pero si no lo logra, se irá tranquilo a su casa, sabiendo que cuando tuvo la oportunidad de jugarse por su país para cuidar la democracia y las instituciones, lo hizo, sin gritos, sin levantar el dedito, sin estruendos ni largos discursos vacíos de contenido.

Por eso le debemos las gracias, luego de 90 años de decadencia en esta argentina pendular y enferma: porque con pocas palabras y muchos hechos hizo lo que necesitábamos los argentinos, que fue trabajar de Presidente de la Nación y no permitir que los peronistas, como es su costumbre, no lo dejaran terminar su mandato salvo que fuera a otro u otra peronista, primera vez en la historia del país. Por eso ya ganó, y por eso será bueno para la Argentina que en unas semanas se enfrente otra vez, a Alberto Fernández, para la segunda vuelta. 




¡Decidite Alberto, no se puede estar con Dios y con el diablo!                 

Eso es todo por hoy. Un abrazo, saludos de Patricia Paltrow y ¡hasta la Victoria Secret!












El Hombre Electrónico


Políticamente incorrecto















* Fumar y usar petróleo como combustible no renovable es perjudicial para su salud y la del planeta. Cuide a sus hijos y sus nietos.  


Arrestan a Jane Fonda en el Capitolio en una manifestación 
para proteger al planeta contra el cambio climático.

Carta @ 310 - ¿En qué momento se jodió la Argentina?


SEPTIEMBRE DE 1930 A SEPTIEMBRE DE 2019

Casi 90 años de decadencia



La Corte Suprema de 1930 avaló, a 4 días de ocurrido, el golpe de Estado 
de los militares que, encabezados por el General José Félix de Uriburu, 
echaron del poder al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, 
interrumpiendo el funcionamiento pleno de la República. 
Ello dio inicio a casi 90 años de graves y desmesuradas irregularidades institucionales, 
que pusieron fuera de la ley a la Argentina, y a los argentinos, muchos 
de los cuales miraron para otro lado. Y este comportamiento, 
pese al retorno de la democracia en 1983, 
persiste hasta hoy en buena parte la vida nacional,
 pese a los esfuerzos reiterados por volver a instituciones
 que funcionen dentro de la ley, con plenitud y respeto. 
Esta es la "misteriosa" enfermedad argentina que dio inicio, desde 1930 
hasta nuestros días, a un retraso, un estancaminto y una decadencia que alejaron 
al país de la normalidad e iniciaron el divorcio de una nación que hasta entonces 
se hallaba incluida en el selecto grupo de 16 países pujantes, desde los 
Estados Unidos, Australia, Canadá y Nueva Zelanda hasta las principales 
naciones europeas, como Alemania, Austria, Francia, 
Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Gran Bretaña, Holanda, Italia, Noruega, Suecia y Suiza. 


Hola gente, amigos y no tan amigos. Hace tiempo que no tienen noticias de Patricia Paltrow ni mías, el Hombre Electrónico, quienes los entreteníamos desde las columnas de contratapa de El Cronista o en mis "Cartas desde el Ciberespacio" que les enviaba puntualmente todos los jueves en los tiempos en que muchos tenían tiempo y deseos de leer y se interesaban por hacerlo, en vez de mirar compulsivamente todos los días su smartphone supuestamente inteligente.

Paltrow y yo seguimos viviendo exiliados en el ciberespacio de Buenos Aires, pese a la dolorosa decadencia argentina, que ya cumplió 90 años de "vida". 
Pero el tema de hoy es demasiado serio para hablar de amor, frivolidades o las cosas simples y complicadas de la vida. En la Argentina la historia se repite una y otra vez desde hace 90 años, como si los argentinos viviéramos atrapados en el "día de la marmota", o como si fuéramos Sísifo, que una y otra vez tenía que empezar con su trabajo de subir la roca a la montaña, para tropezar con la misma piedrita casi al llegar arriba, la el peñasco caiga otra vez y todo vuelva a empezar. 


