Carta desde el ciberespacio número 219, del 23 de julio de 2009

http://www.youtube.com/watch?v=wrlew2G6nvA&feature=related “Parole, Parole, Parole”, la telenovela MIENTRAS EL GOBIERNO JUEGA AL MONOLOGO, LA OPOSICIÓN INTENTA DIALOGAR Y LOS ARGENTINOS VIVEN ANGUSTIADOS...
¿El Indec o la realidad?
Hola gente, amigos y no tan amigos. “Gordito, el martes se cumple un mes de las elecciones, ¿te acordás?, lo que significa que el gobierno ya ganó un mes de tiempo sin hacer nada, mientras sigue imperturbable en el medio de la escena, mientras maneja la agenda de todos (amigos y no tan amigos, como decís vos) y nadie sabe hacia adonde vamos”, me dijo Patricia Paltrow desde su buró en la Calle de la Pared, otra vez en un día de rally de los mercados que la tenía aceleradita. “Bueno, flaquito –agregó-, en realidad, todos lo sabemos: en esta fuga hacia delante vamos a la profundización de la profundización de la profundización del modelo, hasta que choquemos con la famosa realidad”. Yo la escuchaba mientras sufría una nueva versión de la “Era del Hielo”, versión pingüino, brrrrrrrr, y tuve unos deseos irrefrenables de llamarla a mi amiga Sabrina Rinaldi (la de Hanton Travel, claro), para pedirle un ticket ya mismo a Niúiork Niúyork para exiliarme en la casa de Paltrow, y desde allí escribir mis cartas del ciberespacio desde un lugar menos agresivo que lo que se ha convertido nuestro querido país. Pero no lo hice, soy muy cabezadura, me gusta ver el final de la película desde la fila 3, bien adelante, como si estuviera hipnotizado y no pudiera tomar la decisión de fugarme yo también de toda esta pesadilla, pese a la enorme cantidad de fugas que se ven por aquí. Fuga de funcionarios. Fuga de ex funcionarios. Fuga de capitales. Fuga hacia delante de los Kirchner, mientras hacen como que dialogan con una oposición tibia que confunde respeto a la democracia con dejar que una topadora les pase por encima, los gasten, ponen la otra mejilla, se les rían en la cara y encima les digan la famosa frase “perdimos porque la gente no nos entendió, fallamos en la comunicación”. ¿La llamaba o no la llamaba a Sabrina? Pero era jueves al mediodía y los mercados en el mundo subían otra vez ferozmente, hasta el punto que el Don Jones pasó (hacia arriba) los 9.000 puntos, algo que no ocurría desde enero pasado y que demuestra que, más allá de las malas noticias que seguirán llegando (el desempleo todavía subirá en los iúesei, aunque la economía deje de caer), se acerca la hora de la reaparición de las buenas noticias. Por eso Paltrow me dijo “gordito, te quiero pero ya sabés que de día mi vida pertenece al banquito que me paga el mercedes benz, el depto de Park Ave y las tarjetas con las que cancelo los zapatos de Gucci, las sandalias de Prüne, los viajes de American Airlines (y el millaje que me gano, de paso) y esa ropita de Victoria Secret que tanto te gusta cuando nos vemos”. Y me colgó, claro, el rally continuaba y no todos los días el Don Jones pasa de los 9000 puntos hacia arriba, otra vez. Capítulo I, fuga hacia delante, para hacer tiempo Amigos, me preguntaba qué gana el gobierno “haciendo tiempo”, además de intentar (con algún éxito) dividir a la oposición, dejar que las cosas se calmen, confiar que la soja y el viento de cola internacional se recuperen (como si los problemas argentinos fueran culpa de la crisis mundial) e “inventar” nuevas medidas para mejorar la caja, como sea. Me acordé entonces de una frase de “Lo que el viento se llevó”, que decía justamente “no malgastes el tiempo, es de lo que está hecha la vida”. Y entonces encontré una frase de mi buen amigo Vicente Massot, director de la Nueva Provincia, que me dio una clave desde la Newsletter que distribuye hace años con Agustín Monteverde, otro amigo de estos años…
“El Estado soy yo”, una película con Néstor y Cristina Kirchner
