...¡Gracias Barack Obama!






SE VA UN PRESIDENTE DE LUJO QUE ENFRENTÓ LA HERENCIA DE GEORGE W. BUSH

¡Gracias Barack Obama!


Hola amigos y no tan amigos. Republicanos honestos versus los fanáticos de la segunda enmienda y el Tea Party. Demócratas idealistas versus quienes se hacen los progresistas... Pragmáticos enamorados de la frivolidad exagerada de la serie Scandall (veasé el boom de Netflix). Amantes de los carpetazos al estilo del agotado kirchnerismo (¿será un invento argentino?). Desalentados de la política y de todos los políticos, frustrados, optimistas, enojados, agotados y hasta temerosos, descreídos del futuro, en pleno siglo de la incertidumbre y el calentamiento global. Todos. 
Y por supuesto, globalizadores y antiglobalizadores pasionales, que nunca se tomaron el trabajo de leer a los clásicos de la economía para descubrir que el planeta es pequeño, que somos todos vecinos y hermanos, y que debemos especializarnos en lo que mejor sabemos hacer para que el mundo sea más competitivo y nos permita a todos consumir más y mejor. Todo eso, conservando nuestra historia, nuestro pasado, nuestra personalidad. Proteccionistas, abstenerse, vuelvan al siglo XX, de la mano de Donald Trump.
El tema es despedir con honores de estadista a Barack Obama, el primer presidente negro de los Estados Unidos, que heredó una crisis económica de proporciones que le dejara el republicano George W. Bush en enero de 2009 y que entregará la presidencia, 8 años después, a quien triunfe en las elecciones que se efectuarán en pocos días, con una economía que funciona.  
No es poco. Luego de la explosión de la burbuja inmobiliaria hacia 2007/2008, muchos pronosticaban para los Estados Unidos una depresión del tamaño de los años 1930. Pero Obama se irá, en cambio, con un desempleo menor al 5,0%, la mitad de lo que provocó la explosión de las hipotecas subprime alimentada durante la presidencia de George W. Bush, una muy baja inflación rondando 1% anual y un déficit fiscal bajo control rondando 3% del PIB. Y una economía que en el pasado tercer trimestre acaba de anunciar un crecimiento de 2,9% anualizado... 
Todo esto luego 8 años turbulentos, con un partido republicano que no lo dejó gobernar ni se responsabilizó por la crisis financiera, económica y social que desencadenó, con pronosticadores del Apocalipsis que anunciaban la caída del "imperio" americano, con bancos e industrias que caían y con un impacto global de proporciones épicas.
Pero Obama les ganó y no defraudó a los norteamericanos. Entregará a su país mucho mejor que como se lo dejaron quienes, en estos 8 años, no pararon de criticarlo...


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...Caminaba por un bonito parque de New Jersey con mi pequeña nieta, de la mano, mientras que Patricia Paltrow la tenía de su otra mano. Esto fue hace muy pocos meses, en que fuimos a visitar a la familia y disfrutamos más de esas caminatas que de tomarnos el subway hasta Niúiork para pasear por el Central Park, y hasta de ir de visita a la Calle de la Pared, en donde por muchos años Paltrow (un amo del universo en versión mujer, o muy mujer) se dedicara a comprar y vender stocks y bonitos, manejando su querido banquito de Wall Street.
Ibamos recorriendo autopistas para llegar a tantos lugares sorprendentes que aparecen por todos lados, visitando shoppings, comiendo hamburguesas o camarones con fideos en Olive Garden, cargando nafta a u$s 1,90 el galón (más de 4 litros), y en todos lados nos encontrábamos con gente ordenada, respetuosa, y asombrosos sitios como los que uno se encuentra por todos los EE.UU.

Lo que más disfrutamos, además de mi nieta, obvio, fue una visita a Filadelfia, en donde los Padres Fundadores de las trece colonias firmaron el 4 de julio de 1776 la declaración de la Independencia, y más tarde la Constitución de los Estados Unidos de América. 

Hombre Electrónico cubriendo una antigua noticia que cambió 
al mundo, emocionado al frente del Independence Hall
protegido por George Washington. 

No fue poco. Aquel día de 1776 el país que nacía no sólo declaraba la independencia de Inglaterra, sino también, el rechazo a la monarquía como forma de gobierno, con lo que, sin querer o deliberadamente, sentaron las bases para la construcción de una moderna democracia. Dicho simplemente, el "divorcio" con Inglaterra no sólo provocó la creación de un nuevo país, sino de una nueva forma de gobierno que sentó las bases institucionales para la democracia. De allí, puede decirse que murió el feudalismo y empezó a nacer el capitalismo. Y así, democracia y capitalismo, juntos, se convirtieron en dos instrumentos potentes para llevar al mundo a una época de progreso basada en la competencia (creación de ideas, innovaciones y producción). Ya se sabe, en un entorno pluralista en donde se permite el pensamiento libre y diferente, florece lo mejor del ser humano. Como lo imaginó Steve Jobs: think different...

La cálida visita de Barack y Michelle Obama a la Argentina,
 en momentos en que el país necesitaba volver al mundo.  

Algo más de dos siglos después de aquel 4 de julio de 1776, el resultado de ello fue que en los últimos 8 años aquel país de librepensadores (con más ideas que ideologías) llevó al gobierno al primer presidente negro de su historia, quien a principios del año 2017 dejará su segundo mandato constitucional y traspasará  el poder por 4 u 8 años al candidato presidencial que elijan los ciudadanos de los Estados Unidos, espero que con más sentido común de lo que muchos creen. Por supuesto que Obama asistirá a la ceremonia, respetuosamente, aunque no gane la candidata de su partido, Hilary Clinton. Así funcionan allí las instituciones. Y a ningún presidente o ex presidente norteamericano se le pasaría por la cabeza encapricharse y no asistir a la ceremonia, aunque gane el candidato que no le gusta, incluso en el caso de Donald Trump, quien ha maltratado bastante a Barack Obama quizá por no ser rubio y de ojos azules ni haber nacido en cuna de oro.



¡Gracias, Obama¡

Pero me pregunto si en la vorágine en que viven hoy, a una semana de unas elecciones cruciales, alguien se acordará de agradecerle a Barack Obama sus patrióticos servicios prestados. Se lo merece como pocos, pese a que los republicanos seguirán criticándolo por sus ideas y sus supuestamente "regulares" resultados económicos. 


