Carta desde el Ciberespacio 285, 21 de abril de 2011



Todos miran el año 2012...

Un progresista perdido en una manada de hombres grises



“¿Hay caníbales en esta tierra?”, le preguntó el náufrago al jefe de la tribu, quien le respondió con mucha tranquilidad “no, ya nos los comimos a todos”.
(Otro invento argentino)






Amigos y no tan amigos. Mientras los hombres grises siguen comparando a la Argentina con Disneylandia y rezan secretamente para que el Dios Soja no se apague, como Balderrama, hay economistas muy serios que ya discuten en voz alta las inconsistencias serias del llamado “modelo productivo” en que se ha entrampado “sin querer queriendo”, junous, el gobierno nacional. En este caso, la opinión que sigue (publicada esta misma semana en Clarín) es la de Luis Rappoport, un economista que no suele ni engañarse ni callarse la boca. En otras ocasiones he publicado las notas de Luis, un gran amigo personal, por lo demás, en estas “Cartas desde el Ciberespacio”, por considerarlas especialmente valiosas y capaces de expresar mucho mejor que yo un tema u otro. Los fanáticos de estas cartas recordarán que hace unos años Rappoport escribió una semblanza deliciosa sobre los Trufos, unas criaturitas de Dios en vías de extinción, o no, que tenía la capacidad del idealismo, el verdadero progresismo y la dignidad, valores escasos en un mundo light rodeado de grouchomarxistas, coros de aplaudidores y hombres grises que siguen a la manada, prefiriendo el bolsillo a la inteligencia a la hora de votar, sin darse cuenta que corren el riesgo de quedrse sin el pan y sin la torta. (“Qué lindo es dar buenas noticias”, como decía Don De la Rúa).
Es un momento especial de la Argentina, en que hasta Mario Vargas Llosa, el último Premio Nobel de Literatura, intentará hablar hoy mismo como invitado especial en la Feria del Libro, aunque los pseudo progresistas anclados en los años ’70 y amantes del pensamiento único (el de ellos, claro) podrían intentar callarlo… Seguramente no lo lograrán, claro, pero no porque no lo deseen, sino porque Vargas Llosa también es un Trufo, y los hombrecitos grises como Natalio Ruiz, querrán evitar otro escándalo internacional para la Argentina, que ya acumula demasiado papelones incomprensibles en un mundo que nos mira como un caso de autodestrucción increíble en un país que lo tiene todo para aprovechar una situación internacional que especialmente favorable
En los años ’70 hubo mucha gente que “se jugó” la vida por sus ideales, equivocados o no, discutibles o no, ya que hasta el 24 de marzo de 1976 vivíamos en democracia y no había ninguna justificación para jugar con la vida de los unos y los otros. Pero muchos de ellos se quedaron (40 años después) anclados en aquellos tiempos y hoy consideran que quienes cambiaron sus ideas y evolucionaron (algo que suele ser sano y enriquecedor para que la gente y las sociedades puedan crecer), son los otros, nunca ellos, que consideran tener el monopolio de la verdad.
Así, la Argentina se encuentra dividida hoy entre quienes se dicen progresistas, pero avalan, justifican o toleran por razones de “pragmatismo” las mentiras del Indec (con una inflación que está aumentando hace varios años los niveles de pobreza e indigencia del país), y quienes han crecido como personas y tienen el coraje de no repetir las frases del pasado, atreviéndose a reconocer la realidad y a distanciarse de la “visión Disney” de nuestro país que se muestra desde el Estado-Gobierno. Son los que se atreven a mostrar su pensamiento diferente en las páginas de los diarios. Muchos de esos hombres son economistas de renombre y que merecen todo nuestro respeto, ya que han construido trabajosamente índices de precios que muestran con más ciencia y objetividad la realidad, datos que son la base misma para la construcción del resto del sistema de estadísticas de la Argentina, destruido para justificar ante la gente que “efectivamente” estamos en Disneylandia. Un disparate, claro, porque la gente, con sólo ir a comprar al supermercado, pagar las expensas, el colegio de sus hijos, los remedios que necesitan y tantas cosas más, sabe demasiado bien de qué se trata. Nunca fue posible esconder el cielo con las manos.
Luis Rappoport, quien en los principios de su carrera como economista trabajó en el Indec, hoy no sólo defiende la reconstrucción de estadísticas veraces, sino que explica en el artículo que sigue las peligrosas inconsistencias y distorsiones que está acumulando este particular modelo de dólar casi fijo (anclado) e inflación avanzando al 25% anual. Una misión imposible, claro.
Hay que agregar que Rappoport no es un economista neoliberal ni mucho menos. Se formó, como yo mismo, junto a los economistas heterodoxos de los años ’70, todos alumnos y discípulos del economista-ingeniero Marcelo Diamand (de la UIA), quien describiera por aquellos años conceptos como la restricción externa (que podría volver a tener vigencia si se apagan el Dios Soja) y el tan temido Péndulo Argentino, que recurrentemente parece volver a acosar a un país rico como la Argentina, que sufre desde siempre una especie de enfermedad holandesa que lo hace perder una y otra vez las oportunidades de desarrollarse en serio, y no sólo de crecer espasmódicamente.
Como lo decía José Sacristán en la película Solos en la madrugada, “no podemos pasarnos los próximos 40 años hablando de los 40 años que ya pasaron”, en aquel monólogo final de aquella película “casi argentina”, porque su gente también estaba más enamorada del pasado que del futuro.
Luis Rappoport suele hablarnos del futuro, y aunque nunca es triste la verdad y no tiene remedio, al menos es mejor aceptarla, reconocerla y hacer algo, porque negarla como necios u obsecuentes no nos llevará a ningún lado.
Nada más. La nota que sigue no es optimista. Les pido disculpas, la próxima vez trataré de nacer en una sociedad que viva dentro de la ley y que respete las instituciones.
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La Argentina, “en tierra de nadie”



18/04/11 El actual modelo económico descansa sobre una mina activada por el gasto público y la política de ingresos, y controlada por el precio del dólar y las tarifas de servicios públicos. Este mecanismo no es sustentable en el mediano plazo.

Por Luis Rappoport
(nota Opinión, Clarín del 18/4/2011)


¿Quién será capaz de desactivar la mina explosiva?


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Listo. Fácil lo mío. Ahora me vuelvo al ciberespacio por un rato, a jugar con Patricia Paltrow el famoso juego de la seducción.

Un abrazo y hasta la Victoria Secret.


¡Cuidado con las minas peligrosas!


El Hombre Electrónico
(políticamente incorrecto)


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