Se refería muy concretamente a “la política de no ceder en dos asuntos que se hallan en el centro del reclamo opositor a los cuales el santacruceño considera innegociables: la actual estructura de las retenciones a la soja y la del Consejo de la Magistratura. Si retrocediese en el tema por el que se enfrentó con el campo el año pasado, Kirchner se quedaría sin caja y sufriría una capitis diminutio en su política difícil de llevar. Si acaso se modificase la constitución del Consejo de la Magistratura, ya no tendría el control de los jueces y peligraría en buena medida el sistema de impunidad montado desde mayo del 2003”. Eso es lo que escribió Massot esta semana. Tiene su lógica impecable, claro. Sin el superávit fiscal de los años pasados, la política de compra de voluntades con que construyó el kirchnerismo su poder haría agua, y de hecho es lo que está ocurriendo ahora, en la medida que la Argentina ha pasado de la zona de superávit a acercarse peligrosamente a la zona de déficit, y si ya en 2008 esta tendencia se insinuaba con un resultado primario (superávit) de 3,2% del PIB y un resultado financiero de 1,4% del PIB, ya en los primeros 5 meses de 2009 los números apuntan a sólo 1,4% resultado primario y -0,02% de resultado financiero (según datos del Estudio Broda), aunque en junio pasado los números empeoraron más y ya fueron claramente negativos. Dicho crudamente, Kirchner ya no tiene caja para comprar o repartir. Y si a esto se le agrega una posible pérdida de influencia sobre el Consejo de la Magistratura, queda claro que estos dos efectos le pegarían al corazón mismo del ya debilitado actual gobierno. Pero esto no es todo. Está el tema del Indec, claro, que podría parecer un tema menor al lado de los dos anteriores, pero no lo es, en la medida que el Indec está en la base misma de la justificación de un poder construido en base al ocultamiento de los simples datos de la realidad. ¿Puede el Kirchnerismo desprenderse de Guillermo Moreno?, ante todo. Sí, puede, y ganaría más de lo que perdería, aunque Néstor Kirchner se aferre a su vieja costumbre de “no ceder nunca” en su estilo de jugar a “todo o nada”. Es probable que si lo hiciera, incluso, el gobierno hasta lograría una descompresión de un malestar social insoportable, ya que la gente ve en este hombre –en Moreno, claro- a la encarnación misma de una forma de gobernar que esconde la realidad, o que la falsea directamente, y que para ello se ha mostrado muy dispuesto a utilizar la prepotencia y a callar a quien haga falta. Todo esto es, de hecho, lo que los argentinos votaron en contra hace casi un mes. Así, la prepotencia, la crispación, el estilo desafiante, la mentira y el ocultamiento explican mejor que otras cosas el casi 70% de la sociedad que votó en contra de este “modelo” de gobernar. No perdieron las elecciones por problemas de comunicación, sino por el Estilo Moreno, que no es otro que el estilo del kirchnerismo, aunque los expertos en autopsias insistan livianamente que “es la comunicación, estúpido”, una explicación de jardín de infantes. Pero aunque el gobierno pudiera prescindir de Guillermo Moreno, y eso seguramente lo ayudaría a ganar tiempo, a descomprimir un clima de crispación colectivo y a recuperar un poco de confianza, con eso parece no alcanzar. Ocurre que el Indec no es sólo una “fabrica” de estadísticas oficiales que no le interesan a nadie. Es mucho más. Es otra fuga hacia delante para ganar tiempo de un problema irresoluble. Es un termómetro que esconde nada menos que la grave enfermedad del paciente. Es ocultar la crisis, negarla, pensando que escondiendo los síntomas el paciente se curará más rápido. Es tratar de convencer a la gente que la Argentina es Disneylandia. Es intentar convencerse y convencer que la inflación es “nada más” que un tercio de lo que es en realidad, minimizando el problema, subestimándolo. Es querer ocultar que la pobreza ya abarca a más de 32% de la población total (como lo demuestran las mediciones privadas más serias), insistiendo que es de sólo 15% (una diferencia de millones de personas. Es no querer asumir que la Argentina ya ingresó en una recesión en el cuarto trimestre de 2008, y que en 2009 el PIB caería nada menos que 4 o 5% anual. Y es no querer aceptar que la Argentina ya está viviendo la enfermedad más peligrosa de todas, la estanflación, que es la anomalía tan temida, ya que implica inflación y caída económica al mismo tiempo, el peor de los escenarios. Todo eso es el Indec, además de la prepotencia con que se ha tratado a sus funcionarios. Capítulo II, ¿qué hacer con el Indec? ¿Sinceramiento o sincericidio?