¡Gracias, Obama¡


Hay que decir varias cosas que explican que la Presidencia Obama terminará siendo una gran presidencia de los Estados Unidos, aunque no todos se lo agradezcan, desmemoriados, un poco mezquinos, otro poco racistas y todos con más ideologías que ideas. 
Ante todo, cuando George W. Bush le entregó la presidencia a su sucesor, le estaba entregando un país con al menos dos tipos de problemas muy graves. El primero, las guerras llevadas a cabo por su administración como respuesta al ataque criminal a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. La polémica seguirá por años, pero más y más gente se sigue preguntando si los verdaderos enemigos responsables del ataque a las torres gemelas fueron Afganistán, en donde se escondía Osama Bin Laden luego de asesinar en una sola mañana a más de 3.000 personas inocentes, o lo era también Irak, país que fue incluido entre los culpables por la administración de George W. Bush, bajó la polémica denuncia de que allí había armas químicas de destrucción masiva que debían eliminarse. Todo aquello, entre otras persecuciones a muchos musulmanes seguramente inocentes, generó a los Estados Unidos una imagen internacional muy negativa y antipática que los alejó del mundo y los encerró en en una nación a la defensiva.  


¡Gracias, Obama¡

Al problema de la equivocada y poco efectiva respuesta del gobierno republicano de Gorge W. Bush al sin duda bárbaro ataque a las torres gemelas, con los costos económicos de estas guerras, debe sumarse la profunda crisis financiera que Bush le dejó a la siguiente administración, relacionada con el auge de las hipotecas subprime, que fue consecuencia de la burbuja inmobiliaria creada en los Estados Unidos en los años siguientes a la tragedia de las Torres Gemelas, como consecuencia de una política monetaria y fiscal que se combinaron para generar un auge económico que terminó tanto en la burbuja inmobiliaria como en un sector financiero con un bajo nivel de regulaciones y un mercado de capitales que casi duplicó el precio del índice Dow Jones entre fines de 2003 y fines de 2007, mostrando que la burbuja también había llegado al sector financiero. 




Cuando se desencadenó la crisis de 2007/2008, en los finales de la administración Bush, la economía ingresó en un shock económico que duplicó el desempleo llevándolo a 10%, y aumentó el déficit fiscal a nada menos que 9,8% del PIB en el año 2009. El porcentaje de la deuda pública en relación al PBI subió de 64,8% en el 2007 (en los inicios de la crisis) a 76% en el año siguiente y 87% en 2009. Y siguió subiendo, ya que ese fue uno de los "precios" que debió pagar Barack Obama, junto a una política monetaria de híper liquidez, para evitar que la economía norteamericana ingresara en una crisis que, según muchos expertos, podría tener la magnitud de la crisis de 1930 si no se hacía algo, y rápido. 



El Presidente Barack Obama, y el flamante presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, lograron con una política monetaria y fiscal acertadas, con estímulos muy fuertes de tipo keynesiano, evitar que esto ocurriera. Aunque los republicanos, por aquellos días en que cayeron bancos antiguos y prestigiosos como Lehman Brothers, siguieron sin reconocer su enorme responsabilidad en la crisis de las hipotecas y en todo lo que vino después.

Los grandes números con que Obama dejará la economía cuando entregue el poder a quien gane las próximas elecciones, en cambio, son una tasa de desempleo de 4,9%, y bajando, un déficit fiscal de 3,2% del PIB luego de haberse triplicado al principio de su presidencia como consecuencia de la crisis financiera en que George W. Bush dejó sumida a la economía y una tasa de crecimiento económico de 2,9% anualizada, y creciendo, en el III trimestre de 2016. 
Y claro, una inflación anual rondando sólo 1% a pesar de que la Reserva Federal de los EE.UU. decidiera bajar a 0,25% anual las tasas de interés de los fondos federales y de promover los famosos estímulos monetarios cuantitativos (QE1, QE2...) para generar una elevada liquidez que apuntó a evitar que la economía ingresara en una depresión como la de 1930... 
De paso, Obama deja a los Estados Unidos como un gran productor de petróleo que hoy compite con Arabia Saudita y Rusia, siendo estos tres países hoy los primeros tres productores en un mundo en que sobra el petróleo, EE.UU logró el autoabastecimiento energético y el precio del barril se ha derrumbado por debajo de 50 dólares. Y nada indica que vaya a recuperarse en un mundo que va derecho hacia la producción de energías limpias con recursos más sanos y renovables.  


¡Gracias, Obama!


Epílogo: los riesgos del boom de Netflix


Scandal y House of Cards, 
para quienes quieren creer que en Washington sólo hay política y corrupción, todo en busca del poder a cualquier precio


Amigos y no tan amigos. El mundo del espectáculo nos muestra hoy una ciudad de Washington en que se sugiere que toda la clase política de los Estados Unidos vive con unas pocas ideas fijas, el poder, el dinero, y todo ello conseguido a los carpetazos, con presiones, violencia, asesinatos, mentiras que parecen verdaderas y verdades que parecen mentiras. Es un divertimento, pero cuidado, el mundo real no es así. No debe ser casual que una serie como Scandal, que emite Netflix y que resume perfectamente esta peligrosa y frívola idea que política siempre es igual a corrupción, haya sido el programa que la ex Presidente Cristina Kirchner eligiera como uno de sus favoritos. Es que Scandal se parece demasiado a la Argentina del kirchnerismo, con carpetazos y corrupción para llegar y mantenerse en el poder a cualquier precio. 
No es el único ejemplo. Vean sino House of Cards, con el ya mítico Frank Underwood y su mujer, capaces juntos de hacer cualquier cosa, incluso de matar, para llegar a la Casablanca, como si el mundo se hubiera convertido en una peligrosa e infantil carrera al estilo de los ratoncitos Pinky y Cerebro para dominar al mundo. 

Pero en los Estados Unidos las instituciones funcionan, la división de poderes limita y la justicia pone límites a los transgesores. Los procesos de selección eligen, tarde o temprano, a los mejores para gobernar, aunque lo que vende en este siglo de la incredulidad al estilo de Discépolo sea pensar que todo irá peor, que estamos gobernados por gánsters y que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. 