Patricia Paltrow y yo, cuando éramos niños

La pregunta es simple:.. ¿En qué momento se jodió la Argentina? Es casi la misma pregunta que se hacía Mario Vargas Llosa pensando en su propio país cuando escribió su maravillosa novela "Conversación en la Catedral, hace muchos años. 
Ante todo, vean con atención este gráfico...

El retraso del ingreso por habitante de la Argentina respecto al de 
las economías avanzadas de raíz occidental, 1870-2012


En mi opinión, el comienzo exacto de la decadencia de la Argentina se ubica entre el 6 y el 10 de septiembre de 1930, cuando José Félix de Uriburu dio aquel golpe de estado para interrumpir el gobierno democrático de Hipólito Yrigoyen y la Corte Suprema lo avaló. ¿Qué fue más grave? ¿El golpe de Estado o que la Corte lo apoyara pocos días después? 



          Hipólito Yrigoyen                                                   José Felix de Uriburu


Creo que fue allí en donde se jodió la Argentina. Allí comenzó la decadencia económica, social y política de nuestro país, pero no por el golpe de Estado, sino por la acomodaticia respuesta de la Corte, que le mostró a los  argentinos que se puede vivir fuera de la ley y que no hay castigo para ellos ni costo para pagar, en un país que evolucionó con más ideologías que ideas, inmerso en una creciente creencia que la magia era posible, al mejor estilo de Macondo. 
A partir de entonces la Argentina comenzó a infligirse una larguísima sucesión de golpes de Estado, golpes económicos civiles o militares, y maniobras políticas de todo tipo para convertir al país en una república cada vez más débil, con instituciones frágiles, líquidas y fuera de la ley, donde los militares, los civiles e incluso hasta los gobiernos democráticos recuperados en 1983 se sucedían. Sólo unos pocos de aquellos gobiernos posteriores a 1930 pudieron terminar pacíficamente su mandato constitucional. 
El resultado es conocido: si en 1930 la Argentina era una de las naciones ubicada entre los 16 países del selecto club de países desarrollados, desde entonces comenzó el alejamiento y la separación de este grupo. Muchos de aquellos países siguieron creciendo en todo el sentido de la palabra, mientras que nuestro país comenzó una caída que no ha cesado, como pueden ver en el gráfico del libro "El país de las desmesuras" de mis amigos Juan José Llach y Martín Lagos. 




Las palabras "clave" para definir esta caída fueron el desorden y la inestabilidad de las reglas de juego de las instituciones, y todo ello alimentó los sucesivos default que alejaron a la Argentina de las inversiones externas y los mercados de capitales, la corrupción en un contexto en que la justicia no funcionaba desde aquel pésimo ejemplo de la Corte Suprema de 1930 avalando la ilegalidad de un golpe de Estado. Pueden agregarse la inflación y la hiperinflación, empujadas siempre por las escapadas salvajes del dólar, una macroeconomía siempre desajustada, una microeconomía siempre pidiendo sobreprotección, el populismo, la intolerancia y el atraso en que estamos sumergidos hace años, en esta guerra cotidiana de unos argentinos contra otros argentinos, en donde lo que gobierna no son las ideas, sino las ideologías que sostiene cada grupo corporativo, todos fanáticos como si el país fuera un partido donde se jugaba la vida como en cada boca-river, para imponerse por las buenas o por las malas al otro. 

Para quienes hablan de la famosa grieta argentina y hoy culpan al kirchnerismo o al macrismo (según de cada de la grieta se ubiquen), opino que ambos están equivocados. La enfermedad empezó mucho antes de 2015 o del año 2003, mucho antes del retorno de la democracia e incluso antes del advenimiento del peronismo. La enfermedad argentina tiene casi 90 años, aunque es posible que estemos muy cerca del final porque nosotros los de entonces ya no somos los mismos, y muchos están intentando aprender, crecer y cambiar, y cuando ello ocurre no se puede volver atrás. 

Pero no nos engañemos: los únicos culpables somos nosotros, es nuestra personalidad adolescente, con una soberbia que nos impide cambiar, mientras creemos siempre ser los únicos dueños de la verdad y se la queremos imponer a los demás, a quienes siempre acusamos de ser los culpables de lo que le nos ocurre a todos.   