Hoja de ruta del próximo Indec

Amigos y no tan amigos, la realidad actual es que “el grueso de los bonistas daminificados por la subestimación de la inflación no sólo está dentro del país, sino que –el principal- es el propio Estado. Los inversores externos no deben tener más de u$s 3.000 millones de deuda indexada (por CER)”, como lo señala el estudio de Federico Muñoz y Asociados, confirmando que los principales perdedores de la mentira estadística de la inflación son quienes se quedaron con los fondos de las AFJP, esto es, el mismo Estado argentino, poniendo en peligro a los ahorros e ingresos reales de los futuros jubilados.

Fuente: Federico Muñoz y Asociados
Por ello, el argumento habitual que sostiene que un sinceramiento de la inflación que mide el Indec (en precios minoristas) resolvería un problema pero generaría otro mayor, esto es, la acentuación de los problemas fiscales, una nueva demanda de los acreedores externos y un posible nuevo default, es una severa (o equivocada o malintencionada…) interpretación. Hoy la deuda pública indexada por la inflación minorista es de un 34% de la deuda total, y 67% de la misma se encuentra en manos del sector público. Con lo cual la razón para no sincerar el Indec no es esta, como suele alegarse cuando se habla del tema….
Fuente: Federico Muñoz y Asociados
La realidad es que el Gobierno no puede, ni quiere, sincerar las estadísticas oficiales ni transparentar el Indec, por una razón que no es financiera, sino moral: cualquier intento serio de profesionalizar otra vez el Indec y volver la situación al punto de partida tendría necesariamente que partir de la base de un reconocimiento explícito del gobierno nacional de que todo el sistema de estadísticas públicas oficial ha sido violentado desde hace más de dos años, construyéndose y difundiéndose a partir de entonces, de manera creciente, cifras de inflación, de empleo, de pobreza e indigencia, de producción industrial y de actividad económica que son lisa y llanamente erróneas, o si quieren usar la palabra más sencilla, falsas. ¿Puede el gobierno aceptar que ha mentido? ¿Podría de un día para el otro el oficialismo reconocer que la población que hoy se encuentra dentro de los niveles de pobreza e indigencia supera el 31 o 32% del total, cuando las estadísticas oficiales sostienen (en base a cifras de inflación que subestiman groseramente la inflación real) que el número de pobres ronda sólo 15? No, no puede, sin aceptar de una u otra forma que se ha ocultado la realidad de manera premeditada. No hay ingeniería estadística que pueda resolver este hecho. Es por esa razón que se explican las idas y vueltas de la “siempre inminente” renuncia de Guillermo Moreno, las renuncias de los ministros de Economía anteriores y la nueva política anunciada por el ministro de Economía, Boudou, cuando anunció esta misma semana que el Indec pasará a depender directamente de su órbita. Vale aclarar que el Indec ya dependía del ministerio de Economía, desde hace años, y más precisamente de la Secretaría de Política Económica de este ministerio, lo que revela que cambiarlo de jerarquía sin sacarlo de la órbita del gobierno no es la solución sino la continuación del mismo problema, aunque se ponga un grupo de notables de diversas universidades públicas o privadas que quieran hacer una nueva operación de cosmética sobre las estadísticas oficiales. La única solución es reconocer el ocultamiento de estos años, y luego empezar de nuevo, dándole al Indec la autonomía necesaria para hacerlo un ente autónomo y autárquico que no dependa de ningún gobierno de turno, integrado por profesionales serios elegidos por concurso y que no no reporten a éste ni a ningún gobierno, sino a otros poderes (quizá al Congreso Nacional, quizá a un director elegido por el Congreso, por ejemplo). Amigos y no tan amigos, los problemas del Indec se esconden detrás de la severa confusión existente en la Argentina entre un gobierno y el Estado. Cuando un gobierno, cualquiera, considera que puede conquistar al Estado y manejarlo para sus propios fines, entonces el país, la gente, y el mismo gobierno, está en problemas. Hasta que esto no se comprenda, el Indec seguirá fabricando estadísticas a pedido del poder de turno. Y el debate será como aquella vieja canción que cantaba Mina, “Parole, parole, parole”, se llamaba… http://www.youtube.com/watch?v=wrlew2G6nvA&feature=related Ya se sabe, nunca es tarde la verdad, lo que no tiene es remedio.
Escena de “La Fuga”, una vieja película sobre los buenos y los malos de Sam Peckinpah, con Ali Mc Graw y Steve Mc Queen
Un abrazo, y hasta la Victoria Secret. El Hombre Electrónico (Políticamente incorrecto)