La sonrisa final de esta carta desde el ciberespacio, esa sonrisa un poco infantil, humana, inteligente y alegre, de Barack Obama, nos demuestra que en Washington hay políticos idiotas, corruptos, mentirosos, fanáticos y fundamentalistas, pero también se encuentran políticos como el que pronto será el ex Presidente, Barack Obama, que se merecen un agradecimiento, un aplauso y una buena calificación. No todos son como Frank Underwood, ni como los personajes acomodaticios de Scandal, con una Olivia Pope que cambia de principios como Groucho Marx. 

Inesperadamente, además de salvar a los Estados Unidos de una crisis como la de 1930, Barack Obama se irá de la Casa Blanca con su sonrisa, su mujer que lo apoyó 100%, sus hijas, y todo esto es lo que nos deja también: la idea que hay políticos serios, inteligentes, pluralistas, y que toman su trabajo con pasión. No es poco, en este mundo de escépticos que quiere creer que todo está podrido. 

Eso fue todo por hoy. Les dejo un abrazo. Y hasta la Victoria Secret!...



Un aplauso para Barack Obama...



El Hombre Electrónico
Políticamente Incorrecto

@h_electronico (Twitter)
http://elhombreelectronico.blogspot.com.ar/











Todos piden magia para bajar la inflación...



Carta desde el ciberespacio 302, del 4 de marzo de 2016


Un paso al frente a quien no le inquiete la alta inflación...



CAMBIEMOS ES PROGRESISTA Y POPULAR, LOS K SON CONSERVADORES Y POPULISTAS

Inflación: salir del cepo provocó un impacto menor al temido


En los últimos tres meses, y hasta hoy mismo, 
el peronismo kirchnerista acusó a Mauricio Macri 
de vago, derechista y ultra liberal, para aterrorizar 
a los argentinos y echarle la culpa al actual Presidente 
de todo  lo que pasó, pasa y pasará en la Argentina. 
Decían que si él ganaba las elecciones devaluaría 
el peso, y que ello provocaría una estampida 
inflacionaria imparable que recaería sobre el nuevo 
gobierno, al que calificaban de neo-neoliberal antes 
ya de haber asumido, pese a su gestión 
moderada y efectiva realizada en ocho años como 
Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 
Detrás de estas "profecías" se escondía el hecho que 
el dólar ya había superado los 15 pesos en diciembre 
y que el país sobrevive hace años con niveles de 
inflación rondando 30% anual. La realidad es que 
Macri cumplió su promesa, terminó con el cepo cambiario
 y ahora empieza a sincerar otras  variables atrasadas, 
como las tarifas subsidiadas de servicios públicos, 
esto es, todo el herramental utilizado por el peronismo 
kirchnerista como una política antiinflacionaria 
que ha sido siempre ineficaz.  
A tres meses de haber asumido el nuevo gobierno, 
el efecto del sinceramiento inevitable de 
estas variables provocó un impacto sobre la 
inflación que, aunque inquietante, fue bastante 
menor al de los pronósticos incendiarios del 
peronismo kirchnerista. 


De repente estalló la impaciencia y los argentinos, incluso los economistas y los periodistas especializados, empezaron a demandarle al Presidente Mauricio Macri que baje la inflación rápidamente a niveles tolerables (¿menos de 5 o 10% anual?). Hay que decir que quien más ansioso e interesado se muestra en resolver este grave problema heredado del gobierno anterior es el mismo Macri, lo que no significa que ello pueda hacerse con la rapidez deseada, con razón, por casi todos. Aumentar un poco la inflación fue “fácil” desde 2007 con una demanda que empezaba a aumentar por encima de la oferta, aunque llevarla a un nivel de alta inflación a lo largo de los 9 años siguientes sólo fue posible por impericia, inconsciencia, incompetencia o fines inconfesables. Con todo, bajar los precios desde este nivel no será igual de "fácil" como lo fue subir la inflación en los años pasados.

Llama la atención por qué en los 9 años pasados, desde que la inflación retornó a la Argentina hasta niveles que incluso superaron su actual alto nivel, pocos se inquietaron y se quejaron tanto como lo hacen ahora. Indigna que el Kirchnerismo, principal causante del retorno de la alta inflación hace más de 8 años, alerte y atemorice a los argentinos (ya desde que se supo que Macri podría ser Presidente) del peligro inflacionario que se cernía sobre la Argentina, si fueron justamente ellos quienes destruyeron al Indec para ocultar la inflación, manipulando los índices de precios de este organismo, que fuera tan respetado en el mundo por la calidad de las estadísticas que elaboraba.

Fueron ellos también quienes vaciaron de reservas internacionales al BCRA y lo utilizaron como instrumento para provocar más inflación, al quitarle su autonomía y utilizarlo para hacer funcionar a full las máquinas de emitir billetes (la Casa de la Moneda, Ciccone y algunas más). Así, utilizaron esta emisión desenfrenada para financiar a un Estado que no sólo recaudaba más impuestos genuinos sino también se nutría de esta emisión para comprar voluntades, financiar una cantidad creciente de empleados públicos (muchos trabajaban, otro no), pagar obras públicas que no se terminaban y canjear fondos a cambio de votos de gobernadores, legisladores e intendentes de diverso color político. Y ahora se quejan y alertan sobre la inflación...


Inflación con restricción fiscal, social y política

El resto de los argentinos, los que van al supermercado todos los días, están preocupados con razón, y hoy demandan que bajen los precios, porque han percibido que con salarios reales menos sustentables se ha roto la “cadena de la felicidad” de las 18 cuotas. Descubren que no hay más posibilidades de hacer magia para seguir aumentando por ahora esos salarios por encima de los precios o, mucho peor, porque en los sectores de ingresos fijos la inflación los empobrece dramáticamente mes a mes y los deja sin aire. Con todo, esta sociedad debería reflexionar porqué le permitió al gobierno anterior 7 u 8 años de alta inflación y ahora se ha vuelto repentinamente tan impaciente con Mauricio Macri. ¿Estamos enfermos con el Síndrome de Estocolmo? ¿Nos enamoramos de quienes nos maltratan? ¿O en el fondo todos somos un poco chantas, ventajeros, aprovechadores, frívolos, flojos de principios, y nos hemos terminado pareciendo al peronismo kirchnerista sin darnos cuenta? Como lo decía el pensador francés, André Malraux, "los pueblos tienen a los dirigentes que se les parecen". 