Juan Domingo Perón, echado por la llamada 
revolución libertadora por peronista y populista

La interrupción institucional del 6 de septiembre de 1930 y el aval de la Corte Suprema, a los pocos días, que el momento en que la Argentina se puso fuera de la ley, es un punto de inflexión, más allá que antes de esa fecha se encuentren otros hechos en que los argentinos se dividieron una y otra vez, como si estuviera escrito en nuestro ADN.
Pero aquel golpe, el primero desde la Constitución de 1853, muestra irregularidades que se repitieron en los años '30 hasta nuestros días. La más importante fue que cada gobierno desde entonces, con pocas excepciones, fue sustituido por otro fuera de los plazos fijados por la Constitución Nacional, ya fuera con proscripciones, o en otros casos con denuncias de fraude y la instalación de gobiernos de signo contrario. Hubo claro presidentes que cumplieron su mandato completo. El primero de ellos fue el de Agustín P. Justo, entre 1932 y 1938, pero el origen de este gobierno había sido el veto al radicalismo yrigoyenista, lo que le restó legitimidad a una presidencia que en muchos otros aspectos fue muy positiva para un país que vivía en la llamada década infame y en un contexto de crisis económica internacional, en medio de la gestación de la  segunda guerra mundial en donde la Argentina titubeaba de qué lado ubicarse. 


Arturo Frondizi, presidente despedido con la excusa de una reunión 
con Ernesto "Che"Guevara, y por ser un estadista 

A partir de allí siguieron gobiernos de todo tipo, muchos de ellos no del todo legítimos en su origen, o que no pudieron terminar sus mandatos ante los golpes de Estado que a partir del ocurrido en 1930 se sucedieron repetidamente, instalando en la Argentina un contexto de incertidumbre y quiebra recurrente de las reglas de juego que no respetaban lo establecido por la Constitución Nacional. Varios de aquellos gobiernos fueron también muy positivos y vistos en perspectiva mostraron muchos logros de tipo económico y social, pero a la puja entre los gobiernos civiles y militares se le agregó la puja entre radicales y peronistas, y todos conspiraban para no dejar gobernar al otro como un partido de boca-river. Esos comportamientos nos alejaron del mundo y de los países serios y nos encerraron en un nacionalismo populista que alejó las inversiones del exterior, evitó la competencia y alentó la caída. 
Ese escenario de inestabilidad política, económica y social desmesurada fue el que prevaleció hasta nuestros días, con muy pocas excepciones y siempre profundizando la decadencia, más allá de los mejores y los peores años.

Arturo Illia, presidente despedido porque dijeron 
que era lento como una tortuga y demasiado honesto




Héctor Cámpora, presidente por 49 días, cuya tarea 
fue lograr que Perón volviera para ser presidente


Con el pésimo ejemplo dado por la Corte Suprema de 1930, la Argentina comenzó a vivir fuera de la ley y no pocos  argentinos a acostumbrarse a comportamientos parecidos, donde las reglas de convivencia ya no serían respetadas. La letra del tango Cambalache, del uruguayo Enrique Santos Discépolo escrito "casualmente" por aquellos años, en 1934, empezó a expresar y a justificar las actitudes de parte de la sociedad argentina. Claro que Discépolo no hablaba del país ("que el mundo fue y será una porquería ya lo sé"), aunque su tango se convirtió progresivamente en un reflejo de los comportamientos enfermos o perversos de muchos argentinos. 
El país progresivamente avanzó a vivir fuera de la ley. Las instituciones y también su sociedad, aunque cada grupo en la Argentina siempre piensa que la culpa es de los otros, de afuera o de adentro. 


Juan Perón, que volvió al país y dejó como legado 
una feroz guerra sucia dentro del mismo partido peronista



Isabel Martinez de Perón, alguien que 
nunca soñó ni deseó ser presidente.