La historia muestra que el país, salvo en los años ’90 y con un desempleo en alza, y en la salida de la crisis de 2001/2) con una implosión social que no se resolvió del todo, no vivió en las últimos 45 años con una inflación normal (menos de 5% anual). Las últimas cinco experiencias, desde el Rodrigazo (1975) hasta aquí, sin ir más lejos, revelan que una vez que los diversos planes económicos aplicados (ortodoxos o heterodoxos, de izquierda o de derecha) se agotaron, en general luego de un período de retraso cambiario y tarifas de servicios públicos subsidiados, que culminaron con un escalón más de inflación o con un nuevo estallido inflacionario... 

Falso dilema: shock versus gradualismo

La Argentina no pudo superar, por décadas, su condición de adicta a la inflación, como un alcohólico con recaídas reiteradas. Habrá que reconocer que somos un país con esta enfermedad crónica, la inflación, para empezar a curarnos de una vez para siempre.

Si se mira cada plan anti inflacionario de aquellos, ninguno puede calificarse como un shock ni como gradualismo. En todos esos planes hubo diversos preparativos previos, siempre necesarios, para resolver las distorsiones de precios relativos previas a un ataque frontal, además de los problemas fiscales derivados de un populismo que no es nuevo en la Argentina. 
Raúl Alfonsín asumió en 1983, nombró a un primer ministro de Economía que “abusó” del populismo, dijo él mismo su recordada frase “un poco de inflación no importa” y cuando la inflación se le escapaba (y los futuros votos), cambió de ministro y lo nombró a Juan Sourrouille, quien trabajó meses silenciosamente para realinear los precios relativos, antes del frenazo con desindexación pautada que representó el Plan Austral. Y el plan funcionó muy bien durante más de un año, hasta que la falta de un ataque a las deficitarias cuentas públicas y un sindicalismo que vendía magia terminaron en el plan Primavera, la antesala de la hiperinflación de 1989. 
Con Carlos Menem ocurrió algo parecido: tres ministros de Economía (Roig, Rapanelli y Erman González) hicieron progresivamente el “trabajo sucio” (una devaluación y aumentos de tarifas y combustibles y el plan Bonex ’89, para licuar el desmadre monetario y fiscal existente). Recién un cuarto ministro, Domingo Cavallo, instrumentó la Convertibilidad en 1991, luego de una segunda hiperinflación. Este plan generó más de 10 años de estabilidad de precios, aunque la combinación de precios internacionales en baja, un Festival de Bonos y un retraso cambiario heredado y no resuelto (entre otras razones) llevaron a la caída de Fernando de la Rúa y la convertibilidad inaugurada en 1991.
Al fin asumió Eduardo Duhalde, con Jorge Remes Lenicov como ministro de Economía. Ellos hicieron esta vez el trabajo sucio (devaluar una deuda pública en dólares que para muchos no era sustentable, y luego pesificarla). La historia deberá dilucidar algún día si el golpe institucional que llevó a Eduardo Duhalde a la presidencia se podría haber evitado con una estrategia “menos peronista”, demasiado dolorosa para el país y sus instituciones. Hay que agregar que los gobiernos militares anteriores al retorno de la democracia no lo hicieron mejor, y también abusaron del Estatismo y del populismo, aunque llame la atención.

Ninguno de estos casos fueron de shock, ni exitosos permanentemente. El adicto a la inflación seguía con recaídas. Todos terminaron con el retorno de la inflación. Esta es una experiencia más de una historia repetida una y otra vez. A partir del año 2007, los afanes reeleccionistas y personalistas del kirchnerismo (ayudados por la complicidad y los aplausos del peronismo) provocaron un aumento progresivo del populismo y de su consecuencia lógica, la inflación, esta vez escondida debajo de la alfombra con la destrucción del Indec, mientras los argentinos compraron por comodidad o frivolidad aquella frase de Raúl Alfonsín, “un poco de inflación no importa” que nuevamente nos trajo a niveles de 25/35% anual entre 2013 y 2015. Recién ahora, cuando la inflación se hizo intolerable para todos, la demanda de una política antiinflacionaria drástica arreció y los argentinos dijeron basta. 

Lo llamativo fue que esto ocurrió justo cuando los promotores de esta nueva escalada tenían que dejar el poder, y un nuevo gobierno democrático iba a asumir en medio de una herencia en que la inflación es una más de varias graves enfermedades que ya enfrentaba el país.


Del Vamos por Todo de CFK al Nos dejaron 
una Herencia Maldita de Mauricio Macri. 
¿Usted a quien le cree?


¿Qué está haciendo Macri?

La hoja de ruta de los planes antiinflacionarios argentinos es siempre parecida. En este caso, ya está en marcha el rebalanceo de las feroces distorsiones de precios relativos (tarifas de servicios públicos, dólar real atrasado por la fuerza a través del ineficaz cepo cambiario), al tiempo que la política exterior nos devuelve al club de los países normales, se intenta el cierre del capítulo insostenible con los holdouts y se invita al ingreso de inversiones de largo plazo y endeudamiento externo para financiar el la transición fiscal a un déficit fiscal tolerable (algo así como un préstamo puente para cruzar a la otra orilla). 
Y mientras, se regulariza en la medida de lo posible el BCRA, aunque el problema fiscal heredado (7% del PIB en un contexto de presión fiscal y gasto público récord) limitan la flexibilidad política del necesario ajuste de las cuentas públicas, última condición previa a lanzar una política antiinflacionaria contundente y con posibilidades de éxito que consiste en anclar los precios con ajuste fiscal sustentable, política monetaria consistente a esto y una política de ingresos que corte de raíz la puja distributiva.

Es por ello que el debate entre los amantes del shock antiinflacionario y los defensores del gradualismo es estéril. Al menos mucha gente parece haber entendido que sin cuentas públicas ordenadas cualquier ataque a la inflación no tiene futuro, aunque discrepen en su factibilidad de corto plazo. Y tienen razón, si se mira nuestra historia fiscal.

Este es el dilema de Mauricio Macri, que ya resolvió desde el primer día la hoja de ruta de lo que había que hacer, muy doloroso pero necesario. Está haciendo las tareas previas al lanzamiento de una política antiinflacionaria que pueda ser exitosa, pero no en el corto plazo.

Hay que reconocer que debe manejarse con limitaciones fiscales feroces, con una contrapartida en una demanda social y política para ir reduciendo la magia del populismo sin prisa pero sin pausa, lo que a su vez le pone una fuerte restricción política a su intento antiinflacionario. 

Puja distributiva, el antipático duelo entre salarios y precios, el rol del sindicalismo y una sociedad que pide que bajen la inflación y al mismo tiempo no quiere pagar el precio de vivir sin inflación son el trasfondo de este dilema que enfrenta el Presidente. Pero ya decidió desde el principio el camino a seguir y lo ha dicho explícitamente para quienes sepan escuchar. 
Las tareas están en marcha. Primero, la resolución de las distorsiones heredadas en los precios relativos como el dólar y las tarifas de servicios públicos. Pero cuidado: las limitaciones sociales, políticas, cambiarias y financieras impiden instrumentar ya un ajuste fiscal y monetario de la magnitud necesaria, por lo que Macri no pudo elegir el camino ideal y deseado de un shock antiinflacionario exitoso.  
En el medio, además, se imponía una política exterior que ayude a que el país vuelva al club de los países normales, de manera de invitar a los capitales de corto plazo y a las inversiones de largo a que vuelvan a ver en la Argentina un país viable y sustentable. Eso no es fácil luego de 12 años de mercado internismo, de contradecir la ley de gravedad y de perseguir la seductora pero errónea idea que se puede "vivir con lo nuestro" en medio de la globalización y la especialización del siglo XXI, donde ningún país intenta cerrarse y producirlo todo.

Por todo esto es que una reducción sustentable de la inflación de larga data y repetitiva como la Argentina necesita tiempo y un cambio de época que haga que los argentinos, gobernantes y gobernados, entiendan que la magia no existe y que los milagros, si ocurren, no son controlables ni dependen de los seres humanos, y prefieran vivir de una vez por todas con una definitiva baja inflación. 





De paso, habrá que entender que la inflación es una larga adicción que los argentinos arrastramos hace décadas, con subas y bajas de viejas y nuevas versiones de un populismo facilista que nunca pudo resolver los problemas, justamente porque apela a la magia, los milagros, los curanderos y la ley del menor esfuerzo. Habrá que entender que la inflación sólo puede enfrentarse con trabajo y más esfuerzo, y que no hay atajos posibles para llegar antes al anhelado rango de inflación menor al 5% anual.  


El dilema del nuevo gobierno es
una sociedad que exige que bajen
la inflación, aunque al mismo 
tiempo se resiste a pagar 
el precio para vivir sin inflación. 




Hay una muy buena noticia, sin embargo, una devaluación de más de 60% (si se incluye la eliminación de las retenciones agropecuarias) ha tenido un muy bajo impacto en relación a devaluaciones anteriores. En los últimos tres meses los precios acumulan cerca de 12%, lo que representa un pass through relativamente bajo, como lo revelan los datos brindados por Miguel Angel Broda en esta misma semana, en el ciclo mensual para sus clientes. 

Fuente: Estudio Broda, ciclo mensual

Basta recordar que la devaluación anterior, la de Axel Kiciloff del 23 de enero de 2014, fue de 23%, y en el siguiente cuatrimestre la inflación se devoró dicho ajuste con precios subiendo mensualmente a un promedio de 3,8%.
Esta vez, luego de los primeros tres meses de una devaluación superior a 60%, las tasas mensuales de inflación son muy parecidas a las de aquel cuatrimestre (hoy se proyectan incluso algo por debajo, a un 3,6% mensual). 

Lo que quiere decir que la pronosticada explosión inflacionaria post devaluación hasta ahora muestra un impacto bastante menor a las amenazas de los kirchneristas para persuadir a la gente que no lo votara a ese "vago, derechista, represor y neoneoliberal de Mauricio Macri".


¿Hace falta aclarar otra vez que ni Macri es de derecha ni los kirchneristas son progresistas?

Tranquilos, la nave va y no hay ningún iceberg a la vista ni lo habrá porque no estamos en el Titánic (aunque nos hayan querido convencer de eso para asustarnos). Sí hay enormes dificultades y conflictos que se enfrentan en equipo, trabajando todos los días. 
El peronismo kirchnerista quiso "venderle" a los argentinos que el candidato de Cambiemos era un tibio que se huiría en un helicóptero y cosas mucho peores. Lo concreto es que Mauricio Macri se ha demostrado un líder de un coraje parecido al de la ex Presidente Cristina Kirchner, pero que va en otra dirección, sin mentir ni ocultar la realidad, sin delirios mesiánicos ni ambiciones personales desmedidas. Con menos ideología y con más ideas. De hecho, hoy parece ser más progresista que los populistas que lo acusaban no ser capaz de enfrentar esta difícil tarea que ellos mismos le dejaron de regalo, nunca sabremos si por propia ineptitud o deliberadamente para volver ellos mismos al gobierno y seguir haciendo lo que mejor hicieron en estos años: prometer una revolución que sólo existía en una imaginación anclada al pasado. 


Milagro Sala, otra progresista que le falló 
a la gente y terminó en el populismo clientelista


Un consejo final, la vida no siempre es en blanco y negro como en los relatos fanáticos. Muchas veces puede verse con todos los matices de la simple realidad.  





Un abrazo, saludos de Patricia Paltrow (con un beso en la mejilla, los otros son todos para mí). Y hasta la Victoria Secret.


Lic. Daniel Naszewski

El Hombre Electrónico
Políticamente Incorrecto




Aclaración: en 1985 y en 1996 realicé dos series de reportajes para analizar los dos planes antiinflacionarios más exitosos de las últimas décadas, aunque los dos terminaron mal, como lo sabemos todos. Se trataba de entrevistas a los principales economistas, consultores, hombres de negocios, sindicalistas y políticos de la Argentina de esos tiempos. Los libros, publicados por El Cronista y por la Editorial de la Universidad de Belgrano, ya no se consiguen, pero si los encuentran en alguna biblioteca verán por que el dilema de Mauricio Macri no es entre shock o gradualismo, sino entre hacer las cosas bien del principio al fin o hacerlas mal. Así de complicado es esto. 







Aprender de nuestros errores, para no volver a fracasar




KIRCHNERISMO, DE OFICIALISMO QUE IBA POR TODO A OPOSICION GOLPISTA...

"¡Macri, basura, vos sos la dictadura!"






El kircherismo es la versión fanática del peronismo populista.

El peronismo debe decidir  si continúa sometiéndose al kirchnerismo o se diferencia e ingresa al siglo XXI.