Con el retorno de la Argentina a la vida democrática a partir de 1983, no sólo por la convicción de muchísimos argentinos sino también por el dramático fracaso de los militares del proceso que terminó en el desastre de la guerra de Malvinas, las instituciones volvieron a fortalecerse. Pero el desapego de muchos argentinos por el orden y el respeto a la ley y a sus reglas del juego prevalece aún en nuestros días, por más que todos se digan digamos democráticos. Parecía que el país había crecido y volvería el respeto a las instituciones de la Constitución, pero ello no necesariamente fue así. No todos los argentinos son respetuosos, amantes de la democracia y de vivir dentro de la ley. Un poco de magia populista y elegir por el camino más fácil con que los seduce el populismo los hace dudar de sus convicciones. 
Tantos años de vivir fuera de la ley y de respetar las reglas del juego de las instituciones es un esfuerzo que todos no quieren cumplir. 


Raúl Alfonsín, que debió dejar su presidencia por la 
hiperinflación provocada por los peronistas 
alentando una  feroz devaluación



Carlos Menem, un peronista  que cumplió sus dos 
mandatos y traspasó en orden la presidencia a Fernando de la Rúa



Fernando de la Rúa, que fue despedido antes de tiempo
por un golpe de estado económico desatado por el peronismo


Etcétera. La historia reciente es conocida, aunque no por ello menos polémica. 


Nestor Kirchner, otro presidente peronista
que cumplió su mandato, que heredó su mujer



Cristina Fernández de Kirchner, presidenta desde el 10 de
diciembre de 2007 hasta el 10 de diciembre de 2011,
y desde ese día hasta el 10 de diciembre de 2015



Mauricio Macri, presidente desde el 10 de diciembre 
de 2015 hasta el 10 de diciembre de 1919


Para quienes hoy se debaten en considerar que la culpa de la crisis de económica y social actual es culpa de los 12 años de kirchnerismo o de los casi 4 años de macrismo, y que en estos dos costados de la grieta que divide al país está la responsabilidad de la actual crisis, puede preguntarse si esto es así, o ambos están equivocados...
La actual crisis no es más que otro capítulo de la larga decadencia iniciada en septiembre de 1930, que alejó progresivamente a la Argentina del excelente rumbo que llevaba hasta aquella época. 






Epílogo, 2020, ¿la última oportunidad para la Argentina y los argentinos?





Para quienes hoy se debaten en considerar que la culpa de la crisis de económica y social actual es culpa de los 12 años de kirchnerismo o de los casi 4 años de macrismo, y que en estos dos costados de la grieta que divide al país está la responsabilidad de la actual crisis, puede preguntarse si esto es así, o ambos están equivocados...

 

La actual crisis no es más que otro capítulo de la larga decadencia iniciada en septiembre de 1930, que alejó progresivamente a la Argentina del excelente rumbo que llevaba hasta aquella época. 










Epílogo, 2020, ¿la última oportunidad para la Argentina y los argentinos?



No muchos se dieron cuenta aún de un hecho muy importante que podría marcar un nuevo punto de inflexión para la Argentina, luego de la larga decadencia ocurrida en los últimos 90 años que nos alejó del batallón de países serios y normales. 
Mientras tanto, los diferentes y contradictorios voceros de ese peronismo dividido y opuesto se están dedicando a alejar a la Argentina -otra vez- del mundo de los países serios, civilizados y normales, sin darse cuenta que en vez de avanzar hacia ese futuro parecen querer otra vez volver al pasado y repetir la historia trágicamente, como le ocurría a Sísifo una y otra vez. Lo que esta vez ya sería un suicidio. 

Sísifo, la mejor expresión de la decadencia y las frustraciones de los argentinos

Eso es todo. De nosotros depende. No se queje si no se queja. Simplemente vote, vote a quien mejor exprese sus ideas. Deje de ser cliente y sea un votante más, para que la Argentina de Tato no se repita. 





¿Y?... ¿Cuando terminamos con la decadencia argentina? El mundo no espera.




Esto es todo por hoy.



Un abrazo, saludos de Patricia Paltrow. Y ¡hasta la Victoria Secret!...



El Hombre Electrónico *


Políticamente incorrecto













* Fumar y usar petróleo como combustible no renovable es perjudicial para su salud y la del planeta. Cuide a sus hijos y sus nietos.