Muchos argentinos tienen el síndrome de Estocolmo: están seducidos y manipulados por un patrón del mal que los defrauda, castiga, confunde, maneja, roba y miente. Los compra y los vende.  

 Con Cambiemos nació una sociedad que ya no quiere vivir así, que quiere cambiar, cansada de volver atrás y repetir el mismo error una y otra vez. 


Hola gente, amigos y no tan amigos. Patricia Paltrow dejó su banquito en la Calle de la Pared y se vino a vivir conmigo a Buenos Aires. Cumplió su promesa. Dos días después que Mauricio ganó las elecciones, escuché el timbre, atendí el portero eléctrico, y la escuché... "flaquitogordito, bajá a abrirme, estoy cansada del avión, tengo tres valijas con mis cositas, tengo jet lag emocional y necesito dormir cucharita... Además no tengo pesos para el Taxi".  
Respecto a sus tres valijas, se refería a un poco de su ropa, que siempre compra en Bergdorf Goodman, en la Quinta Avenida, donde las zapatillas más baratas cuestan 495 dólares, a su lencería de Victoria Secret, sus aparatos (notebook, tablet, smartphone, todo Apple, Obvio), sus tres libros de cabecera (todos premios Nobel de economía dedicados por sus autores), su infaltable Chanel número 5 y no mucho más que eso. Total, siempre anda con un trajecito sastre cuando está en su oficina. O unas bermudas con sus habituales camisas blancas un poco desabotonadas y unas sandalias de cuero si es verano, o un jean con unas All Star gastadas si es invierno. No necesita más que eso para que los hombres se den vuelta al verla pasar, aquí o en New York. Aunque suele robarme mis camisas blancas para ir a dormir, claro, por eso no necesitó más valijas. Vino sencillita, fue un impulso, cuando decide algo quema las naves. 



El ascensor llegó, entramos a casa y me conmoví por esa mujer que siempre hace lo que siente, ya sea que compre bonitos o stocks en su banquito de Wall Street, vestirse o desvestirse, o decidir venirse a la Argentina para alegrarme la vida y hechizarme, como suele decir Macri cuando habla de su mujer, Juliana Awada, que además de primera dama es una Lady. (más lo quisiera Cricri, una pobre nueva rica). 

Obviamente, nos abrazamos y marcamos un nuevo récord, todo sea por el jet lag. Yo me emocioné, ella lagrimeó. 
Lo concreto es que ya está instalada en casa, ya no necesitamos hablar por skype o facetime o whatsapp. Su apuesta es que la Argentina será un país serio y normal y de hecho ya está haciendo research para lograr que su banco vuelva a operar en la Argentina, un país en que, de repente se abrió una ventana otra vez, una pequeña hendija a la esperanza y la alegría. 
Cuando me despierto ahora, lo primero que veo es a Paltrow peor que desnuda, con sus rulos rubios, sus ojos de colores y las camisas blancas que ya no son ni suyas ni mías, sino nuestras. En eso, al menos, Paltrow es socialista. 

Pero basta de Hollywood. Volvamos a la Argentina, un país en donde mucha gente que vivía amargada hasta hace un mes, de repente se ve menos crispada, con más ganas (y un poco de miedo) de estar alegre, vendiendo un optimismo un poco inseguro, aunque haciendo planes para el futuro, aunque todos acepten que lo que viene no será fácil, pero al menos sin mentiras, con reglas que empiezan a cumplirse, empezando por la Constitución y siguiendo por algunos de los 10 mandamientos (no robarás, no mentirás, no engañarás, no matarás...). 
Como lo cantaba John Lennon, "dirán que soy un soñador, pero no soy el único..." 


https://www.youtube.com/watch?v=DVg2EJvvlF8


I. Yo no me quiero ir (un peronista k)

Mauricio Macri asumió como Presidente el jueves 10 de diciembre, hace casi un mes, y a muchos ya les parece un siglo, no sólo por los problemas económicos, financieros, cambiarios, inflacionarios, políticos y sociales que el kirchnerismo le dejó, nos dejó, luego de 12 años de intentar, con escaso éxito, una supuesta revolución que se decía progresista pero terminó siendo conservadora. 
No fue más que un modelo populista basado en apropiarse del Estado, para aumentar la recaudación fiscal y el gasto público de manera salvaje, todo ello financiado con la máquina de emitir pesos sin valor e inflación creciente. 
El objetivo, además de otros usos "poco transparentes", fue usar esos papelitos de colores fabricados por Boudou Corporation, para comprar al peronismo y a parte de la oposición (gobernadores, legisladores, intendentes y funcionarios) para eternizarse en el poder. 

También, para comprar a los pobres (con asistencialismo y fútbol para todos). También, a parte de una clase media desilusionada de la vieja política (con planes de 12 o 18 cuotas, tarifas subsidiadas, celulares para todos, autos brasileños armados en la Argentina y la TV tinellizada, entre grosera y morbosa). Por último, a una parte de la clase alta, promoviendo empresas prebendiarias y no competitivas, asociadas o dependientes del Estado. A los nuevos ricos inventados por el kirchnerismo, además les tocaron viajes por el mundo en 12 o 18 cuotas sin interés, mientras se dedicaban a ahorrar en ladrillos para reinventar Puerto Madero y comprarse autos nuevos, nacionales o importados, los de la famosa alta gama. Todos creyeron así en la magia del crecimiento sin esfuerzo, sin trabajo, sin innovación. A eso lo llamaron década ganada, aunque buena parte del éxito se llame viento de cola internacional, boom de commodities, soja a 600 dólares e híperliquidez internacional. 

Y así, golpe a golpe, verso a verso, el kirchnerismo populista (nutrido del peronismo y otros amigos y no tan amigos) se quedó con el Estado, para luego comprarse a los argentinos de las diferentes clases sociales, a quienes les robaron 12 años de sus vidas sin que se dieran cuenta, entre otras cosas que se llevaron. Muchos de ellos, de hecho, aún no se dieron cuenta de todo lo que perdieron en la llamada década ganada. Sencillito.  

Mientras escribo, hace una hora Paltrow da vueltas en mi escritorio, vestida sólo con una camisa blanca que sacó de mi placard, descalza, para provocarme y convencerme que nos vayamos a pasear por San Isidro a portarnos mal, muy mal. "Apurate gordito, que es el primer día que sale el sol y hay aire en este país en que hasta se llevaron el aire, además de dejar una crisis energética de proporciones. Si te demorás mucho más, tendrás que hacerme respiración boca a boca. Sino, me vuelvo a la calle de la Pared...".


El Eje Venezuela, Brasil y la Argentina 
La década ganada con viento de cola global y boom del Estado

El modelo populista K no es nuevo, de hecho fue muy usado en el planeta en el siglo XX, adonde provocó guerras civiles, matanzas, convulsiones y guerras mundiales en que mandaban las ideologías, más que las ideas.
En el siglo XXI, America latina está produciendo una remake bastante menos exitosa, como dando la razón a aquella vieja frase de Carlos Marx escrita en el 18 Brumario: "la historia ocurre dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como farsa". Entre nosotros, el modelo populista fue rebautizado y se convirtió en el relato, según algún publicista "genial" seguramente muy estudioso de los 11 mandamientos de Goebbels para llegar al poder y conservarlo (vean en Google, si tienen dudas)... 

"Yo no me quiero ir...". 
¿Nicolás se cae de Maduro? 





  "Yo no me quiero ir...". 
¿Dilma y Brasil soportarán una depresión económica? 


Quienes dicen esto son además quienes hace menos de un mes le dejaron a Mauricio Macri y a los argentinos un país devastado, con alta inflación, sin reservas en el BCRA, precios relativos distorsionados, con alto desempleo y más altas pobreza e indigencia, sin estadísticas serias, peleado con la mayoría de los países del planeta y tantos hechos más que los argentinos descubren día a día. 
Ni hablar de un Estado Elefante (44% del país), impotente a la hora de brindar servicios. Más la corrupción. Más los ñoquis que dejaron en todas las reparticiones. Más un sistema político que deja al gobierno sin mayoría propia. 


El Kirchnerismo dando 
una clase de educación democrática, 
a dos días de asumir Mauricio Macri, 
elegido por mucho más de 50% de los argentinos

Pero pese a todos los excesos, o por culpa de ellos, perdieron, chicos, perdieron, muchachos K, digan lo que digan perdieron, y ahora les toca aceptar lo que votaron los argentinos por 4 años y ayudar al nuevo gobierno a que resuelva los problemas y desarme las minas antipersonales que nos dejaron regadas aquí y allá, una herencia maldita disfrazada de relato. Así que tendrán que ayudar en vez de poner palos en la rueda día a día, en un típico comportamiento peronista, que ya lo sufrió Raúl Alfonsín entre 1983 y 1989. Que luego sufrió la Alianza a partir de fines de 1999. Y que ahora le aplican a Mauricio Macri. Total, de los 32 años pasados desde la recuperación de la democracia, el peronismo (de derecha, de izquierda, populista o supuestamente progresista) gobernó cerca de 23 años. Sino lo hacen, se quedarán más solos de los que ya están. Pregunta del millón: ¿en que se diferencia un peronista de un kirchnerista?


II, La gran decisión: ¿los peronistas seguirán siendo manipulados por el kirchnerismo?

Yo creo que se están distanciando más rápido que despacio. Paltrow insiste que los argentinos estamos enfermos del Síndrome de Estocolmo.
Muchos han sido víçtimas, sin saberlo, del machismo de un "hombre golpeador", hombres y mujeres. Todos queriendo que alguien les resuelva los problemas, por las buenas o por las malas, no importa el precio, aunque nos cueste la dignidad.
Tan convencida está Patricia  de esto que quiere hacerme un golpe de Estado para correrme del escritorio y seguir escribiendo ella misma esta carta del ciberespacio, para lo cual utiliza esos recursos femeninos que maneja como nadie. Suele sostener que una buena parte del Peronismo se compone de hombres (y mujeres) prepotentes, machistas o feministas, manipuladores, sin escrúpulos, pero seductores y simpáticos, de esos que cuando te tienen, te maltratan, te castigan, te violentan, siempre con un discurso, un relato, que te convence de que no son tan malos. Y que al final ellos sí sabrán resolver los problemas. Y que los disculpes si te pegaron un poco, prometiendo que no lo harán más, con ese gesto simulado de "yo no fui" tan conocido entre esos supuestos machos argentinos a quienes los domingos pueden ver caminando por la calle escuchando un partido de fútbol, mientras sus mujeres los siguen unos pasos más atrás, con un nene en una mano y un cochecito con un bebé en la otra. 





Esto es lo más grave de los hombres golpeadores, insiste Paltrow... Que para que ellos puedan ganar, siempre tienen que haber personas dispuestas y hasta deseosas de perder, porque el juego es perverso y se queda con tu persona. 

¿Es el kirchnerismo como un hombre golpeador? O peor, ¿tiene razón Paltrow cuando describe a ese peronismo machista, prepotente, manipulador, aplaudidor, felpudo, ambiguo, de derecha, de izquierda o todo lo contrario?

Esa es la opción que enfrenta el peronismo hoy, en enero de 2016... Eso es lo discuten hoy, justamente hoy, los peronistas más honestos. ¿Apoyar por fin a un gobierno genuinamente democrático o seguir como hace años, décadas, demasiado tiempo? Pero para hacerlo, ellos también deberán aprender de sus errores y crecer, deberán de romper con el Patrón del Mal, esto es, el kirchnerismo...  

III, Para no volver atrás otra vez tendremos que aprender de nuestros errores y cambiar

Amigos y no tan amigos. Tengo el aliento en la nuca. Paltrow ya está vestida para matar y yo sigo frente a la pantalla mientras ella hace trampa, empieza apoyando sus labios en mi cuello, usa la excusa que tantas horas en la computadora nos hacen mal a la vista y a la espalda. Y me apura porque, dice, la vida es corta y quiere ir o a Puerto Madero o a San Isidro, a caminar antes que el mundo estalle por otro populista, como el idiota de Corea del Norte que ahora juega haciendo explotar bombas de hidrógeno, o por Donald Trump, que si sigue así amenaza con despedirnos a todos del planeta tierra y quedarse solito, como el Principito en el asteroide.Todos dicen que saben cómo cambiar el mundo, pero aquí va una respuesta mejor que la que se me ocurre a mí...




"Cuando era joven, quería cambiar el mundo. Descubrí que era difícil, así que intenté cambiar mi país. Cuando me di cuenta de que no podía cambiar mi país, empecé a concentrarme en mi pueblo. No pude cambiar mi pueblo y ya de adulto, intenté cambiar a mi familia. Tampoco lo conseguí. Ahora, ya de viejo, me he dado cuenta de que sólo puedo cambiarme a mi mismo. Y creo que si hace mucho tiempo hubiera empezado por cambiarme a mi mismo, podría haber tenido un impacto en mi familia. Mi familia y yo podríamos haber tenido un impacto en nuestro pueblo. Su impacto podría haber cambiando nuestro país y así podría haber cambiado el mundo”. 


Piensen en dos cosas. 
La primera, que así como el peronismo deberá definir si está con el fanatismo kirchnerista (volviendo al siglo XX) o apoyando al gobierno democrático que acaba de asumir (avanzando juntos hacia el siglo XXI), todos los argentinos debemos aprender de nuestra historia. Ya lo dije y ya lo saben. Desde los años '70 hasta aquí, nuestro país ha sufrido cinco crisis, si incluimos a esta que estamos viviendo hoy mismo. 

  • La de 1974/75, que terminó en el Rodrigazo originado por una explosión cambiaria/inflacionaria, con de dólar atrasado (anclado) que terminó en la guerra sucia, alta inflación, y finalmente el proceso militar. 
  • La de 1981, con la tablita de Martinez de Hoz, que también uso al dólar como ancla para evitar una explosión que culminó con Lorenzo Sigaut diciendo "el que apuesta al dólar pierde", lo que nos llevó a otra feroz devaluación que terminó en la guerra de Malvinas. 
  • La de 1989, adonde los intentos de manipular el dólar como ancla cambiario mediante el plan Primavera terminaron en la explosión del dólar aconsejado por Guido di Tella (que hablaba de dólar recontra alto), mientras el ministro radical Enrique Pugliese decía que "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo", y la posterior híperinflación. 
  • La crisis de 2001/2002, detonada también por la muy demorada salida de la Convertibilidad y un dólar muy atrasado que, como siempre en la Argentina, terminó explotando en la devaluación que concretaron Eduardo Duhalde y Jorge Remes Lenicov.  
  • La crisis que le dejaron de regalo a Mauricio Macri, que se acumuló desde varios años atrás, en donde el kirchnerismo se negó a reconocer que había alta inflación (mintiendo con las estadísticas) y utilizando, otra vez, al dólar como ancla anti-inflacionaria hasta que, por primera vez en muchos años, la bomba fue desactivada por el nuevo gobierno, que terminó con el cepo para sincerar el nuevo atraso cambiario. En esta ocasión, pese a las dificultades heredadas, no hubo una explosión cruenta y la historia, por ahora, está abierta, aunque con un pronóstico favorable.   
Si queremos que el país cambie, cambiemos
Nosotros somos también responsables 

Con diferencias y parecidos, la economía argentina se ha resistido muchas veces a atacar las causas de la inflación con una política monetaria y fiscal seria y prudente, y una y otra vez, desde 1973, y más atrás en el tiempo también, el país ha elegido el camino "fácil" de utilizar al dólar como ancla anti-inflacionaria, lo que en cada oportunidad culminó de forma parecida. La resistencia simultánea de nuestro país a concretar una economía con cuentas fiscales y monetarias equilibradas y una política de ingresos consistente con esto ha generado, una y otra vez, explosiones cambiarias e inflacionarias. 

Esto se entronca con una visión mágica e infantil de la ciencia económica tan diferente a la que prevalece en 9 de cada 10 países del mundo, que enfrentan este tipo de problemas y los resuelven con seriedad. 
Pero muchos argentinos parecen creer que en el Macondo en que se ha convertido parte de América latina todo es posible, que se puede apostar a la inexistencia de la ley de gravedad y no morir en el intento, que se puede acusar de dictador a un Presidente recién elegido que apenas empezó a gobernar. 
Ello nos llevó una una y otra vez hacia ese populismo en donde gobernados y gobernantes se entremezclaron para escribir un nuevo relato e ignorar algo tan simple como la realidad. En gobiernos radicales y peronistas, en gobiernos democráticos o autoritarios. Todos han repetido este mismo error, o patrón. Unos se impusieron, golpearon, ganaron, compraron, y otros aceptaron, acataron, bajaron la cabeza, por temor, conveniencia o comodidad.

Es por estos hechos, que no son sólo técnicos, o económicos, sino también sociales y políticos, que los argentinos, todos los argentinos, tendremos de una vez por todas que aprender que no somos ni Gardel ni Fangio ni Maradona, que la magia no existe y los milagros no son frecuentes. La realidad no debe negarse nunca, para no chocar, una vez más más, con la misma piedra, como le ocurría a un Dios griego llamado Sísifo. 

Y esto nos lleva al punto central. Ha ganado las elecciones un frente llamado Cambiemos. Yo no creo en las casualidades. Quiero creer que nuestra sociedad ha percibido profundamente la decadencia de estas décadas, iniciada en 1930, con el primer golpe de Estado del Siglo XX (que incluso fuera refrendado por la Corte Suprema de entonces). 

¿Estamos en un final de época? ¿Está empezando otro ciclo histórico? Hay muchos expertos y pensadores que sospechan que sí. 
¿Cuáles son las condiciones para este cambio de época? 
La única posible: que crezcamos como personas y como sociedad y empecemos a advertir que no podemos seguir repitiendo la historia, una y otra vez. 




La condición se puede describir con pocas palabras: crecer y aprender. En ese momento, ni un segundo antes ni uno después, empezaremos a Cambiar. Sospecho que el momento no está lejos. Sino, Patricia Paltrow no hubiera dejado todo para venirse a vivir a la Argentina, dejando su banquito de la Calle de la Pared. 
Ahora me espera para irnos a pasear y tener un final feliz, un atardecer feliz en una ciudad convulsionada de un país que, en el último mes, ha deseado como nunca volver a confiar en sí mismo y en el gobierno que eligió legal legítimamente para los próximos 4 años, para que lo ayude a ingresar a ese nuevo cambio de época. 
Una más: los trenes no pasan todos los días, ni todos los meses. Es ahora o nunca.  



Hace un siglo que los espero, ¿vamos a Cambiar?


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Eso es todo, amigos y no tan amigos. Un abrazo y hasta la Victoria Secret.

El hombre electrónico
(políticamente incorrecto)
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